Un especialista señala la dificultad de realizar el diagnóstico de las arritmias por la brevedad de los episodios


El jefe de la Unidad de Arritmias del Hospital Universitario La Luz (Madrid), el doctor Juan Benezet, ha señalado la dificultad de realizar el diagnóstico de las arritmias, que son trastornos del ritmo normal del corazón que pueden manifestarse como latidos irregulares, rápidos o lentos, y abarcan desde episodios breves e inofensivos hasta situaciones que requieren atención médica urgente.

«En muchos casos, los episodios son breves y pueden no registrarse en un electrocardiograma convencional, ya que los síntomas suelen desaparecer antes de recibir atención médica. Además, es común que estos episodios se confundan con crisis de ansiedad, lo que retrasa el diagnóstico adecuado», ha afirmado Benezet, que pide a los pacientes que experimenten síntomas como palpitaciones, sensación de latidos irregulares, mareos o desmayos que acudan a un cardiólogo especializado en arritmias.

Tras ello, ha manifestado que las arritmias son más frecuentes en etapas avanzadas de la vida y, aunque algunas son benignas, otras pueden generar «complicaciones graves» en caso de no ser tratadas adecuadamente.

Una de las principales causas de las arritmias es el propio envejecimiento del corazón, aunque también existen otros factores de riesgo como la hipertensión arterial, las alteraciones hormonales o el estrés.

El especialista también ha apuntado que en algunos casos las arritmias pueden deberse a problemas estructurales en el corazón, como enfermedades valvulares o cicatrices provocadas por diversas circunstancias (procesos isquémicos o inflamatorios, intervenciones previas), e incluso los circuitos eléctricos anormales, presentes desde el nacimiento o adquiridos con los años.

«Identificar la causa específica es fundamental para elegir el tratamiento más adecuado», ha subrayado, tras lo que ha explicado que las arritmias se dividen en las supraventriculares, que se originan en las aurículas e incluyen la fibrilación auricular, el flúter auricular y las taquicardias por reentrada intranodal; y las ventriculares, más graves en muchos casos, se originan en los ventrículos y pueden poner en riesgo la vida si no se tratan a tiempo.

Asimismo, ha manifestado que la arritmia más común son los extrasístoles, unos latidos prematuros que pueden surgir tanto en las aurículas como en los ventrículos, y que «aunque generalmente son benignas, pueden ser molestas si se presentan con frecuencia».

Por otro lado, Benezet ha explicado que la fibrilación auricular es la arritmia sostenida más prevalente, y se asocia con un mayor riesgo de complicaciones graves como el ictus y la insuficiencia cardíaca, por lo que recomienda el seguimiento especializado por parte de un cardiólogo, que puede realizar un estudio completo e incluso plantear pruebas avanzadas cuando sea necesario, como estudios electrofisiológicos, que permiten analizar en tiempo real el comportamiento eléctrico del corazón y determinar el tipo de arritmia.

El tratamiento de las mismas depende tanto del tipo como de las causas, por lo que Benezet ha insistido en la necesidad de abordar los factores que las desencadenan, y es que una vez controlados «el tratamiento puede incluir medicamentos, procedimientos invasivos o una combinación de ambos».

Aunque los medicamentos antiarrítmicos pueden controlar los síntomas y prevenir nuevos episodios, también pueden tener efectos secundarios, por lo que es necesario un «control regular» por parte del especialista.

En caso de que estos medicamentos no sean suficientes o no supongan la mejor opción, se suele optar por estudios electrofisiológicos y ablaciones, procedimientos «mínimamente invasivos» que se realizan mediante la inserción de catéteres muy finos a través de la vena femoral para llegar al corazón.

«Durante el estudio, los especialistas inducen la arritmia para identificar su origen y, si es posible, realizar una ablación. Ablación que consiste en destruir las fibras responsables de la arritmia utilizando técnicas de calor (radiofrecuencia) o frío (crioablación), unos procedimientos que tienen una alta tasa de éxito y, en muchos casos, permite la eliminación definitiva de la alteración del ritmo cardíaco», ha concluido el doctor.

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