Un estudio simula cómo es la propagación de patógenos en poblaciones de macacos salvajes
Una nueva investigación de la Anglia Ruskin University (Reino Unido) ha trazado un mapa de cómo se propagan las enfermedades infecciosas entre las poblaciones de animales salvajes en zonas donde los seres humanos y los animales salvajes viven en estrecha proximidad.
El estudio, publicado en la revista científica Scientific Reports , ha identificado a los animales, concretamente a los monos salvajes que viven en grandes grupos junto a los asentamientos humanos, que pueden actuar como «superdifusores».
Se descubrió que los monos con más interacciones humanas son los responsables de los mayores brotes. Esto se debe a que estos lugares en los que monos y humanos entran en estrecho contacto, normalmente alrededor de las fuentes de alimento, pueden atraer a monos de diferentes grupos y subgrupos.
Es en estos puntos de encuentro entre humanos y fauna salvaje donde los monos interactúan estrechamente con monos con los que no se mezclarían habitualmente, lo que provoca brotes más grandes.
El aumento de la población mundial hace que los asentamientos humanos invadan cada vez más las áreas de distribución naturales de los animales salvajes, por lo que existe un riesgo creciente tanto de enfermedades zoonóticas que se «desbordan» de los animales salvajes a los humanos como de enfermedades zooantroponóticas que se «desbordan» de los humanos y causan brotes entre los animales salvajes.
La investigación utilizó modelos informáticos epidemiológicos para simular cómo pueden propagarse las enfermedades infecciosas entre los monos que viven en zonas urbanas y periurbanas del sur y el sudeste de Asia.
Es el primer estudio que utiliza simulaciones para comparar la propagación de enfermedades a través del comportamiento social de los animales, con la propagación de enfermedades a través de la tendencia de los animales a congregarse e interactuar con los humanos.
El equipo de investigadores observó el comportamiento de macacos rhesus, macacos de cola larga y macacos de casco en el norte de la India, Malasia y el sur de la India, respectivamente. En estos lugares, los macacos salvajes suelen compartir el espacio con los humanos, y sus interacciones con ellos suelen centrarse en el acceso a la comida.
Los investigadores recopilaron datos detallados sobre las interacciones entre los humanos y los monos, así como las interacciones entre los monos de un mismo grupo, dentro del cual los individuos tienen fuertes conexiones sociales. Esta información se recopiló en 10 grupos distintos de macacos de las tres localidades de la India y Malasia.
Estos datos de comportamiento se introdujeron en modelos epidemiológicos matemáticos de Susceptibles-Infectados-Recuperados (SIR) para simular el impacto de brotes de enfermedades humanas de distinta transmisibilidad, como el virus de la gripe, los coronavirus y el virus del sarampión.
Se realizaron 100.000 simulaciones informáticas en total en los 10 grupos y en las diferentes enfermedades humanas, y se evaluó la vulnerabilidad de estas poblaciones de macacos a los brotes de enfermedades inducidas por el hombre.
El estudio descubrió que el tamaño del brote se predecía positivamente por la centralidad dentro del grupo del primer macaco infectado: si ese individuo está mejor conectado dentro de su red social, se produciría un brote mayor.
El segundo hallazgo clave es que la centralidad del primer individuo infectado, basada tanto en sus congregaciones con otros monos alrededor de los humanos como en sus interacciones con éstos, desempeña un papel más importante en la predicción de la escala del brote que la centralidad dentro de su propio grupo.
Esto se debe a que los macacos pueden congregarse en torno a la comida proporcionada por los humanos junto a otros macacos con los que, de otro modo, no interactuarían tan a menudo. El estudio reveló que estas situaciones parecen crear vías adicionales para la transmisión de la enfermedad y, por tanto, conducen a brotes más grandes.
Los investigadores creen que este trabajo podría ser vital para ayudar a identificar a los monos más sociables, que tienden a congregarse e interactuar más con los humanos. Si se les vacuna o se les aplica otro tipo de tratamiento médico, se podría proteger tanto a las poblaciones de macacos como a los seres humanos en las zonas donde viven cerca.
«La COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de comprender la transmisión de enfermedades infecciosas entre las poblaciones de animales salvajes en zonas urbanas y periurbanas. La expansión de la población ha aumentado el contacto entre los seres humanos y la fauna silvestre, y estas interfaces entre los seres humanos y la fauna silvestre están ampliamente reconocidas como puntos calientes para la transmisión de enfermedades entre una variedad de especies», ha comentado una de las líderes del estudio, la doctora Krishna Balasubramaniam.