Violencia e inseguridad multiplican por diez los desplazados en el Sahel
El PMA denuncia que esta grave crisis humanitaria no parece interesar «a nadie»
La creciente violencia y la inseguridad han provocado «una crisis humanitaria sin precedentes» en algunas zonas de Burkina Faso, Malí y el oeste de Níger que han hecho que el número de desplazados en esta parte del Sahel se multipliquen por diez en el último año.
Según los últimos datos publicados por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), en la actualidad en estos tres países del Sahel central hay más de 750.000 desplazados, una cifra que es diez veces superior a la que había en 2018 y que ha ido engrosándose a medida que la población ha huido en busca de un lugar seguro ante los continuados ataques. Además, también hay más de 100.000 refugiados de estos países.
La semana pasada, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, denunció en su último informe que en Burkina Faso y Malí los ataques por parte de grupos terroristas han ido en aumento y han dejado ya 1.500 civiles muertos en lo que va de año.
«La situación de seguridad ha seguido deteriorándose en el Sahel, con ataques por parte de grupos terroristas contra civiles y fuerzas de seguridad y una persistente violencia de tipo comunitario», lamentó Guterres.
Según la OCHA, la crisis está afectando a familias extremadamente vulnerables, golpeadas también por la inseguridad alimentaria, la desnutrición y las epidemias. Unos 1,8 millones de personas tienen problemas para acceder a alimentos en la región.
En total, en las regiones afectadas por la situación hay 6,1 millones de personas necesitadas de asistencia –3,9 millones en Malí, 1,5 millones en Burkina Faso y 700.000 en el oeste de Níger–. La ONU ha solicitado para este año 717 millones de dólares con los que atender las necesidades de 4,7 millones de ellas, si bien hasta la fecha solo se han recibido el 47 por ciento de los fondos.
«El conflicto está avanzando y se está moviendo rápido», subraya por su parte la directora de emergencias del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Margot van der Velden, que advierte de que muy probablemente en las próximas semanas se alcance la cifra de un millón de desplazados.
«El Sahel es históricamente, estructuralmente muy pobre, no tiene las grandes inversiones que necesita», destaca, incidiendo en que es una zona «proclive al cambio climático, con la temperatura más alta y los menores recursos naturales para la agricultura».
Ante la situación en estos tres países, el PMA declaró el pasado septiembre la crisis en el Sahel central como de nivel tres, el más alto. Esto significa, explica Van der Velden que «como organización creemos que no tenemos las capacidades para operar en esta situación tan compleja y en evolución».
UNA TRAGEDIA EN DESARROLLO
La responsable del PMA también identifica otro problema: la falta de atención de los medios respecto a lo que está ocurriendo en el Sahel. «Esta zona apenas le interesa a nadie», lamenta Van der Velden. «En estos momentos nadie está realmente interesado y todo el mundo está ahí mirando como la tragedia se desarrolla delante de nuestros ojos», subraya.
El director ejecutivo del PMA, David Beasley, se ha referido en particular al caso de Burkina Faso. El país «está atravesando una dramática crisis humana que ya ha alterado la vida de millones de personas». «Cerca de medio millón de habitantes se han visto obligados a abandonar sus hogares y un tercio del país ahora es zona de conflicto», resalta.
«Nuestros equipos sobre el terreno están viendo los niveles de malnutrición superar con creces el umbral de emergencia. Esto significa que las niñas y niños pequeños y las madres de recién nacidos están al límite. Si queremos salvar estas vidas, tenemos que actuar», insta Beasley.