Un anticuerpo monoclonal reduce las crisis de asma en jóvenes que viven en ciudades, según un estudio
Un anticuerpo monoclonal, el mepolizumab, reduce los ataques de asma en un 27 por ciento en niños y adolescentes negros e hispanos que padecen una forma de asma grave, son propensos a los ataques de asma y viven en barrios urbanos de bajos ingresos, según ha demostrado un ensayo clínico de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos.
Esta población ha estado poco representada en anteriores ensayos clínicos sobre terapias para el asma. Los resultados se han publicado en la revista científica The Lancet .
Los investigadores del estudio llevaron a cabo un innovador análisis exploratorio de la actividad de los genes en las células recogidas de las secreciones nasales de los participantes en el estudio al principio y al final del ensayo para intentar explicar cómo funciona el mepolizumab y relacionarlo con su efecto clínico.
El anticuerpo redujo la actividad de tres redes de genes asociadas a la inflamación de las vías respiratorias y a los ataques de asma en la población del estudio, pero no redujo la actividad de otras seis redes.
«El asma se cobra un alto precio, especialmente entre los niños de color en edad escolar que viven en zonas urbanas. Los resultados de este estudio indican que se necesita más investigación para desarrollar terapias que reduzcan sustancialmente los ataques de asma entre estos niños», ha comentado el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID, por sus siglas en inglés), Anthony S. Fauci.
El asma está causada por la inflamación crónica de las vías respiratorias. Durante un ataque de asma, el revestimiento de las vías respiratorias se hincha, los músculos que las rodean se contraen y las vías respiratorias producen más mucosidad, estrechando considerablemente el espacio para que el aire entre y salga de los pulmones.
Los niños negros e hispanos que viven en entornos urbanos de bajos ingresos en los Estados Unidos tienen un riesgo particularmente alto de padecer asma propensa a los ataques. Estos niños suelen tener muchas alergias y están expuestos tanto a altos niveles de alérgenos de interior como a la contaminación relacionada con el tráfico, lo que puede hacer que su asma sea aún más difícil de controlar.
En un estudio anterior, MUPPITS-1 , los investigadores identificaron múltiples redes de genes funcionalmente relacionados que se activan conjuntamente y se asocian a las crisis de asma en niños y adolescentes que viven en entornos urbanos de bajos ingresos. Algunas de estas redes genéticas están específicamente asociadas a unas células llamadas eosinófilos.
Muchas personas con asma no tratada tienen un alto nivel de eosinófilos en la sangre y en las vías respiratorias. Se cree que estas células aumentan la inflamación de las vías respiratorias, lo que a su vez provoca daños en los tejidos, dificultando la respiración.
El mepolizumab, comercializado por GSK con el nombre de Nucala , está aprobado en EE.UU. para el tratamiento de personas de 6 años o más con asma eosinofílica y ha demostrado reducir los niveles de eosinófilos en sangre.
Los investigadores plantearon la hipótesis de que el mepolizumab suprimiría las redes genéticas específicas de los eosinófilos asociadas a los ataques de asma en los jóvenes urbanos negros e hispanos con asma eosinofílica, reduciendo así el número de ataques de asma en esta población.
Los investigadores plantearon además la hipótesis de que, al analizar las redes genéticas asociadas al asma durante el tratamiento, identificarían ciertas redes asociadas a respuestas más fuertes o más débiles al mepolizumab. El ensayo MUPPITS-2 se diseñó para comprobar estas hipótesis.
El equipo del estudio inscribió a 290 niños de entre 6 y 17 años cuyo asma era difícil de controlar, propensa a los ataques y caracterizada por altos niveles de eosinófilos en sangre. El 70 por ciento de los participantes eran negros, el 25 por ciento eran hispanos y todos vivían en barrios de bajos ingresos de nueve ciudades de Estados Unidos.
Los niños fueron asignados al azar para recibir una inyección de mepolizumab o un placebo una vez cada cuatro semanas durante 12 meses. No se supo quién recibió qué tipo de inyección hasta el final del ensayo.
El equipo del estudio recogió las secreciones nasales de los niños antes de que empezaran a recibir las inyecciones y al cabo de un año. El ARN, una forma de material genético, se extrajo de las células de las secreciones nasales y se secuenció y analizó para determinar la actividad de varias redes de genes. El equipo del estudio también recogió muestras de sangre de los participantes al principio y al final del ensayo y algunas veces entre medias.
El control del asma mejoró en todos los participantes del estudio, independientemente de si recibieron mepolizumab o placebo. Esto sugiere que, al participar en el ensayo, los niños se beneficiaron de las visitas frecuentes a la clínica y mantuvieron una mejor adherencia a los dispositivos manuales llamados inhaladores para el asma, que administran la medicación estándar a los pulmones para aliviar los síntomas del asma.
Como se esperaba, los científicos descubrieron que el mepolizumab reducía de forma segura y sustancial los niveles de eosinófilos en sangre de los niños y adolescentes tras un año de tratamiento. Sin embargo, esta reducción se tradujo en una disminución relativamente modesta del 27 por ciento en la tasa de ataques de asma en comparación con el grupo de placebo.