Zubiaurre (Confebask) cree que la «radicalidad» que se vivió con ETA «aún se ve en algunos conflictos laborales»

Afirma que la situación que se da en Tubacex es «muy difícil de justificar y comprender»

BILBAO, 26

El presidente de Confebask, Eduardo Zubiaurre, ha afirmado que «la radicalidad» que se vivió con ETA «aún se ve en algunos conflictos laborales» y ha advertido que conflictos como el que se vive en Tubacex tienen unas consecuencias «horribles», de tal forma que «a muchos empresarios se les está animando a buscar una solución fuera de aquí».

En una entrevista concedida a El Correo, recogida por Europa Press, el presidente de la patronal vasca indica asimismo que «la retribución de una persona tiene que estar muy ligada a factores como la competitividad, la productividad, la formación y el valor añadido».

Tras destacar que Euskadi sigue siendo líder en algunos segmentos industriales, lamenta que «en los últimos 20 años se ha perdido peso en el PIB y potencia industrial».

«Además de tener una inversión extranjera muy limitada, muchas empresas vascas han decidido buscar su futuro en otros sitios. Y lo veo con preocupación. Creo que todos, la administración, los sindicatos, el conjunto de la sociedad, debemos ser responsables y conscientes de esa pérdida de atractivo. Hay que reconocerlo, otros lugares lo están haciendo mejor», incide.

Asimismo, considera que mantener un Impuesto de Patrimonio que ya no lo tiene ningún país de Europa, sumado a tipos elevados de IRPF, tiene «un coste a medio y largo plazo».

Por otro lado, muestra su preocupación por la estrategia de algunos sindicatos, pese a que se había vivido «una época de una relativa tranquilidad sindical».

«FALTA DE MADUREZ»

«La pandemia y la crisis ha provocado una necesidad de adaptación de muchas empresas en dificultades y eso ha generado una oposición radical. Es curioso que una misma empresa no haya tenido problemas para hacer esa adaptación en sus factorías de fuera y aquí no sea posible. Es la prueba de que nos falta madurez», critica.

Según denuncia, conflictos como el que se vive en Tubacex tienen unas consecuencias «horribles», de tal forma que «a muchos empresarios se les está animando a buscar una solución fuera de aquí».

«Ese conflicto en concreto me parece muy difícil de justificar. Incluso muy difícil de comprender que no se permita una votación del conjunto de la plantilla para conocer su opinión. Es inexplicable y lo lógico es que ellos mismos reclamen su derecho a hacerlo», añade en referencia a Tubacex.

Tras recordar que ETA fue un fenómeno que se prolongó durante 40 años y que tuvo un efecto «catastrófico para el desarrollo económico, con una evidente huida de inversiones y un imponente trauma humano», considera que «esta sociedad no ha superado del todo algunas cuestiones y que se han creado comportamientos colectivos que no ayudan en nada».

A su juicio, «la radicalidad» que se vivió con ETA «aún se ve en algunos conflictos laborales», por lo que «haber vivido socialmente un fenómeno como ese, con determinados apoyos de algunos colectivos de esta sociedad… no ha desaparecido del todo».

«Claro que ha desaparecido la violencia armada o los asesinatos y los atentados, pero necesitamos tiempo y maduración para volver del todo a la normalidad. Determinados agentes poco permeables a la negociación y al acuerdo siguen manteniendo una forma de actuar con esos tics de creer que siempre se tiene derecho a conseguir todo lo que uno pretende y si no lo consigo presiono o lo que sea, o hago cosas poco razonables. Vamos, cosas poco proclives al acuerdo. Tenemos que reciclarnos», aconseja.

Por otro lado, recuerda que Euskadi es la comunidad con más absentismo laboral tras Canarias, lo que genera una «desventaja competitiva importante».

Además, advierte que el propio Gobierno ha reconocido que la subida del salario mínimo «afecta» a las empresas y «el Banco de España también ha realizado un estudio en el que habla también de esto».

«De las 955.000 personas que están dadas de alta en la Seguridad Social en Euskadi, apenas 40.000 están en el salario mínimo. Pero no se puede perder de vista que son personas que trabajan en actividades de un valor añadido muy ajustado. La retribución de una persona tiene que estar muy ligada a factores como la competitividad, la productividad, la formación y el valor añadido. Como desliguemos el salario de esos elementos vamos a llegar a una situación en la que no sea posible mantener esos puestos de trabajo. Y hay sectores en los que puede ser crítico», alerta.

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