Vox, convertido en estrella de la campaña, espera confirmar en las urnas la tercera posición de las encuestas

Cataluña y Franco le han impulsado en los sondeos y ha conseguido que se debata de inmigración, menas o la supresión de autonomías

Vox llega a la cita con las urnas de este domingo convertido en el eje sobre el que ha girado gran parte de la campaña electoral. Ha logrado introducir sus mensajes en el centro del debate y el resto de partidos han dedicado sus mítines de los últimos días a tratar de desmontar su discurso, unos para frenar una posible fuga de votos y los otros para evitar que se convierta en tercera fuerza parlamentaria.

El partido liderado por Santiago Abascal vivió su gran salto a la política nacional hace poco más de un año, el 7 de octubre de 2018, cuando consiguió llenar el Palacio de Vistalegre de Madrid en un multitudinario mítin al que asistieron más de 10.000 personas.

Desde entonces su progresión ha sido constante, pero en estos comicios se enfrenta a su mayor prueba. Los resultados del domingo demostrarán si es capaz de consolidar en escaños los buenos resultados que le vaticinan prácticamente todas las encuestas (solo el CIS le augura un descenso) e incluso convertirse en la tercera fuerza política del Congreso, pese a las acusaciones de sus rivales de ser una formación de extrema derecha.

Los dirigentes del partido son conscientes del peligro que entrañan estas altas expectativas y durante los últimos días han intentado huir de la euforia para evitar que se produzca una situación parecida a la de las elecciones de abril, cuando el resultado fue recibido con cierta decepción pese a irrumpir por primera vez en el Congreso con 24 diputados. Las encuestas y sus abarrotados actos también generaban entonces la sensación de que recibirían mayor apoyo.

Sin embargo, Vox no puede ocultar su optimismo y ve con satisfacción cómo ha logrado introducir su discurso en el eje del debate de campaña. Para el partido, un punto de inflexión fue la participación de Abascal en el debate entre candidatos organizado por la Academia de la Televisión, del que quedaron muy satisfechos porque consideran que pudo hacer llegar su discurso a un público muy amplio (8,6 millones de espectadores) sin «distorsiones ni manipulaciones».

Además, durante el debate sus posturas más polémicas no fueron rebatidas con dureza por los demás candidatos, pese a que sí hayan redoblado sus ataques a Vox en los mítines posteriores. «Han entrado en pánico», ironizó este jueves Abascal sobre sus contrincantes durante un mítin en Valencia ante cerca de 6.000 simpatizantes.

Con ello, el partido ha conseguido que algunos de los ejes de su discurso hayan protagonizado los últimos días de campaña, como la entrada de inmigrantes ilegales, los denominados MENAS (menores no acompañados), las agresiones sexuales o la supresión de las autonomías.

Vox también está cómodo en el debate sobre Cataluña, donde su dura postura cree que le aleja de los demás partidos y ofrece la oportunidad de captar nuevos votantes. De hecho, ya ha avisado de que sus primeras exigencias para apoyar un hipotético Gobierno tras el 10N serán las relacionadas con Cataluña: retomar el orden constitucional y ordenar a la Abogacía del Estado que inste a la detención del presidente de la Generalitat, Quim Torra.

Precisamente, los disturbios de Cataluña generaron un relevante ascenso de Vox en las encuestas que volvió a registrar otro salto con la exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. Abascal se opuso con firmeza a esta medida del Gobierno socialista –«a los muertos no se les toca»– y bautizó a Sánchez con el calificativo de «el carroñero de La Moncloa».

EN JUEGO LAS PROVINCIAS MÁS PEQUEÑAS

Para lograr este gran salto en el Parlamento y superar a Ciudadanos y Unidas Podemos en escaños, Vox confía en aquellas circunscripciones en las que se reparten menos escaños. La ley D Hont puede hacer que la pérdida de votos de los partidos de Albert Rivera y de Pablo Iglesias –o la división en este caso con Más País– lleve a Vox a sumar un importante número de diputados. En estas circunscripciones pequeñas la diferencia entre ser tercero, cuarto o quinto acarrea el reparto de entre 20 y 30 escaños.

Prueba de ello es que Abascal no ha limitado sus actos de campaña a aquellas provincias en las que Vox ya obtuvo representación el 28 de abril, con el objetivo de afianzar estos diputados, sino que también ha recorrido numerosas provincias de menor población para tratar de arañar votos que pueden ser esenciales en el reparto del último escaño en juego.

Vox ha intentado además huir de las reiteradas llamadas al voto útil del PP y se ha alzado durante la campaña como «el único» partido que garantiza que se opondrá a que Pedro Sánchez continúe en el Palacio de la Moncloa. Para ello, Abascal advierte siempre que es preguntado por el día siguiente a las elecciones de que la opción «más probable» es un «tricentrito» de PP, PSOE y Ciudadanos.

Su cambio más visible de estrategia respecto a abril ha sido en el Senado, donde Vox ha tomado la determinación de presentar un solo candidato para concentrar en él el voto. Pero además pidió sin éxito a PP y Ciudadanos que tuvieran el mismo gesto con el fin de intentar impedir una nueva mayoría absoluta socialista en la Cámara Alta.

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