Un estudio sugiere que una vacuna de ARN mensajero podría prevenir el cáncer de piel
Una investigación de la Facultad de Farmacia de la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos) sugiere que una vacuna de ARN mensajero que estimule la producción de TR1, una proteína fundamental para la red antioxidante de la piel, podría prevenir el cáncer de piel.
«Una vacuna de ARNm, como las de Moderna y Pfizer para la Covid-19, que promoviera la producción de la proteína TR1 en las células de la piel, podría mitigar el riesgo de cánceres inducidos por los rayos UV y otros problemas cutáneos», afirma el director del estudio, Arup Indra, que recuerda que la radiación ultravioleta del sol provoca estrés oxidativo, aumentando el riesgo de cánceres de piel como el melanoma.
Los resultados de la investigación, en la que Indra y sus colaboradores utilizaron un modelo de ratón para investigar el papel de TR1 en la salud y la estabilidad de las células de la piel, se han publicado en el Journal of Investigative Dermatology .
El cáncer de piel es el más frecuente en Estados Unidos, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades. El melanoma, el tipo más letal de cáncer de piel, es una forma en la que se desarrollan células malignas en las células de la piel conocidas como melanocitos. Los melanocitos producen el pigmento melanina, que determina el color de la piel.
La mayoría de los casos de cáncer de piel están relacionados con la exposición a la radiación UV. Las personas se broncean por la exposición al sol o a las camas solares porque la producción de melanina es la forma que tiene el cuerpo de intentar proteger la piel de las quemaduras.
LA INCIDENCIA DEL MELANOMA SIGUE EN AUMENTO
«A pesar de los esfuerzos por mejorar la concienciación pública sobre los signos de advertencia del melanoma y los peligros de la exposición excesiva a la radiación UV, la incidencia del melanoma sigue aumentando», afirma Indra.
«Durante más de 40 años, los investigadores han considerado los antioxidantes de la dieta como una posible fuente de agentes baratos y de bajo riesgo para la prevención del cáncer, pero no siempre han dado buenos resultados en los ensayos clínicos y, en algunos casos, han sido realmente perjudiciales, de ahí la necesidad de intentar intervenir con nuevos agentes de quimioprevención, como una vacuna de ARNm», señala.
TR1 es la abreviatura de tiorredoxina reductasa 1. La reductasa se refiere a una enzima que promueve una reacción de reducción en la que una especie química gana electrones, normalmente como parte de una reacción en la que otra especie sufre una oxidación, o la pérdida de electrones.
El TR1 es un componente clave del sistema antioxidante de los melanocitos. Los antioxidantes ofrecen protección contra las especies reactivas de oxígeno (ERO), que están a la caza de electrones de las moléculas de las células y pueden dañar el ADN.
Los melanocitos están bajo el asedio de las ERO no solo por el sol, sino también porque el proceso de fabricación del pigmento, la melanogénesis, hace que también se produzcan ERO. Al catalizar la transferencia de electrones, los antioxidantes actúan como un interruptor de lo que de otro modo sería una reacción en cadena que afectaría a múltiples moléculas de los melanocitos y otras células, evitando así la oxidación.
Las vacunas de ARN mensajero actúan ordenando a las células que produzcan una proteína determinada. En el caso de las vacunas contra el coronavirus, se trata de un fragmento inofensivo de la proteína de la espiga del virus, que desencadena una respuesta inmunitaria; en el caso de la vacuna contra el melanoma propuesta, sería la TR1.
«Tras la captación del ARNm en la célula y la puesta en marcha de la maquinaria celular, la célula debería tener un alto nivel de antioxidantes y ser capaz de ocuparse del estrés oxidativo y de los daños en el ADN derivados de la radiación ultravioleta», explica Indra. «Las personas con mayor riesgo de cáncer de piel, como las que trabajan al aire libre en climas soleados, podrían vacunarse idealmente una vez al año», detalla.
Una vacuna solo para TR1, sin otros antioxidantes, podría ser suficiente, añade, porque los investigadores han observado un mayor estrés oxidativo y daño en el ADN sin TR1, a pesar de la presencia de otras proteínas antioxidantes. Sin embargo, es posible que otros antioxidantes, como la glutatión peroxidasa y la superóxido dismutasa, también sean importantes, según Indra.
«Todo tiene que ser probado y validado en modelos preclínicos», ha apuntado. «Tenemos que generar una vacuna de ARNm, hacer que se administre de forma local o sistemática y, a continuación, controlar cómo potencia las defensas del organismo. Está claro que estamos en la punta del iceberg, pero las posibilidades son apasionantes para prevenir diferentes tipos de progresión de enfermedades, incluido el cáncer, mediante la modulación del sistema antioxidante del organismo», ha concluido.