La clasificación de los tumores cerebrales en base a criterios moleculares permitirá mejores tratamientos, según la SEOM

La clasificación de los tumores cerebrales en base a criterios moleculares, que se realiza desde 2016, permitirá que se diseñen mejores tratamientos que puedan dirigirse a las causas del tumor, ha recordado la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) con motivo del Día Internacional de los Tumores Cerebrales, que se celebra este viernes.

La supervivencia a cinco años por tumores cerebrales sigue siendo una de las más bajas a los tumores sólidos en pacientes adultos. En concreto, se sitúa en el 35 por ciento, aunque ha aumentado un 11 por ciento en las últimas décadas. La SEOM ha destacado este y otros avances logrados en esta enfermedad.

El primer gran paso contra los tumores cerebrales se dio en la década de 1970, cuando aparecieron los primeros resultados que mostraron la eficacia con quimioterapia basada en Carmustina (BCNU).

En 1980 se definió el papel de la radioterapia en el tratamiento de gliomas de alto grado. Además, se incorporó la resonancia magenética al diagnóstico y seguimiento por imagen de los tumores del sistema nervioso central. Por otro lado, la radioterapia estereotáxica se incorpora al arsenal de tratamiento locorregional de los tumores cerebrales.

Los primeros resultados positivos de la eficacia de la quimioterapia asociada a la radioterapia tras la cirugía en gliomas llegó en 1990, mientras que en los 2000 se descubrió que las mutaciones en MGMT predicen la probabilidad de respuesta a tratamiento con quimioterapia.

Además, también se constató que la termozolomida por vía oral asociada a la radioterapia y tras la cirugía aumenta la supervivencia en Gliobastoma Multiforme.

En torno a la mitad de la década, se llevan a cabo las primeras clasificaciones moleculares del Glioblastoma. También se descubrió que Bevacizumab muestra sus primeros datos de eficacia en Gliobalastoma y la FDA aprueba el tratamiento.

En 2010, por su parte, se comenzaron a desarrollar perfiles genéticos predictores de respuesta al tratamiento y, por último, en 2014, también pudo constatarse la superioridad de radioterapia y quimioterapia frente a la radioterapia sola en gliomas de bajo grado.

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