Sánchez dice que la ley «por sí sola no basta», anuncia una mesa con Cataluña y superar la deriva judicial
No cita la consulta que recoge el acuerdo con ERC, ni los cambios legales para adecuar la estructura del Estado que pactó con el PNV
El presidente del Gobierno en funciones y candidato a revalidar el cargo, Pedro Sánchez, ha asegurado hoy en el inicio del debate de investidura que para resolver el «conflicto catalán» la Ley «por sí sola no basta». Ha defendido el diálogo «dentro de la Constitución» para «superar la deriva judicial» que, ha dicho, «tanto dolor ha causado en la sociedad catalana y española» y de la que culpa al PP.
En su discurso, Sánchez ha anunciado la mesa de diálogo bilateral que ha pactado con ERC para que se abstengan en la investidura, asumiendo así parte de las demandas de los independentistas catalanes, como también ha hecho al denominar «conflicto político» a la crisis en Cataluña. Pero no ha mencionado la consulta pactada con el partido de Oriol Junqueras.
«Crearemos una mesa de diálogo bilateral entre el Gobierno de España y el Gobierno catalán» ha anunciado al término de su primera intervención. El objetivo, ha dicho, es «debatir dentro del marco constitucional» y poner fin a la «confrontación territorial».
Sánchez también ha pasado de puntillas por el acuerdo alcanzado con el PNV para que este partido le preste seis votos en la investidura. Se ha limitado a decir que colaborará con el Gobierno vasco para transferir las competencias pendientes y también para renovar el Estatuto vasco, eso sí, «siempre dentro del marco constitucional». Lo que no ha mencionado han sido los cambios legales para adecuar la estructura del Estado que ha incluido en el pacto del PSOE con el PNV y que ninguno de los dos partidos ha especificado aún.
ESPAÑA FEDERAL Y DESCENTRALIZACIÓN TERRITORIAL
Durante su discurso, el candidato socialista ha dejado clara su apuesta por la «descentralización territorial» y ha mencionado la «España federal» dentro de una «Europa federal», aunque no ha llegado a anunciar expresamente la reforma constitucional que sería necesaria para lograr esa España federal.
Pero sí ha anunciado su intención de llevar a cabo una «clarificación» de las competencias entre el Estado y las autonomías, así como su participación en las decisiones del Estado y de éste en las decisiones de las comunidades autónomas que afecten al interés general.
Se ha comprometido a reunir con periodicidad anual la Conferencia de Presidentes y a sacar adelante el sistema de financiación autonómica y también el local, para lo que ha pedido colaboración a la bancada de la oposición.
«RECONOCER AL OTRO Y SUS RAZONES» PARA RESOLVER «CONFLICTO CATALÁN»
Al margen de estos compromisos, Sánchez ha dedicado buena parte de su discurso en materia territorial a defender el diálogo con Cataluña. Así, ha defendido que parta del «reconocimiento del otro» y de la «atención a sus razones» porque en su opinión, no hay otra forma de «resolver» este contencioso.
«No hay otra vía que a través de un diálogo que se desarrolle dentro de la Ley. La ley por sí sola tampoco basta. La Ley es la condición, el diálogo es el camino», ha precisado Sánchez, quien considera que para comenzar a trabajar «honestamente» hay que partir de dos premisas: un diálogo «honesto» y amparado por la seguridad que otorga el «marco legal».
Para ello ha propuesto «retomar» lo que considera la «única vía posible», la de la política, el diálogo, la negociación y el pacto, «amparado» ha dicho, por «nuestra Constitución».
Pero no ha citado en ningún momento la consulta que ha pactado con ERC para que los independentistas catalanes permitan su investidura. Se ha limitado a insistir en que el diálogo político debe retomarse en el momento en que los caminos se separaron y las razones y los argumentos dejaron de escucharse y los «agravios comenzaron a acumularse».
LA CULPA DE RAJOY Y EL DOLOR DE LA JUDICIALIZACIÓN
Su propuesta es «retomar la senda de la política, dejando atrás la judicialización del conflicto». De hecho, Pedro Sánchez ha culpado de esa judicialización y de la crisis catalana al Gobierno anterior de Mariano Rajoy asegurando que se trata de una «crisis heredada», aunque afirma que la asume con «lealtad institucional» para devolverla a la política «dejando atrás la judicialización que tanto dolor y fractura ha causado en la sociedad catalana y española».
No obstante, ha apelado también a la «responsabilidad» de todos los partidos presentes en el Parlamento de «arrimar el hombro para reconstruir la cohesión dañada». Algo que considera que se debe hacer en torno a propuesta de «España diversa que se enriquece en la pluralidad de sus identidades, lenguas, culturas y personas».
El candidato socialista ha defendido que en España no existe un único modo de vivir la identidad nacional y ha recordado que esa circunstancia era conocida por los padres de la Constitución, que lo plasmaron en el artículo 2 de la Carta Magna.
Ha dejado claro que «los sentimientos no pueden imponerse por la fuerza» y que la «clave» de la cohesión consiste en «compatibilizar sentimientos diversos bajo unas mismas reglas de respeto». En este sentido, ha apuntado que existe un sector amplio de la población catalana que tiene un sentimiento de «agravio» respecto de las instituciones centrales, que no siente reconocida y respetada su personalidad.
También ha mencionado que existe otro sector igualmente amplio de la población catalana que se siente «ignorado o tratado injustamente» por las instituciones de su propia tierra. Y además, en otros puntos de España, ha recordado el «rechazo» a las acusaciones que vierten algunos líderes independentistas sobre la España Constitucional.
PLANTEA NO IMPONER SINO QUE CAMBIEN AMBAS PERCEPCIONES
Él, ha señalado, se incluye entre estos últimos y ha añadido que todos estos sentimientos pueden tener «mayor o menor fundamento racional», pero los considera «innegables» y además, cree que se trata del resultado de la «incapacidad política y el abandono de anteriores Gobiernos» de la vía política para resolver un conflicto que, ha recalcado, cree que es «político».
Pero ha insistido en que los sentimientos «ni se imponen, ni se prohíben» y que la solución no llega por imponer una percepción sobre otra, sino por un «cambio de ambas percepciones».
El candidato socialista ha lamentado que durante demasiados años se hayan estado consumiendo las energías colectivas en tensiones políticas que tienen que ver con la vertebración del modelo de convivencia. Algo que, ha afirmado, ha propiciado debilidades y desgastes acumulados en el sistema autonómico que se deben «corregir».
Ha admitido que el problema no se resolverá súbitamente, porque se trata de un «problema largamente larvado», pero ha apostado por resolverlo con «paciencia y constancia, templanza y responsabilidad, generosidad y empatía».
DEFENSA DEL PSOE COMO PARTIDO ESPAÑOL Esta defensa del diálogo para resolver la crisis de Cataluña ha venido precedida de una defensa del PSOE por parte de Pedro Sánchez. Tras recordar que representa a un partido con 140 años de vida, ha dejado claro que el PSOE es un «partido español, formado por compatriotas».
Algo que ha recalcado ante los abucheos de la bancada de la derecha: «si, lo repito, un partido español». Sánchez ha precisado que el PSOE ha contribuido con aciertos y con errores, a mejorar la vida de la sociedad y ha advertido a los partidos de derechas de que se equivocan al poner en duda el compromiso del PSOE con España.
Ha destacado que al PSOE le ha correspondido la formación del Gobierno por la voluntad de los españoles, que asumen el reto a pesar de las «zancadillas de la derecha» y les ha culpado de esperar a que sean otros los que aporten la solución: «No es nuestra historia, ha sido nuestro empeño tras elecciones 10 de noviembre», ha recalcado.