Acción contra el Hambre avisa de que la inseguridad alimentaria severa se ha triplicado en Latinoamérica
La organización ve 2021 y 2022 como años de crisis social en la región
Solo 1 de cada 10 familias puede comer de manera saludable en el corredor seco de Centroamérica
Acción contra el Hambre (ACH) ha advertido este martes de que la inseguridad alimentaria severa se ha triplicado durante el último año en Latinoamérica, donde ha pasado de afectar a 3,4 millones en 2019 a más de 10 millones a finales de 2020.
«(La pandemia) ha venido a hacer más difícil una situación que ya en la región era difícil, ya que Latinoamérica era la región en la que más crecía el hambre», ha asegurado, en un encuentro con periodistas, la responsable para América Latina de la organización, Benedetta Lettera.
Lettera ha recalcado que la pandemia ha provocado una crisis que durará «varios años» y ha señalado que la organización espera recaudar 64 millones de euros para ayudar a, al menos, 770.000 personas en los lugares en los que tienen presencia.
La organización ha realizado varios estudios sobre el terreno que constatan el deterioro de la situación en la región, la tercera más afectada por el coronavirus del mundo, pese a tener el 10 por ciento de la población del planeta.
CENTROAMÉRICA EN «ESTRATEGIA DE SUPERVIVENCIA»
Solo una de cada diez familias del conocido como corredor seco de Centroamérica –donde se concentra la mayoría de la población de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua– tienen una seguridad alimentaria que les permite comer de manera saludable, según Acción contra el Hambre.
Junto a otras organizaciones, el equipo de la ONG encuestó a 3.600 familias que, de media, necesitaban el 80 por ciento de sus ingresos para conseguir comida, por lo que apenas le quedaba una quinta parte de sus ganancias que gastan en la vivienda, insumos escolares o la higiene.
Esto supone un total de al menos 3,9 millones de personas en esta situación si se extrapola la muestra.
Por ello, el director país de ACH en Centroamérica, Miguel Ángel García, ha señalado que la mitad de las familias toman «estrategias de supervivencia» que van desde vender posesiones preciadas hasta pedir préstamos, por lo que entran en una «dinámica de endeudamiento».
«En ocasiones también, se ven obligados a sacar el niño de la escuela, aunque en este caso no hay sido tan relevante porque(..) en tres de los países con la excepción de Nicaragua, las clases se suspendieron», ha recalcado.
García ha subrayado también que, debido a las diferencias entre los distintos países en la región, la asistencia humanitaria que reciben estas personas varía mucho, así el 50 por ciento de las familias encuestas de El Salvador han recibido algún tipo de apoyo, frente a l4 por ciento de las hondureñas. PERÚ OLLAS POPULARES
En Perú, la situación también es complicada y la directora país de la organización, América Arias, ha asegurado desde Lima que «hay que afrontar que 2021 y 2022 son los años de la crisis social».
La organización que actúa en Lima Metropolitana, una zona en la que se perdieron un millón de empleo en los primeros meses de la pandemia, ha alertado de que las ollas populares han pasado de ser menos de 400 a 1.300 y a atender a casi el doble de personas: de 80.000 a 130.000.
«Nos tenemos que asegurar no solo de que llegan alimentos, sino que no de que no se convierten en un foco de contagio nuevamente», ha señalado Arias, que ha recordado que muchas ollas son autogestionadas y trabajan en la calle.
Arias lamenta que las donaciones recibidas se hayan reducido con el paso de los meses, aunque ha celebrado la existencia de iniciativas para mejorar la gestión de las donaciones y que los comedores y ollas reciban lo que necesitan.
Entre estas necesidades, Arias ha enfatizado la importancia del agua que ACH les proporciona y que es vital tanto para cocinar como para mantener la higiene en plena pandemia.
TRANSFERENCIAS MONETARIAS CLAVES EN COLOMBIA
En Colombia, Acción contra el Hambre tiene un programa de transferencias monetarias del que se benefician sobre todo inmigrantes venezolanas.
De los miembros del programa, el 98 por ciento no podía satisfacer sus necesidades básicas y para el 20 por ciento era su único ingreso, ya que un tercio no tenía un trabajo regular, según ha explicado el director país de la organización en Colombia, John Orlando.
Asimismo, estas personas no gozan de condiciones en sus viviendas que sean compatibles con el aislamiento que requiere la pandemia. Orlando cuenta que el 14 por ciento viven en espacios o habitaciones en los que hay más de cinco personas.
Este programa, denominado ADN Dignidad, entregó durante el pasado año 13 millones de dólares (10,7 millones de euros) a 107.000 familias en Colombia, donde ACH tiene otros 40 proyectos, algunos en regiones donde la presencia del Estado no es muy elevada debido al conflicto, pero en los que la organización puede operar debido a la cantidad de años que lleva sobre el terreno, en opinión de Orlando.