Experto advierte de que la pandemia ha aumentado los síntomas depresivos, pero no la depresión

El psiquiatra Luis Gaite, del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, ha advertido de que lo que ha aumentado con la pandemia son los síntomas de depresión, «no la depresión diagnosticada y tratada por un profesional».

No obstante, sí reconoce que la pandemia ha supuesto una oportunidad para hablar de la salud mental. «Es importante que no se banalice la depresión, pero sí es vital que se hable de la depresión y se normalice para que personas que no entraban en el circuito de asistencia por estigma pidan ayuda», apunta el doctor Gaite.

En este mismo sentido se expresa el jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Jesús Artal, quien explica que la depresión tiene un componente biológico, psicológico y social. «Hay depresiones más biológicas y otras en las que predominan los detonantes sociales. Tras la pandemia, hemos visto que las depresiones biológicas no han aumentado, pero sí los síntomas o cuadros depresivos que son fruto de la situación vivida», asegura.

Al respecto, la doctora Ana De Santiago, también psiquiatra en el hospital santanderino, confirma el aumento de cuadros depresivos «que tienen que ver con la manera en la que las personas afrontan sus problemas».

«Es decir, en estos cuadros hay un factor psicológico, pero influyen mucho los factores sociales derivados de una situación de caldo de cultivo, como es el desánimo, la falta de perspectiva de salida de la pandemia, las circunstancias sociales y económicas, el confinamiento o el distanciamiento. Está aflorando ese otro tipo de sintomatología depresiva con más peso de lo social», precisa la experta.

«De esta forma, las cifras que actualmente se comentan en los medios de comunicación y en la demanda de los dispositivos de salud mental responden más a síntomas depresivos que auténticas enfermedades, aunque en personas predispuestas, con antecedentes depresivos o que han sufrido especialmente el peso de la pandemia, esto puede ser un desencadenante de una auténtica enfermedad depresiva», explica.

Con todo, incide en que «los síntomas no son enfermedades». «No es lo mismo estar desanimado y triste que tener una depresión. Tenemos que visibilizar los problemas de salud mental, pero también tenemos que estar atentos a la banalización de la depresión en redes sociales», apostilla la doctora De Santiago.

LARGAS LISTAS DE ESPERA

Por otro lado, para Gaite, uno de los «enemigos» de la depresión es el tiempo de diagnóstico y las largas listas de espera para acceder a los servicios de Psiquiatría, algo con lo que se muestra de acuerdo Artal. «En la red de salud mental hacen falta muchos profesionales: psiquiatras, terapeutas, enfermeros y trabajadores sociales. Son equipos multidisciplinares y necesitamos inversión en estos recursos», señala Artal.

Esto es así porque el abordaje de la depresión ha de ser integral. De hecho, un psiquiatra prescribe un tratamiento farmacológico en base al proceso psicoterapéutico y conductual de ese paciente. «La psicoterapia no equivale a la psicología, es una actividad necesaria en algunas patologías. En algunas solo se necesitan fármacos, en otras las dos cosas y en algunas solo psicoterapia. Hay psiquiatras formados en psicoterapia», afirma Artal.

«La psicología es una parte importante en el tratamiento y necesitamos más recursos para ella, pero también para todo el equipo que se encarga de la psicoterapia», añade.

EN OTRAS ENFERMEDADES NO SE CUESTIONA EL USO DE FÁRMACOS

Por su parte, Gaite apunta que tratar farmacológicamente una depresión «no significa que esté mal tratada». «En otras enfermedades, nadie cuestiona el fármaco, como en una diabetes o hipertensión. Hay medidas farmacológicas y medidas que no», expresa.

De hecho, para el doctor Marcos Gómez, también psiquiatra en este hospital, «una depresión tratada solo con psicoterapia puede ser una depresión mal tratada o infratratada». Además, es importante que se establezcan unos objetivos y un tiempo en el proceso terapéutico como se hace con un medicamento. «Hay que determinar el número de sesiones que se precisan», detalla.

Así, incide en que en la depresión hay que actuar «rápido» porque, si no se atiende, se puede cronificar. «Si el debate entre pastillas o psicoterapia se dilata, esa persona no recibe el tratamiento que necesita», detalla la doctora De Santiago, que explica que en las unidades de psiquiatría se hace un abordaje integral, combinando psicoterapia con herramientas farmacológicas. «Queremos luchar contra el estigma en torno a la psiquiatría», señala.

«Las enfermedades psiquiátricas son enfermedades como cualquier otra y tienen un tratamiento farmacológico basado en la evidencia científica. Afortunadamente, hay tratamientos antidepresivos. Nadie se cuestiona poner un tratamiento a una diabetes», añade la doctora.

MÁS COORDINACIÓN ENTRE ATENCIÓN PRIMARIA Y HOSPITALARIA

Por otro lado, estos doctores recuerdan que la puerta de entrada a la red de salud mental es la Atención Primaria. Para el doctor Artal, «se precisa más coordinación, información, formación y comunicación entre las distintas unidades de la red. Que el nivel de atención primaria se coordine con el nivel hospitalario, y viceversa».

También es importante tratar bien la depresión porque se pueden evitar muchos de los suicidios. En este sentido, hay tratamientos «muy eficaces» para la depresión e ideación suicida, tal y como explica la doctora De Santiago, que recuerda que la depresión multiplica por ocho el riesgo del suicido. «La evolución de la depresión depende de cómo se trate, si se cronifica o cambia radicalmente el curso de la enfermedad», afirma.

DESARROLLO DE NUEVOS FÁRMACOS PARA LA DEPRESIÓN

«Estamos viviendo una nueva revolución de la psiquiatría que va a permitir en los próximos años que muchos pacientes se beneficien», expresa Gómez. Esto se debe a que «se avecinan buenos tiempos en cuanto a la investigación y al desarrollo de nuevos fármacos para la depresión», detalla Gómez.

Pese a la esperanza que traen los nuevos fármacos, estos expertos han pedido más inversión en planes a largo plazo para el campo de la salud mental y «que no se haga política de las enfermedades mentales, que se cuente con los profesionales para legislar, y que las decisiones se tomen en base a la evidencia científica».

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