Rueda, el sucesor que salva la herencia de la mayoría absoluta de Feijóo y da aire a su liderazgo

Su primera victoria contundente le permitirá también ganar autonomía y consolidar su liderazgo al frente del PP gallego

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 26

Fue una jornada de nervios en el PPdeG, agudizada tras los datos de participación de la tarde, y después de una campaña de contrastes con un BNG que subía cada día en las encuestas. Pero el escrutinio de este 18F deja un sabor dulce para Alfonso Rueda, quien ha logrado salvar la herencia de la mayoría absoluta recibida de manos de Alberto Núñez Feijóo –con la pérdida de dos escaños– y reforzar su liderazgo. No ha pinchado.

Galicia, feudo popular por excelencia, permite sumar este 18F cinco mayorías absolutas consecutivas para el PP y da alas a un Feijóo que recorrió el territorio gallego durante 13 de los 15 días de una campaña en el que tuvo un protagonismo fuera de dudas. Sobre todo en la segunda semana, tras publicar varios medios un giro en su postura sobre el indulto a Carles Puigdemont, posteriormente matizado por él mismo.

Pero también permite a Rueda –y a su equipo, con Paula Prado como número dos y directora de campaña– superar su primer reto político y personal al sellar la victoria que todo líder necesita para consolidarse. Mantener el poder le permitirá superar el marchamo de presidente a dedo que le acompaña desde mayo de 2022, cuando tomó las riendas de la Xunta y del PPdeG después del salto de Feijóo a la política estatal.

En sus manos estará ahora soltar amarras definitivamente de su antecesor, ganar autonomía y volar solo. La duda está en qué grado se evidenciará en sus próximas decisiones políticas, empezando por el diseño de su gobierno, aunque las nuevas incorporaciones ya tienen su huella y dio pasos en los últimos meses encaminados a perfilar un estilo Rueda muy diferente al de Feijóo.

Si como icono de precampaña el de Os Peares apostaba por un banco azul para hablar «de tú a tú» con la ciudadanía, Rueda hizo la precampaña con un bus en el que invitaba a cañas (sin alcohol). Su perfil político es distinto –se le atribuye «más franqueza» y ser «más claro y directo», incluso «más fácil de entender» que el de Os Peares–.

Por el momento, en clave de política interna, ha logrado mantener la paz en las filas populares e incluso se puede anotar uno de los hitos del año 2023 en la política autonómica: el paso a un lado negociado de Manuel Baltar que ha supuesto echar el cierre de una etapa histórica en la política ourensana, aunque el hasta hace pocos meses líder provincial continúa como senador por designación autonómica.

Desde su equipo siempre se ha destacado que experiencia no le faltaba para acometer sus propios logros y que su índice de conocimiento había mejorado de forma significativa desde que asumió las riendas de la Xunta. La propia oposición lo ha reconocido de manera implícita de forma reiterada, mientras le acusaba de promocionarse a base de «utilizar» los medios públicos.

EL PP GALLEGO NO FALLA A FEIJÓO

Y si el PP gallego dio uno de los mejores resultados a Feijóo en las generales –aunque este siguió fuera de La Moncloa–, en las gallegas tampoco ha fallado y ha dado una nueva alegría a su jefe de filas, quien se implicó con fuerza en la campaña, al igual que el expresidente Mariano Rajoy. El mensaje se unificó tras el debate en la TVG y todos los dirigentes populares se concentraron en demonizar al BNG.

Ahora, Rueda tiene su propia victoria para hablar con más fuerza, pero quienes le rodean dan por hecho que, aunque tenga más margen para diferenciar su perfil, siempre lo hará con lealtad hacia el líder del PPdeG, quien no se perderá este lunes la foto en Galicia en la reunión de la Junta Directiva. No en vano, para ninguno de los dos es una novedad ir de la mano: lo hacen desde la sucesión de Manuel Fraga en Galicia.

Así, la trayectoria del mandatario pontevedrés, «orgulloso» padre de dos hijas y licenciado en Derecho por la Universidade de Santiago de Compostela (USC), se ligó a la del ahora líder del PP en el año 2006, cuando después de una especie de casting entre dirigentes populares, el de Os Peares lo fichó para el segundo puesto más relevante del organigrama popular: el de secretario general.

Rueda tenía 37 años y tuvo que tomarse una excedencia de su plaza como secretario municipal del Ayuntamiento de Cambados –diez años después, en 2016 y ya en la Xunta, la cambió por la de Marín–. Había sido jefe de gabinete de Xesús Palmou (quien habló de él a Feijóo), además de ocupar altos cargos en el segundo nivel del organigrama de la Consellería de Xustiza.

Pero el vínculo de Rueda con la política no empezó con Feijóo, ni siquiera con el PPdeG, si bien fue presidente pontevedrés de Nuevas Generaciones, la organización juvenil ligada a los populares. En su caso se puede decir que el interés por la política lo heredó por ambas ramas genealógicas.

Es sobrino nieto del galleguista Ramón de Valenzuela, pero lo «ingrato» de la política lo conoció directamente, como ha reconocido en más de una ocasión, de la mano de su padre, José Antonio Rueda Crespo, quien fue concejal en Silleda, vicepresidente de la Diputación pontevedresa y senador como miembro de Alianza Popular.

DEL POLI MALO DEL PP A UNA NUEVA DIMENSIÓN DEL PERFIL INSTITUCIONAL

Su padre le aconsejó que no se metiera en política con nulo éxito, aunque sí logró que primero se sacase una oposición para garantizarse «una alternativa» de vida. También le recomendó actuar con precaución y fiarse de gente seleccionada. Dicen que le hizo caso. Tiene fama de desconfiado y de ser duro de roer .

Pero al margen de su forma de ser, este político de buen trato e ingenioso con unas cañas y un pincho de tortilla delante, corredor, ciclista y motero en sus horas libres, fue durante diez años secretario general del PP gallego, un cargo poco amable y que no le ayudó precisamente a tejer amistades internas en el seno del PPdeG.

De hecho, le tocó convertirse en el poli malo entre 2006 y 2009, cuando a Feijóo se le reservaban todas las propuestas en positivo y él se encargaba de dar palos a la oposición, personificada en las figuras del presidente entonces, Emilio Pérez Touriño (PSdeG), o del vicepresidente del bipartito, Anxo Quintana (BNG), según el día.

Lo mismo denunciaba los «lujos» del «sultán de Monte Pío» que iba a una concentración organizada por Galicia Bilingüe contra la supuesta imposición lingüística del gallego –que ha recuperado como caballo de batalla en esta campaña–. A él se le ve como uno de los principales muñidores de una dura campaña que desembocó en la mayoría absoluta de 2009 que reabrió a los populares las puertas de San Caetano.

Ahora, su papel ha cambiado y otros son los responsables de los tejemanejes internos. Es, y una vez se ratifique el apoyo del Parlamento gallego, lo que sucederá salvo sorpresa al contar con la mayoría absoluta seguirá siendo el presidente de Galicia.

A Rueda aún parece costarle asumir el perfil más institucional y se mueve mejor en la crítica a sus rivales que en la exposición de medidas. Desde su entorno bromean con que no pasaría nada si leyese los papeles «un poco más» e improvisase «algo menos». En todo caso, la nueva mayoría absoluta le amplía el margen para «practicar» y buscar su traje a medida como presidente durante otros cuatro años.

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