Sólo un 40% de niños vascos entre 4 y 14 años consumen frutas y verduras a diario tras la pandemia
Save the children destaca la situación «excepcional» de Euskadi, que cubre el comedor a «todos los hogares en situación de pobreza»
BILBAO, 6
Solo un 40% de los niños vascos con edades comprendidas entre los 4 y 14 años consumen frutas y verduras a diario tras la pandemia, según un estudio de Save the children. En el estudio, la ONG destaca, la situación «excepcional» de Euskadi, una Comunidad Autónoma del Estado que cubre el comedor a «todos los hogares en situación de pobreza».
Un año y medio después de la declaración del estado de alarma, el porcentaje de niños y adolescentes (4-16 años) con exceso de peso (sobrepeso u obesidad) en Euskadi era del 24,7%, cifra muy similar a la de antes de la pandemia que se situaba en el 25% de 2017, según el informe Adiós a la dieta mediterránea: nutrición y hábitos saludables de la infancia en Euskadi de Save the Children.
A su juicio, esta situación «se puede ver agravada» por el aumento de precios en verduras y frutas, «como consecuencia de la reciente inflación desbocada».
«La obesidad y el sobrepeso infantil son un grave problema de salud pública actual y futura. Los niños y niñas con exceso de peso tienen una gran probabilidad de convertirse en adultos obesos o con sobrepeso y un mayor riesgo de sufrir enfermedades (cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer), peor calidad de vida o morir de forma prematura», asegura el estudio.
Por ello, «adquirir buenos hábitos en la infancia es un seguro de vida para el futuro», según la directora de Save the Children en Euskadi, Charo Arranz.
El informe desarrolla un análisis de las causas del sobrepeso y obesidad infantil y, establece recomendaciones a partir de las necesidades detectadas en materia de nutrición y hábitos con el objetivo de mejorar la salud y calidad de vida de los niños, niñas y adolescentes en Euskadi.
NIVEL SOCIOECONÓMICO
Los principales determinantes de la obesidad y el sobrepeso en la infancia son la calidad de su alimentación, la actividad física que realizan o el número de horas que pasan durmiendo o frente a una pantalla, además de factores ambientales, culturales y biológicos -si sus padres y madres son obesos tienen más posibilidades de sufrir exceso de peso. Pero, según el informe «es, sobre todo, el nivel socioeconómico el que determina la salud nutricional de ese niño o niña y sus hábitos saludables».
Según recuerda, la última Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales (EPDS) mostraba que «el principal problema tenía que ver con el deterioro observado en el acceso diario de los grupos más desfavorecidos de la población menor de edad a una comida proteínica y a frutas y verduras».
Los datos confirmaban «un importante aumento», en el año 2020, de la proporción de niños vascos con problemas de acceso a una alimentación proteínica (3,4%), y al consumo diario de frutas y verduras (2,8%). En 2020, el 22,5% de los niños y niñas que viven en situación de pobreza real en Euskadi no tenían acceso a una comida proteínica diaria, y el 20,4% no podía acceder a fruta y verdura cada día. Estas problemáticas afectaban respectivamente al 7% y 4,8% de la población menor «en ausencia de bienestar».
El informe «Adiós a la dieta mediterránea» destaca que con la pandemia «se ha reducido el porcentaje de niñas y niños que consumen frutas y verduras en Euskadi», y si en 2017 lo hacía a diario más del 75% de entre 4 y 14 años, en septiembre de 2021 «este valor se redujo hasta el 40%».
En contrapartida, descendió también el consumo de productos nocivos, ya que la ingesta diaria de alimentos grasos se ha reducido en casi un 60%. «Una hipótesis acerca de esta reducción radicaría en las restricciones de movilidad y al cierre comercial y de espacios de ocio», según el estudio.
«RENTA BAJA»
Otras conclusiones apuntan que vivir en un hogar con renta baja en Euskadi «dispara la probabilidad de sufrir obesidad o sobrepeso en la infancia» ya que «cuentan con menos posibilidades de acceder a los alimentos necesarios para una dieta equilibrada, de sufragar actividades extraescolares o de ocio no sedentario o tratar problemas de salud como los trastornos de conducta alimentaria o las patologías bucodentales, estrechamente relacionadas con patrones alimentarios inadecuados».
Arranz afirma que la OMS recomienda un máximo de dos horas al día frente a una pantalla «para conseguir un desarrollo físico, psicológico y social adecuado», pero tras la covid-19 «casi se ha duplicado el porcentaje de niños que pasa más de dos horas al día frente a una pantalla», que ha pasado del 16% de 2017 al 28% en 2021. La tasa es mucho mayor en los hogares pobres, en los que «uno de cada dos niños y niñas superan el máximo de horas recomendado por la OMS».
Además, tras la pandemia, los niños y adolescentes vascos duermen 37 minutos menos de media, lo que supone una reducción del 6,5% en las horas medias de sueño, en comparación con 2017 (9,5 horas). En 2021, casi el 92% de los menores duermen menos horas de las recomendadas por la Asociación Española de Pediatría (AEP) (10 horas diarias de sueño entre los 3 y 18 años de edad), un 22% más que antes de la COVID-19.
La directora de Save the Children en Euskadi, Charo Arranz, cree que «cuantas más horas dedican a las pantallas» los niños y adolescentes,»menor es la probabilidad de realizar ejercicio físico y mayor la de consumir alimentos poco saludables». Más de la mitad de los niños y niñas que pasan más de 3 horas al día delante de una pantalla no hace ejercicio físico nunca.
Si se evalúan las desigualdades de renta relacionadas con la actividad física, en el 70% de los hogares de renta alta los niños y adolescentes practican actividades físicas o deportivas regularmente, (arias veces a la semana o al mes. Sin embargo, este nivel de actividad «sólo se consigue en un 30% de los hogares de renta baja».
COMEDORES ESCOLARES
Si se analizan los comedores escolares, el caso de Euskadi es «excepcional» en cuanto a cobertura respecto a becas, ya que es la única comunidad autónoma «que cubre a todos los hogares que se encuentren en situación de pobreza».
Por ello, tres de cada cuatro alumnos y alumnas (74,5%) de centros públicos de educación infantil utilizan el comedor escolar, un 78,3% en primaria y 36,1% en educación secundaria obligatoria. En el caso de los centros privados o concertados, los porcentajes se sitúan en un 71,4%, 68,3% y 44,6%, respectivamente.
«Los comedores escolares de calidad garantizan una comida saludable, pero no todas las familias pueden permitírselos. Las becas comedor democratizan el acceso a este servicio», según Arranz.
Save the Children recoge en su informe una serie de recomendaciones y buenas prácticas «para revertir los porcentajes de niños, niñas y adolescentes que sufren obesidad y sobrepeso infantil», entre ellas «llevar a cabo una evaluación de la Estrategia de Prevención de la Obesidad Infantil en Euskadi, y trabajar en el ámbito fiscal, por ejemplo, aplicando una fiscalidad más estricta a alimentos perjudiciales para la salud y una más beneficiosa a la alimentación saludable porque ya se ha demostrado que funciona».