Un estudio sugiere que la falta de sueño puede costar a los países miles de millones de euros

Investigadores australianos han realizado un estudio para medir las consecuencias económicas de la falta de sueño durante al menos varios días a la semana, ya sea por la dificultad de conciliarlo, su baja calidad o interrupciones del mismo durante la noche, descubriendo que durante el periodo 2016-2017 el coste total de este problema en Australia, con unos 24 millones de habitantes, se situó en los 45,21 mil millones de dólares (38,56 mil millones de euros).

En el estudio, publicado en la revista Sleep de Oxford University Press, los investigadores han evaluado los datos de costes financieros y no financieros derivados de encuestas y bases de datos australianas. Los costes incluidos en el análisis tienen que ver con la atención médica, pérdida de productividad, accidentes de coche o la pérdida de ingresos tributarios.

El costo financiero se ha fijado en 15,25 mil millones de euros, compuesto por: gastos directos médicos de 136 millones para trastornos del sueño y 900 millones para afecciones asociadas; pérdidas de productividad de 10,4 mil millones; costos de accidentes no médicos de 2,12 mil millones; gastos en atención informal de 350 millones; y 1,33 mil millones en impuestos y similares. Los gastos no financieros por reducción del bienestar se han calculado en 23,33 mil millones de euros. En total, 38,56 mil millones de euros perdidos derivados de problemas del sueño.

Para poner en contexto estos datos, el costo financiero total estimado de 15,5 mil millones representa el 1,55 por ciento del Producto Interior Bruto australiano. El gasto no financiero estimado de 23,33 mil millones representa el 4,6 por ciento del coste total de las enfermedades en Australia durante un año.

Los investigadores argumentan que estas cifras «justifican una inversión sustancial en medidas preventivas de salud para abordar el problema a través de la educación y la regulación». «Estamos ante una epidemia mundial de falta de sueño. Aparte de su impacto en el bienestar, este problema tiene un enorme coste económico debido a sus efectos negatvios sobre la salud, la seguridad y la productividad. Abordar el problema mediante educación, regulación y otras iniciativas probablemente genere beneficios económicos y de salud sustanciales», han apuntado, puntualizando que la situación en Australia es extrapolable a países similares tanto económica como demográficamente.

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