Un estudio apunta que la limpieza en los hospitales puede reducir la resistencia a los antibióticos

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Lund (Suecia) y el Instituto Tecnológico de Georgia (Estados Unidos) ha advertido de que la resistencia a los antibióticos puede ser consecuencia de prácticas higiénicas deficientes en hospitales u otros centros médicos.

La correcta higiene de las manos en el trabajo clínico es una piedra angular de la seguridad del paciente, pero su cumplimiento sigue siendo deficiente a pesar de que es una medida sencilla, segura y barata.

Los antibióticos salvan vidas y hacen posible gran parte de la medicina moderna. Pero las bacterias que desarrollan resistencia a los antibióticos ponen en peligro estos logros médicos, sobre todo cuando se propagan a través de los pacientes en los centros sanitarios.

Cuando un paciente toma antibióticos, inhibe cualquier bacteria del organismo sensible a los fármacos. Si ese paciente es portador de bacterias resistentes a los antibióticos, se crea un entorno en el que pueden prosperar.

Una buena higiene, tanto en la atención sanitaria como en la comunidad, es fundamental para el control de las infecciones. Esto es bien sabido. Pero lo que no está tan claro es cómo afecta la higiene (u otras medidas de control de la transmisión) a la evolución de la resistencia a los antibióticos.

En este trabajo, publicado en la revista científica Evolution Medicine and Public Health , los investigadores analizaron si la higiene debilita el efecto de la presión antibiótica sobre la evolución de la resistencia.

Los autores desarrollaron primero un modelo matemático de resistencia para predecir cómo una buena o mala higiene podría afectar a la rapidez con que aumenta la abundancia de bacterias resistentes debido al tratamiento antibiótico.

A continuación, contrastaron este modelo con la información sobre resistencia a los antibióticos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés). Los datos recogidos en 691 centros de cuidados de larga duración de 19 países europeos en 2013 sugieren que así es.

Los países en los que el personal de estos centros hacía un mejor uso de los productos para frotarse las manos a base de alcohol observaron un menor enriquecimiento de bacterias resistentes a los antibióticos, en este caso bacterias E. coli resistentes, por su uso de antibióticos.

Esto indica que el personal que mantiene limpios los hospitales y otros centros, como las residencias de ancianos, mediante formación y procedimientos, evitará que los pacientes adquieran bacterias resistentes de otras personas y, por tanto, las amplificaciones explosivas que aceleran la propagación de enfermedades resistentes a los medicamentos.

«La higiene de la atención sanitaria es una piedra angular de la buena práctica clínica. También es clave para la gestión de la resistencia a los antibióticos, ya que protege a los pacientes de la adquisición de cepas resistentes. Los profesionales sanitarios reconocen la importancia de la higiene, especialmente de las manos, pero se ha demostrado que su cumplimiento es deficiente. Por tanto, existe la oportunidad de mejorar este aspecto importante, aunque sencillo, de la gestión de la resistencia», ha comentado el autor principal del trabajo, Kristofer Wollein Waldetoft, del Instituto Tecnológico de Georgia.

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