Urkullu asiste en la Basílica de Loiola a la celebración por la festividad de San Ignacio

AZPEITIA (GIPUZKOA), 1

El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha asistido este sábado en Azpeitia (Guipúzcoa) a la celebración de la misa por la festividad de San Ignacio, que tuvo lugar ayer, en la Basílica de San Ignacio de Loiola.

Urkullu ha llegado a la Basílica acompañado de su esposa hacia las 10.45 horas, donde ya le estaban esperando el diputado general de Guipúzcoa, Markel Olano, la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería, y el de las Juntas Generales de Guipúzcoa, Xabier Ezeizabarrena.

También han acudido a la celebración, presidida por el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, el diputado foral de Hacienda y Finanzas de Guipúzcoa, Jabier Larrañaga, y la portavoz foral, Eider Mendoza, entre otros. Este año no se han realizado los habituales actos civiles previos en el Ayuntamiento, debido a la pandemia de covid-19.

Hasta Loiola se han acercado menos fieles que otros años y la Basílica ha visto, además, restringido su aforo por las medidas sanitarias frente al coronavirus. Una media docena de fieles han seguido la celebración desde la entrada de la Basílica, guardando las distancias de seguridad, al estar completo el interior, donde se había marcado en los bancos el asiento a ocupar, también manteniendo las distancias.

En su homilía, Munilla ha recordado que el próximo año se conmemorará el 500 aniversario de la conversión de San Ignacio y ha subrayado que en la vida hay «tres momentos muy importantes», el primero «cuando somos concebidos», el segundo «el día que descubres para qué has nacido, nuestra conversión» y, el tercero, «cuando partes para la vida eterna».

Además, ha señalado que la vida es «un proceso de conversión», en la que «Dios nos regala momentos de gracia en los que hay que estar muy atentos». Además, ha incidido en que la muerte «no es una fatalidad» y «está bien recordarlo ahora que la hemos vivido tan fuerte». «Es una puerta abierta por Jesucristo que nos descubre nuestra vocación eterna, vivimos para siempre en Dios», ha afirmado.

Munilla ha destacado que «la transformación del mundo comienza desde la transformación interna, de dentro a afuera» y el cristianismo es «centrífugo, no centrípeto», porque «no es mirarnos a nosotros, sino iniciar una transformación que cambia el mundo». Finalmente, ha apelado a la unidad de los cristianos porque estar «divididos» es «un sin sentido».

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