Rueda, el sucesor que se estrena como cabeza de cartel con doble reto: dar aire a Feijóo y ganarse volar solo
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 26
El marchamo de presidente a dedo , aún avalado con la mayoría absoluta que los populares tienen en el Pazo do Hórreo, acompaña a Alfonso Rueda desde que hace año y medio heredó la Presidencia del Gobierno gallego y del PPdeG de manos de Alberto Núñez Feijóo. Pero parafraseando el lema con el que su antecesor entró en Monte Pío en 2009: «llegó el momento» y el 18 de febrero, Domingo de Piñata , Rueda (Pontevedra, 1968) se enfrenta a su primer test electoral como candidato.
Será cabeza de cartel con un reto político y personal: sumar una mayoría absoluta más en Galicia a las cuatro consecutivas logradas por Feijóo, la primera que él podrá reivindicar como propia. Si lo logra, nadie en el PP duda de que ganará en autonomía y volará solo de forma definitiva. Aunque ya ha dado pasos para tratar de marcar el «estilo Rueda , puesto que, como reconocen sus colaboradores, es muy diferente de su antecesor.
Si como icono de precampaña Feijóo apostaba por un banco azul para hablar «de tú a tú» con la ciudadanía, Rueda viaja con un bus en el que invita a cañas (sin alcohol). Su perfil político es distinto –se le atribuye «más franqueza» y ser «más claro y directo», incluso «más fácil de entender» que el de Os Peares– y ha articulado su propio equipo, con Paula Prado como secretaria general del PPdeG, tras 16 años a la sombra de Feijóo.
Por el momento, en clave de política interna, ha logrado mantener la paz en las filas populares e incluso se puede anotar uno de los hitos del año 2023 en la política autonomica: el paso a un lado negociado de Manuel Baltar que ha supuesto echar el cierre de una etapa histórica en la política ourensana, aunque el hasta hace pocos meses líder provincial continúa como senador como designación autonómica.
Pero dentro y fuera del partido se da por hecho que su futuro político está unido a lograr o no mantener el Gobierno autonómico en manos del PPdeG. Desde su equipo se destaca que experiencia no le falta para acometer sus propios logros y que su índice de conocimiento ha mejorado de forma significativa en año y medio. PSdeG y BNG lo admiten de manera ímplicita, mientras le acusan de «utilizar» para promocionarse los medios públicos.
«Con humor, trabajo y normalidad», Rueda se enfrenta, además, a sus primeras elecciones con otro reto: dar aire al liderazgo de un Alberto Núñez Feijóo tocado por no haber conseguido echar de La Moncloa al socialista Pedro Sánchez, tras generar altas expectativas de que ocurriría. En cualquier caso, Galicia le dio en las generales de los mejores resultados de España y en Génova se confía en que mantener el Gobierno autonómico es factible.
Y se actuará en consecuencia. De hecho, en la misma jornada en la que el presidente gallego anunciaba la convocatoria electoral del próximo 18 de febrero y reivindicaba que Galicia «decide su futuro con una hoja de ruta redactada aquí, sin mediadores ni hipotecas», desde Génova se avanzaba que Feijóo estará muy presente en la campaña gallega, incluso con caravana electoral propia y paralela a la del candidato.
EL CASTING DE 2006
Fuera de dudas está en el PP que una victoria el 18F reforzaría a Feijóo, pero también que permitiría ganar autonomía al propio Rueda y a su equipo, proporcionándole «desde la lealtad» una voz más fuerte y margen para diferenciarse. En realidad, para ninguno de los dos es una novedad ir de la mano: lo hacen desde la sucesión de Manuel Fraga en Galicia.
Así, la trayectoria del mandatario pontevedrés, «orgulloso» padre de dos hijas y licenciado en Derecho por la Universidade de Santiago de Compostela (USC), se ligó a la del ahora líder del PP en el año 2006, cuando después de una especie de casting entre dirigentes populares, el de Os Peares lo fichó para el segundo puesto más relevante del organigrama popular: el de secretario general.
Rueda tenía 37 años y tuvo que tomarse una excedencia de su plaza como secretario municipal del Ayuntamiento de Cambados –diez años después, en 2016 y ya en la Xunta, la cambió por la de Marín–. Había sido jefe de gabinete de Xesús Palmou (quien habló de él a Feijóo), además de ocupar altos cargos en el segundo nivel del organigrama de la Consellería de Xustiza.
Pero el vínculo de Rueda con la política no empezó con Feijóo, ni siquiera con el PPdeG, si bien fue presidente pontevedrés de Nuevas Generaciones, la organización juvenil ligada a los populares. En su caso se puede decir que el interés por la política lo heredó por ambas ramas genealógicas.
Es sobrino nieto del galleguista Ramón de Valenzuela, pero lo «ingrato» de la política lo conoció directamente, como ha reconocido en más de una ocasión, de la mano de su padre, José Antonio Rueda Crespo, quien fue concejal en Silleda, vicepresidente de la Diputación pontevedresa y senador como miembro de Alianza Popular.
UNA CAMPAÑA «EN POSITIVO»
Su padre le aconsejó que no se metiera en política con nulo éxito, aunque sí logró que primero se sacase una oposición para garantizarse «una alternativa» de vida. También le recomendó actuar con precaución y fiarse de gente seleccionada. Dicen que le hizo caso. Tiene fama de desconfiado y de ser duro de roer .
Pero al margen de su forma de ser, este político de buen trato e ingenioso con unas cañas y un pincho de tortilla delante, corredor, ciclista y motero en sus horas libres, fue durante diez años secretario general del PP gallego, un cargo poco amable y que no le ayudó precisamente a tejer amistades internas en el seno del PPdeG.
De hecho, le tocó convertirse en el poli malo entre 2006 y 2009, cuando a Feijóo se le reservaban todas las propuestas en positivo y él se encargaba de dar palos a la oposición, personificada en las figuras del presidente entonces, Emilio Pérez Touriño (PSdeG), o del vicepresidente del bipartito, Anxo Quintana (BNG), según el día.
Lo mismo denunciaba los «lujos» del «sultán de Monte Pío» que iba a una concentración organizada por Galicia Bilingüe contra la supuesta imposición lingüística del gallego. Sus rivales le ven como uno de los principales muñidores de una dura campaña que desembocó en la mayoría absoluta de 2009 que reabrió a los populares las puertas de San Caetano.
Ahora, su papel ha cambiado y otros son los responsables de los tejemanejes internos. Es el presidente de Galicia y deberá compaginar su cargo institucional con la faena más estrictamente partidista. Y como muestra, un botón: el pasado jueves, al tiempo que convocaba la cita con las urnas del 18F, la primera en la que él es candidato, apeló a una campaña «en positivo».