Un estudio confirma que no hay relación entre la edad paterna y la incidencia de anomalías cromosómicas en embriones

Un estudio llevado a cabo por investigadores canadienses, y sobre el que se ha hecho eco la clínica MARGen de Granada, ha confirmado que no existe una relación entre la edad paterna y la incidencia de anomalías cromosómicas en los embriones, aunque la tasa de fecundación es algo más baja con los espermatozoides de los hombres de más de 50 años de edad en comparación con los más jóvenes.

«La clave para entender estos resultados es el hecho de que todos los embriones fueron concebidos con óvulos de mujeres jóvenes. Nuestras propias observaciones sugieren que los óvulos de las mujeres jóvenes tienen la capacidad de corregir varios problemas genéticos y epigenéticos de los espermatozoides. Por esta razón, desde hace años proponemos la donación de los óvulos de mujeres jóvenes para aumentar el éxito de la FIV en los casos donde existe una frecuencia elevada de espermatozoides con daños (fragmentación) de su ADN», han dicho los directores de la clínica MARGen de Granada, Jan Tesarik y Raquel Mendoza Tesarik.

Desde hace décadas cada vez son más parejas que posponen la edad de paternidad y varios estudios demostraron que esta tendencia disminuye las tasas de embarazo y de parto, principalmente a causa del deterioro de la calidad del ADN de los óvulos de la mujer. De hecho, la edad paterna media ha subido de los 27 años a los 31 años en las cuatro últimas décadas, y el porcentaje de los padres de más de 40 años ha subido del cuatro por ciento al nueve por ciento durante este periodo.

Con la edad, los óvulos de la mujeres pierden la capacidad de corregir errores en su propio ADN así como los en el ADN de los espermatozoides introducidos por la FIV. Una solución parcial de este problema es a utilización de la hormona de crecimiento durante la estimulación ovárica para la FIV.

La hormona de crecimiento mejora la capacidad de los óvulos de corregir las anomalías de tanto su propio ADN como del ADN aportado por el espermatozoide fecundante. Sin embargo, el tratamiento con la hormona de crecimiento nunca no podrá devolver la juventud a los óvulos de las mujeres de edad avanzada. Hacen falta otros tratamientos, a medida de cada pareja para alcanzar el resultado deseado: el nacimiento de un niño sano.

«Hay que analizar, hasta el más mínimo detalle, todos los aspectos de cada caso, incluyendo los valores hormonales, la ecografía pélvica y la histeroscopia de la mujer, así como el espermiograma y el índice de fragmentación del ADN de los espermatozoides del hombre, la edad de cada uno, la historia de la pareja, y la presencia de posibles patologías asociadas, tales como diabetes, problemas de la glándula tiroidea, hiperprolactinemia y otros problemas endócrinos, anomalías de la coagulación de sangre, problemas del sistema inmunitario, por citar solo las más corrientes. De acuerdo a los resultados de estos análisis se debe informar a la pareja de las probabilidades de alcanzar una descendencia sana mediante diferentes técnicas disponibles y evitando repeticiones del tratamiento», han zanjado los investigadores.

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