Solo la mitad de pacientes crónicos continuó su tratamiento en centros sanitarios durante el último cuatrimestre de 2020
Solo el 53,3 por ciento de los pacientes crónicos ha podido continuar su tratamiento en los centros ambulatorios y hospitalarios con normalidad desde la finalización del primer estado de alarma, mientras que el 44,3 por ciento ha sufrido algún cambio en su atención, según datos extraídos del Estudio del impacto de la COVID-19 en las personas con enfermedad crónica , impulsado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP).
«Cuando se inició la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 en nuestro país, comenzamos este estudio para conocer cuál estaba siendo el impacto en los pacientes crónicos y los datos que obtuvimos resultaron ser muy preocupantes, poniendo de relevancia que el sistema no había sido capaz de mantener la atención a las personas con una patología previa. «Con la continuidad de esta situación tan compleja, vimos necesario realizar una segunda fase de seguimiento que nos permitiera comprender la situación para concretar así propuestas de mejora de la atención sanitaria», ha explicado la presidenta de la POP, Carina Escobar.
De este estudio epidemiológico observacional dirigido a personas con enfermedad o síntoma crónico, se extraen datos como que el 62,9 por ciento de las personas encuestadas ha presentado síntomas originados por su enfermedad o síntoma crónico durante el periodo de análisis.Además, y continuando con los datos referentes a la atención sanitaria, se puede observar cómo, todavía un 25,2 por ciento de los pacientes declaran haber tenido dificultades para conseguir su tratamiento farmacológico.
Por otro lado, este estudio indica cómo el seguimiento del estado de salud y/o anímico por los diferentes niveles asistenciales ha evolucionado de forma positiva en los dos periodos analizados, destacando especialmente el rol de atención primaria: 4 de cada 10 pacientes han recibido seguimiento por su parte. En cuanto a la atención hospitalaria, este dato ha mejorado en 11 puntos, registrando un 29,4 por ciento.
Asimismo, respecto a la actividad de las asociaciones de pacientes, la percepción de los encuestados ha sido que su seguimiento se ha triplicado (14,9 por ciento) con respecto a la primera encuesta.Por otro lado, solo el 37,6 por ciento de los encuestados afirma haber recibido información específica sobre medidas preventivas según la enfermedad o síntoma cronificado, dato ligeramente superior, en comparación con la primera fase del estudio (34,6 por ciento).
Mientras que, en la primera fase del estudio, un 10 por ciento de los encuestados solicitó el aplazamiento de pruebas o intervenciones por miedo al contagio, en la segunda fase, este porcentaje se incrementa hasta alcanzar el 19 por ciento.
Aunque algunos aspectos referentes a la atención sanitaria se vieron reforzados durante la segunda fase, se continúa recogiendo un alto nivel de insatisfacción por parte de los pacientes encuestados, ya que, en comparación con la primera evaluación del estudio en el que el 28,1 por ciento de los pacientes crónicos afirmaba encontrarse insatisfecho por la atención sanitaria recibida, en la segunda ola este porcentaje se duplica alzando el 54,2 por ciento de los encuestados.
Como consecuencia de la falta de atención sanitaria y según el informe, que incluye la perspectiva de género, el doble de los encuestados en comparación con la primera fase (44,6 por ciento) percibe su salud en general como regular (27,5 por ciento) o mala (17,1 por ciento). En este sentido, son las mujeres quienes perciben mucho peor su salud (percibiéndola como regular y mala) al compararla con la de los hombres.
IMPACTO LABORAL Y ECONÓMICO
Los datos del estudio revelan que el impacto de la pandemia en la situación de los pacientes crónicos ha ido más allá de lo sanitario, afectando a su ámbito laboral y situación económica. El informe refleja que la opción del teletrabajo ha disminuido notablemente durante la segunda fase de evaluación pasando del 63,6 por ciento a un 18,9 por ciento. Esto ha supuesto que, una vez finalizada la etapa de confinamiento domiciliario, uno de cada dos participantes haya tenido que asistir a su puesto físico de trabajo a pesar de ser población de riesgo.
Igualmente, solo el 28,2 por ciento de los encuestados tiene reconocido legalmente un grado de discapacidad, «por lo que hay muchas personas con una enfermedad que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, invisibles porque no tienen reconocida una prestación social, ni reconocida su situación de vulnerabilidad y riesgo social», ha apuntado la presidenta de la POP.
Además, durante esta segunda ola, un 5 por ciento más de participantes solicitaron algún tipo de ayuda social, mientras que el porcentaje que contestó que pronto tendría que realizar dicha solicitud es, aproximadamente, 7 puntos porcentuales superior.
Tras la finalización del primer estado de alarma, el impacto emocional generado en los pacientes por la situación vivida ha mejorado respecto a la etapa anterior mostrando una menor dificultad para dormir, un gradiente menor de irritabilidad o de sentimiento de tristeza/infelicidad. Sin embargo, aumentó un 13 por ciento la percepción de soledad y en general, tras todo lo ocurrido por la pandemia de COVID-19, el 44,0 por ciento de los encuestados se siente pesimista de cara al futuro.