La prevención primaria en salud mental ayuda a reducir en más del 30% la incidencia de trastornos mentales en España

La prevención primaria en salud mental ayuda a reducir en más del 30 por ciento la incidencia de trastornos mentales en España, según ha expresado el director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, el doctor Celso Arango, en un encuentro organizado por Lundbeck.

Tal y como ha explicado, hay tres tipos fundamentales de prevención en salud mental: primaria, secundaria y terciaria. «Tradicionalmente, en psiquiatría hemos hecho prevención terciaria, es decir, la que consiste en que una vez que la persona tiene un trastorno mental crónico intenta que tenga la mejor calidad de vida posible», comenta el doctor Arango. Asimismo, está la prevención secundaria, mediante la que, nada más iniciarse el trastorno con el primer episodio depresivo o psicótico en una esquizofrenia, se mejora el pronóstico de la patología. Respecto a la prevención primaria, el doctor resalta que «es la más ambiciosa porque es la que reduce la incidencia».

«La prevención primaria en psiquiatría no es ciencia ficción y hay múltiples intervenciones y formas de hacer las cosa que han demostrado que se puede reducir la incidencia, es decir, el número de casos nuevos, de personas con algunos tipos de trastornos mentales», ha comentado el doctor, para añadir que la prevención primaria es la «asignatura pendiente» de la psiquiatría.

Para el psiquiatra, hay varios tipos de intervenciones de prevención primaria en salud mental. La primera de ellas es la implantación de programas de aprendizaje socioemocional en los colegios. Al hilo, advierte de que, en las escuelas, el aprendizaje es «muy intelectual» y no incluye «la resolución de problemas, la gestión de la frustración, o el respeto a la diversidad». «Si un niño tolera mejor la frustración, se previene la depresión en un futuro», comenta.

La segunda de ellas es la prevención primaria universal durante el embarazo, es decir, el seguimiento de la madre durante la gestación para evitar problemas mentales de los niños en el futuro. En tercer lugar, se encuentra la prevención primaria selectiva, en la que se identifica a un grupo de personas con un factor de riesgo que aumenta las posibilidades de trastorno mental, como mutaciones genéticas. Una vez identificados, se les hace un seguimiento y se les aplican programas para evitar factores desencadenantes, como la gestión del estrés o el control para que no tomen cannabis.

En cuarto lugar se sitúa la prevención primaria indicativa, que se aplica sobre personas que tienen algún signo o síntoma, pero que no tienen el trastorno mental. «Si conseguimos abordar esos síntomas, podemos evitar una depresión o una esquizofrenia o, si se desarrolla, disminuir su gravedad», asegura el psiquiatra.

«Algunos factores de riesgo no se van a poder modificar, por ejemplo los genéticos, pero otros muchos, como los ambientales, sí son modificables», apunta. Por ejemplo, la detección de abuso sexual en la infancia o de acoso escolar reduce la incidencia de depresión en el futuro. «Por ejemplo, en un estudio, en vez de randomizar pacientes, hemos randomizado colegios. Unos recibían una intervención para reducir el acoso escolar y el otro 50 no lo recibía. La conclusión fue que se puede prevenir el acoso en los colegios y se puede reducir en niños con necesidades educativas especiales, que tienen más riesgo», añade.

Además, estos planes de prevención primaria son coste-eficientes. «No solo reducen la incidencia (número de casos), sino que le ahorran dinero al sistema público. Pero el problema es que vivimos en países muy cortoplacistas, y estas son estrategias cuyos resultados se en el largo plazo. Por ejemplo, un buen cuidado de una embarazada reduce el riesgo de trastorno mental 20 años más tarde», señala Arango.

Por su parte, la doctora Verónica Olmo, del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), ha defendido la importancia de los médicos de Atención Primaria (AP) en esta prevención. «Tenemos mayor visión psicosocial del trastorno mental, y conocer el contexto del paciente nos puede ayudar a detectar factores de riesgo», resume.

Con todo, ha denunciado que los médicos de AP no están formados ni tienen los recursos necesarios para actuar en salud mental. «En AP necesitamos esa formación y esos recursos, y es el momento de implementar esos programas de prevención. En el área médica no hay un programas de prevención para los trastornos de salud mental. Aunque lo hubiera, no hay tiempo de llevarlos a cabo en los 7 minutos que tenemos por paciente.», comenta Olmo, que también ha incidido en la importancia de la figura de la enfermera escolar para llevar a cabo una labor de prevención en la población infantojuvenil.

Por todo ello, para la médica de AP es «crítica y fundamental» la formación continuada de los de los profesionales sanitarios. «Todos estos problemas emergentes no los conocemos, por lo que necesitamos aumentar esa formación», detalla. Por otro lado, ha incidido en la importancia de la implantación del psicólogo clínico en AP para el tratamiento de trastornos mentales leves y moderados, «como así indican las guías clínicas».

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