Unas diminutas moléculas de la leche materna podrían proteger a los bebés del desarrollo de alergias, según estudio
Un nuevo estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) ha concluido que unas pequeñas moléculas presentes en la mayoría de la leche materna de los seres humanos podrían reducir la probabilidad de que los bebés desarrollen afecciones alérgicas como la dermatitis atópica y las alergias alimentarias.
Se cree que los bebés alimentados con leche materna sufren menos afecciones alérgicas, como eczemas y alergias alimentarias, que los alimentados con leche artificial; sin embargo, no se ha entendido bien la razón.
En este nuevo trabajo, publicado en la revista científica American Journal of Clinical Nutrition , los investigadores afirman que este descubrimiento podría conducir a estrategias para las madres, como el fomento y el apoyo a la lactancia materna o las intervenciones dietéticas y de ejercicio, para ayudar a reducir las probabilidades de que sus bebés desarrollen alergias.
Las afecciones atópicas, como las alergias alimentarias, el asma y una afección cutánea denominada dermatitis atópica, se dan en aproximadamente un tercio de los niños como resultado de una activación inadecuada del sistema inmunitario ante las exposiciones ambientales.
«Los bebés que son amamantados más allá de los tres meses pueden tener un menor riesgo de padecer estas afecciones, pero no entendemos del todo la biología que hay detrás de esto», ha afirmado uno de los responsables de la investigación, Steven Hicks.
La investigación de Hicks se centra en la relación entre el entorno, la biología y el neurodesarrollo y el crecimiento de los niños. Sus estudios anteriores demuestran cómo los ácidos micro-ribonucleicos (miRNAs), moléculas diminutas que pueden regular la expresión de los genes en todo el cuerpo, pueden utilizarse para diagnosticar ciertas condiciones de salud como la conmoción cerebral o el autismo.
«Hay casi 1.000 tipos diferentes de miARN en la leche materna humana y su composición varía en función de características maternas como el peso, la dieta y la genética. Nuestra hipótesis es que cuatro de estos miARN podrían tener un efecto protector contra las alergias infantiles, basándonos en investigaciones anteriores que mostraban relaciones entre estos miARN y ciertas afecciones alérgicas», explica Hicks.
Los investigadores siguieron a 163 madres que planeaban amamantar durante al menos cuatro meses y a sus bebés desde el nacimiento hasta los 12 meses. Hicieron un seguimiento de cuánto tiempo amamantó cada bebé y midieron la composición de miARN de la leche materna de cada madre a lo largo de la lactancia (0, 4 y 16 semanas).
El equipo calculó la cantidad de miARN específicos que consumían los bebés basándose en los patrones de lactancia declarados y en la concentración de determinados miARN en las muestras de leche de las madres. Los investigadores evaluaron a los bebés para detectar dermatitis atópica, alergias alimentarias y sibilancias a lo largo del estudio.
De los bebés estudiados, 41 (25%) desarrollaron dermatitis atópica, 33 (20%) desarrollaron una alergia alimentaria y 10 (6%) tuvieron sibilancias. Los lactantes que no desarrollaron atopia consumieron mayores cantidades, de media, de miRNA-375-3p (miR-375) en la leche materna, que los lactantes que desarrollaron atopia.
No hubo otras diferencias en los rasgos maternos, los rasgos de los bebés o las exposiciones ambientales entre los bebés con atopia y los bebés sin atopia. Los investigadores también descubrieron que los niveles de este miARN aumentaban a lo largo de la lactancia y que las madres con un índice de masa corporal más bajo tendían a tener una mayor concentración de miR-375.
«El hecho de que el contenido de miR-375 aumentara durante el curso de la lactancia podría explicar por qué la lactancia materna sostenida se ha asociado a una reducción de la atopia en ciertos estudios», argumenta Hicks.
El mayor aumento de miR-375 se produjo en el primer mes tras el nacimiento, pero que la tendencia al alza continuó entre los meses uno y cuatro. «A diferencia de la leche de fórmula, que no contiene miRNAs humanos, el miR-375 está presente en más del 99 por ciento de las muestras de leche humana, y representa algo menos del 1 por ciento de todos los miRNAs de la leche materna», ha remachado el investigador.
Según Hicks, los resultados de este estudio podrían conducir a nuevas intervenciones para ayudar a prevenir que los bebés desarrollen alergias.
Las investigaciones futuras se centrarán en confirmar estos hallazgos, definir los mecanismos a través de los cuales el miR-375 previene las alergias y explorar intervenciones para aumentar los niveles de miR-375 en la leche materna.
Con más investigaciones, el miR-375 podría añadirse algún día a la leche de fórmula, que actualmente no contiene miRNAs, para ayudar a abordar la disparidad de que los bebés alimentados con fórmula son más propensos a desarrollar condiciones atópicas.