Un estudio advierte de que la actividad física puede ser «un arma de doble filo» en la COVID-19 persistente
Los pacientes que padecen COVID-19 persistente reciben «consejos incoherentes» sobre cómo reanudar las actividades físicas, según un nuevo estudio realizado por la Universidad de Leeds (Reino Unido).
En la investigación, publicada en la revista científica International Journal of Environmental Research and Public Health , se observa que algunos profesionales de la salud recomiendan a los pacientes que aumenten gradualmente sus niveles de actividad física, pero los investigadores advierten de que esto podría dar lugar a un empeoramiento de los síntomas.
En su lugar, dicen que hay que animar a los pacientes a que «aceleren» su vuelta al ejercicio, haciendo lo suficiente para mantener sus reservas de energía y no provocar un recrudecimiento de los síntomas.
Los investigadores afirman que es probable que la actividad física ayude a las personas a recuperarse de la COVID-19 persistente, pero que hay que encontrar un delicado equilibrio entre hacer demasiado y no hacer lo suficiente.
«El desarrollo de programas de actividad física individualizados que puedan mitigar las consecuencias negativas para la salud de la inactividad física sin empeorar los síntomas de la COVID-19 persistente y que faciliten el retorno a la independencia debería considerarse una prioridad clínica», detallan los autores.
Como parte del estudio se encuestó a casi 500 personas con COVID-19 persistente. Por término medio, llevaban más de un año padeciendo la enfermedad. La gran mayoría (el 75%) declaró que la actividad física empeoraba sus síntomas, el 20 por ciento dijo que la actividad física a veces mejoraba los síntomas y a veces los empeoraba, el 1 por ciento señaló que los mejoraba, y el resto señaló que no tenía ningún efecto sobre los síntomas. Muchos de los encuestados afirmaron que cuando podían ser activos, eso les ayudaba a mejorar su salud mental y su bienestar.
«Muchos pacientes con COVID-19 persistente luchan por ser independientes y dependen de la familia, los amigos y los cuidadores para que les ayuden en las tareas de la vida diaria. Las personas no pueden trabajar o trabajan a tiempo parcial. La relación entre la actividad física y la afección no es similar a la de otras afecciones de larga duración, en el sentido de que presionar para que haya más actividad no siempre es bueno en la COVID-19 persistente, y es necesario que haya una planificación cuidadosa y un programa estructurado a medida para volver a ser activo», explica el líder del estudio, Manoj Sivan, que también es asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la rehabilitación de la COVID-19 persistente en Europa.
La encuesta analizó las fuentes de información que recibían los pacientes con COVID-19 persistente sobre la reanudación de la actividad física. Algo menos de la mitad (46%) recibió consejos de un profesional sanitario.
El segundo consejo más popular fue que los pacientes siguieran una terapia de ejercicio gradual, en la que la actividad se incrementa gradualmente para mejorar la tolerancia al ejercicio. Los investigadores afirman que la terapia de ejercicio graduado corre el riesgo de que algunos pacientes hagan demasiado, demasiado pronto.
El cuarto consejo más popular fue la vuelta al ejercicio a ritmo, que es la forma de terapia recomendada en la mayoría de los casos de COVID-19 de larga duración.
Los investigadores hacen un llamamiento a los responsables políticos para que se aseguren de que los profesionales sanitarios reciban un asesoramiento claro sobre cómo garantizar que las personas con COVID-19 persistente reciban el mejor consejo posible a la hora de recomendar formas de reanudar la actividad física.
La encuesta identificó el efecto devastador que la COVID-19 persistente ha tenido en los pacientes. Antes de la COVID-19, el 84 por ciento de las personas que participaron en el estudio cumplían las directrices sobre los niveles de actividad física. Con la COVID-19 persistente, esta cifra ha descendido al 8 por ciento.
Los investigadores afirman que es posible que algunos pacientes nunca puedan volver a los niveles de actividad física que tenían antes de infectarse con COVID-19 y que es necesario hacer hincapié en ayudar a las personas a ser independientes.