Un estudio evidencia que las mujeres que congelan sus óvulos para preservar su fertilidad se sienten aliviadas

Las mujeres que congelan sus óvulos para preservar su fertilidad se sienten tranquilas y aliviadas tras realizar el proceso, según se desprende de una investigación presentada por Eugin en el 33º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Fertilidad, en la que se ha analizado la situación personal de las mujeres que vitrifican sus ovocitos por razones sociales.

La vitrificación social, es decir, la que no está asociada a razones médicas, permite posponer la maternidad y reducir la presión del reloj biológico hasta que las mujeres estén preparadas para ser madres. «Lo que nos transmiten es que sienten que están haciendo todo lo posible para tener un hijo con su propia genética en el futuro», ha dicho la ginecóloga de Eugin especialista en reproducción asistida y autora principal del estudio, María Jesús López.

La edad media para tener un hijo en España supera actualmente los 32 años, siete más que en 1980, cuando se situaba en 25. Asimismo, más de la mitad de las mujeres de entre 30 y 34 años y casi una de cada tres de entre 35 y 39 aún no han tenido hijos, aunque muchas se plantean tenerlos en el futuro.

En este sentido, el número de nacimientos de madres de 40 años o más ha crecido exponencialmente en los últimos 10 años. En términos relativos, mientras que en 2008 el 4,2 por ciento de los nacimientos fueron de madres de 40 años o más, en 2019 ese porcentaje llegó hasta el 9,7 por ciento.

La realidad científica es que la especie humana tiene un bajo índice reproductivo y que, a partir de los 35 años, la fertilidad de la mujer disminuye notablemente. La probabilidad de embarazo al mes es de alrededor del 10 por ciento y se reduce progresivamente hasta un 5 por ciento hacia los 40 años.

Esto supone que muchas mujeres estén recurriendo a tratamientos de reproducción asistida que implican la ovodonación (fecundación in vitro en la que se emplean óvulos de una donante) y, cada vez más, la congelación de sus propios óvulos a edades tempranas para usarlos en el momento en que decidan ser madres.

Asimismo, la investigación llevada a cabo por Eugin analiza también la situación actual de las mujeres que vitrificaron sus ovocitos en algún momento y que no habían recurrido a ellos todavía. El objetivo era entender su situación personal, además de sus intenciones con respecto al uso de sus óvulos. Para ello, se hizo una encuesta anónima a 92 mujeres a las que se les preguntó sobre situación de pareja, intentos de embarazo, intenciones de usar ovocitos y maternidad en solitario.

La media de edad en la que estas mujeres recurrieron a la vitrificación fue de 36 años, y el motivo principal la falta de pareja. En el momento del estudio, el 60,9 por ciento de las mujeres tenía una relación estable y, de ellas, el 90,6 por ciento se planteaba formar una familia. De entre las que no habían tenido pareja estable, el 57,6 por ciento había considerado la maternidad en solitario.

En cuanto a los embarazos, casi la mitad (42,3%) lo había intentado y, de ellas, cerca del 30 por ciento lo había conseguido sin recurrir a los ovocitos vitrificados. Además, entre las que ya tenían un hijo, el 60 por ciento valoraba la posibilidad de tener un segundo.

Finalmente, el trabajo ha puesto de manifiesto que, cinco años después de realizar el tratamiento de vitrificación, con una media de edad de 41 años, la mayoría (cerca de un 90%) no había cumplido su deseo de ser madre, pero valoraba la posibilidad de utilizar sus ovocitos congelados para ello.

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