Repsol, la segunda petrolera más ambiciosa del mundo en sus objetivos climáticos, según Carbon Tracker
Repsol figura como la segunda petrolera más ambiciosa del mundo en sus objetivos climáticos, con su estrategia para ser una compañía con cero emisiones netas en el año 2050, según el último informe del think tank financiero Carbon Tracker.
El informe destaca que el compromiso de Repsol de un recorte del 30% para 2030 hace que la compañía dirigida por Josu Jon Imaz escale hasta esa segunda plaza.
Tan sólo supera en el ranking a la energética española la italiana Eni, que tiene una política climática más fuerte, ya que apuesta por un recorte del 35% para 2030, por encima de su objetivo anterior del 25%.
Eni y Repsol se sitúan en la clasificación de ambición climática en el sector petrolero por delante de TotalEnergies y bp, que ocupan el tercer y cuarto puesto, respectivamente.
Repsol cuenta con una exigente senda de descarbonización que prevé una reducción del Indicador de Intensidad de Carbono de un 15% en 2025, un 28% en 2030 y un 55% en 2040.
En el periodo comprendido en su plan estratégico 2021-2025, la compañía presidida por Antonio Brufau destinará un 35% de la inversión, 6.500 millones de euros, a proyectos bajos en carbono, un porcentaje que se encuentra por encima de los de empresas comparables.
Además, la hoja de ruta del grupo apuesta también por acelerar su apuesta por las energías renovables, hasta una capacidad instalada de 6 gigavatios (GW) en 2025 y hasta 20 GW en 2030.
El informe de Carbon Tracker evalúa y clasifica las políticas climáticas de las 15 mayores empresas del sector oil&gas que cotizan en Bolsa.
El think tank advierte de que los objetivos netos cero no son suficientes para que las empresas se alineen con París, y que necesitan límites absolutos en las emisiones futuras y objetivos intermedios significativos.
Asimismo, señala que establecer objetivos apropiados es solamente «el primer paso»; ya que el enfoque para lograr reducciones de emisiones debe ser «creíble» para garantizar que se produzcan las reducciones indicadas y que no aumente la exposición de los accionistas a los riesgos de transición.
Además, considera que las desinversiones de activos no deben utilizarse para justificar la inversión continua en nuevos activos fósiles.