El tratamiento de depresión también debe restaurar el funcionamiento de la barrera hematoencefálica, según estudio
Para tratar mejor a las personas con depresión, no solo se debe tratar las neuronas afectadas por la enfermedad, sino que también hay que restaurar la integridad de la barrera que regula los intercambios entre la circulación de la sangre y el cerebro, según ha concluido un estudio liderado por la Universidad Laval (Canadá).
«Entre el 30 y el 50 por ciento de las personas que sufren depresión responden mal o no responden en absoluto a los antidepresivos. Esto sugiere que están en juego otros mecanismos biológicos además de los que afectan directamente a las neuronas», apunta Caroline Ménard, la autora principal del estudio, que se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences .
Estos mismos investigadores demostraron en 2017 que la aparición de síntomas depresivos en ratones sometidos a estrés social estaba relacionada con el aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica. También descubrieron que esta permeabilidad se debe a la disminución de una proteína llamada claudina-5.
En este nuevo trabajo, querían saber qué causa la disminución de la claudina-5 en los ratones sometidos a estrés social y por qué algunos ratones son resistentes al estrés social mientras que otros presentan síntomas depresivos. Para ello, examinaron las células de la barrera hematoencefálica en ratones estresados deprimidos, ratones estresados resistentes y ratones de control. Sus observaciones muestran que los procesos epigenéticos que permiten la expresión del gen claudin-5 se activan más fácilmente en los ratones resistentes. También observaron que los ratones resistentes producen menos de una de las proteínas que inhiben la expresión del gen de la claudina-5.
Por el contrario, los ratones estresados y deprimidos expresan más de una enzima llamada HDAC1 que desencadena una pérdida de claudina-5. «Cuando se utiliza un compuesto químico para bloquear la HDAC1, los ratones depresivos producen más claudina-5 y sus interacciones sociales aumentan espontáneamente», explica Ménard.
Después, los investigadores pudieron verificar si los mismos mecanismos estaban presentes en los humanos. «Encontramos que la expresión de la HDAC1 era mayor en las personas deprimidas sin tratamiento en el momento de la muerte que en los sujetos que tomaban antidepresivos o en el grupo de control. Este aumento se correlacionó con una disminución de la claudina-5», apostilla la investigadora.
Estos resultados sugieren que los esfuerzos para desarrollar mejores tratamientos para la depresión no deben limitarse a encontrar nuevas moléculas que se dirijan a las neuronas afectadas. Los investigadores también deben encontrar una manera de cerrar las brechas en la barrera hematoencefálica para asegurar su funcionamiento adecuado. «Por ahora, no conocemos ninguna molécula que aumente la expresión de la claudina-5 y que permita restablecer directamente la impermeabilidad de la barrera. Nuestro trabajo futuro se centrará en evaluar el efecto de los diferentes enfoques farmacológicos y hábitos de vida sobre la integridad de esta barrera con el fin de promover la resiliencia», concluye la científica.