Voluntario de Ramales sobre su exjefe: «Le gustaban los incendios. Le vi como a un drogadicto cuando tiene mono»
Un compañero de la agrupación vio a su entonces coordinador tratando de esconder «una garrafa roja de gasolina» después del incendio
Voluntarios de Protección Civil de Ramales de la Victoria han coincidido que su exjefe, acusado de prender fuego en la Sierra de la Alcomba hace dos años, tuvo un comportamiento «extraño» ese día, pues estaba «raro» y «nervioso». «Le vi como a un drogadicto cuando tiene mono», ha comparado uno de ellos, que tenía la «sensación» de que a su entonces coordinador le «gustaban los incendios» y esa jornada apreció que tenía «ansias de ir al fuego».
«Estaba como un drogadicto cuando necesita droga. Estaba deseando ir al incendio», ha abundado este integrante de la agrupación en su declaración en el juicio contra el sospechoso, que se enfrenta a cuatro años de cárcel que pide la fiscal, y al en su opinión le gustaba «estar en alto, en gloria» y se notara que «soy el que mando».
En la vista, en la Sección Primera de la Audiencia Provincial, también han testificado otros dos voluntarios, entre ellos uno que la noche del incendio, del 17 al 18 de febrero de 2019, vio al procesado entrar en la nave donde tenían su base procedente de la zona donde se habían originado las llamas con «una garrafa roja de gasolina».
En concreto, le observó cuando se bajó del vehículo oficial -que tenía las luces «apagadas»- «intentando ocultarla», ya que tenía el brazo «rígido» para tratar de «taparla» o «esconderla». «Le vi de frente, a tres metros», ha indicado, para recordar que comentó «he visto una cosa que no tenía que haber visto» a sus compañeros.
Uno de ellos también apreció que «escondía algo rojo entre las piernas», en tanto que otra comprobó después con uno de ellos que en el bidón en cuestión «faltaba» parte del contenido, ya que estaba «hacia la mitad» de lleno.
Sin embargo, el chico que le vio con la garrafa -que ha dicho que tenía una buena relación con su entonces jefe, que por el contrario manifestó que era «nefasta»- no observó que al bajarse del coche cargara con una motosierra, como alegó el implicado.
Y ha discrepado también de la versión de su superior en el sentido de que éste último no le pidió ayuda para sacar las cosas del vehículo y llevarlas al almacén, como tampoco le contestó cuando le preguntó por el protocolo a seguir para la extinción.
BOLAS DE FUEGO
Este integrante fue el primero del grupo en percatarse de focos en la sierra, en torno a la medianoche, y ha destacado al respecto que sobre las once y media -cuando el coordinador se fue en el coche oficial a llevar unas sillas a casa de sus primos mientras ellos cenaban- no había «ningún problema» en la Alcomba.
Así, una media hora después de marcharse el jefe, salió al exterior del local y vio «una bola de fuego muy grande» y a continuación las demás, ya que «cada cinco minutos se hacía una bola de fuego, pero más arriba», ha agregado.
Después de esto, el responsable de la agrupación dio instrucciones y a él, en concreto, le ordenó ir a la zona y que se «metiese» a sofocar las llamas, extremo que no le pareció «normal», así como tampoco que el implicado participara en esas labores con un camión -una motobomba- sin que tuviera carné para conducir estos vehículos.
FUE PELIGROSO
La chica que ha declarado, que era jefa de equipo, ha coincidido con sus compañeros en que la actuación del coordinador aquella noche no fue la «correcta», en el sentido de que les envió a la zona de las llamas cuando ni siquiera habían llegado los bomberos y les dio órdenes para sofocar sin tener equipos de protección individual, ya que la «prioridad» del implicado era apagar el fuego.
«A mi forma de ver, fue peligroso», ha confesado esta voluntaria, que hasta ese momento se fiaba de su superior. «No te va a poner en riesgo, sabe lo que hace», ha reflexionado. También «confiaba» en él el integrante que le vio con «ansias» de ir a incendios y que le ha comparado con un drogadicto cuando tiene mono . Esa tarde habían estado juntos, revisando focos y preparando material para intervenir.
Durante la supervisión del monte, el sospechoso le había hecho comentarios que no consideró «normales», del tipo que estaba «muy seco» el terreno, como «para darle cerilla». Es más, ha asegurado que el procesado llegó a desear este último extremo para poder estrenar el hidrante que habían colocado en la zona, como finalmente sucedió. De hecho, ha dicho que el acusado rehusó la ayuda bomberos y usó la nueva instalación, pese a que llevaba más tiempo ir y cargar agua.
Ya por la noche, después de percatarse de la existencia de varios focos ardiendo en la Alcomba, la jefa de equipo telefoneó al coordinador, que si bien no cogió, devolvió la llamada al momento. Le explicó que de camino a casa de sus familiares no había visto el fuego de la Alcomba, pero sí otro y se dirigía en ese momento a comprobarlo.
De hecho, al finalizar la conversación le indicó que estaba ya en el lugar de ese segundo foco, en Barruelos -perteneciente al municipio de Ruesga-, algo que extrañó a la chica, pues es una distancia larga como para recorrer en los menos de los 3 minutos que hablaron.
Entre tanto, el compañero que había visto a su jefe como con «ansias» de ir a incendios decidió, al ver el «resplandor» de los focos en la sierra, ir con otros dos voluntarios en su coche a «echar un ojo». Ha indicado que un par de minutos después de llegar apareció en el lugar el sospechoso, cuando el fuego era «bastante importante».
Allí acordaron regresar a la base cada uno en su vehículo pero en el trayecto de camino el acusado se desvió en un cruce en dirección a Arredondo y apareció varios minutos después, con las luces del coche «apagadas». Es en ese momento cuando vio que estaba «escondiendo algo rojo entre las piernas».
Y ha precisado al respecto que en la nave solo tenían de ese color garrafas de gasolina, en una de las cuales comprobaron después que faltaba entre un litro y medio o dos de gasolina y que tenía rota la brida de sujeción del tapón.
ACTUABAN POR LIBRE
Este testigo también ha cuestionado la actuación del coordinador de los voluntarios ramaliegos a la hora de sofocar el fuego, ya que él, por ejemplo, le dio una manguera sin que tuviera siquiera equipos de protección, por lo que se centró en echar agua sobre las llamas que tenía a su «alrededor» para intentar apagarlas y «librar».
Además de estos miembros en el juicio ha declarado un agente del Medio Natural, jefe de la comarca de Ramales, que ha coincidido con los voluntarios en que no se usan motosierras en labores de extinción de incendios forestales. E igualmente, ha criticado el proceder del coordinador de la agrupación, con la que estos efectivos habían tenido «algún problemilla» hasta el punto de tuvo que mediar el alcalde, ya que el colectivo depende del Ayuntamiento.
Según ha comentado, «actuaban por libre», a su «libre albedrío», y ha puntualizado que incluso llegó a encontrarse al jefe de los voluntarios «solo en un algún incendio». Y sobre el hecho de que esa noche condujera un camión para el que no tenía carné, ha aseverado que de haberlo habido, no le habrían dejado intervenir.
Del incendio, que arrasó 144 hectáreas de la Alcomba, ha opinado -como hicieron los guardias civiles encargados de las pesquisas- que fue intencionado y que se empleó acelerante. De hecho, empezó en Ramales y llegó hasta Ruesga, y avanzó «muy rápido» porque «todos los factores favorecían» -viento sur, altas temperaturas, terreno seco, ladera con pendiente- la propagación de las llamas.
En el juicio también ha testificado el apoderado de la empresa Álvarez Forestal, que ejerce la acusación particular por la «quema total» de una parcela de 6 hectáreas de arbolado que se aprovechó como biomasa al carecer de valor comercial, y uno de los primos al que el acusado llevaba esa noche unas sillas, y que «no se sabe que ha sido de ellas».