Recuperarse del trauma y reencontrarse con sus familias: la vuelta de los menores no acompañados a Etiopía

La vuelta después de emigrar no es fácil y, en el caso de los menores no acompañados, la situación se complica. Unos 22.000 de estos menores han regresado a Etiopía en los últimos cuatro años, con varios cientos de retornos en los últimos meses, en los que la movilidad se ha visto reducida en todo el mundo por la pandemia de COVID-19.

Un 81 por ciento de los menores que vuelven solos a Etiopía son varones, pero entre el medio millar que han regresado desde el inicio de la pandemia, el dato se ha dado la vuelta y hay un 65 por ciento de mujeres. La edad varía entre los 10 y los 17 años, pero nueve de cada diez tienen al menos 15 años, según fuentes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) consultadas por Europa Press.

La mayoría se fueron de Etiopía por propia voluntad, en busca de un futuro mejor y con la vista puesta principalmente en los países del Golfo, especialmente Arabia Saudí, destino para la gran mayoría de quienes dan el salto desde la zona sur de África. Las autoridades saudíes deportan cada año de media a unos 10.000 migrantes etiopes de todas las edades.

Los retornos, sin embargo, también llegan desde países de tránsito como Yibuti, Somalia y Yemen, en el caso de la ruta hacia Arabia Saudí, y desde Tanzania, Mozambique y Zambia, para quienes aspiran a llegar en última instancia a Sudáfrica, el país preferido para quienes toman rumbo al sur.

EL TRAUMA DEL VIAJE

La OIM les brinda a todos ellos asistencia a su llegada, ya que muchos de estos niños requieren apoyo médico o psicológico tras un viaje complicado. Algunos ni siquiera recuerdan datos de parientes o posibles contactos por el trauma que arrastran, lo que complica una reunificación familiar en la que se comienza a trabajar ya desde los centros donde guardan cuarentena a su vuelta.

En esta fase es clave la labor de asistentes sociales como Tirusew Getachew, que trabaja para el Ministerio de Mujer, Infancia y Juventud de Etiopía gracias al respaldo del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Personas como ella acompañan personalmente a los menores a sus lugares de origen, donde se reúnen con autoridades locales e investigan «posibles nombres, direcciones y números de teléfono de potenciales familiares».

La OIM cubre los costes de estos viajes, al tiempo que proporciona una pequeña ayuda económica a los padres o tutores que terminen haciéndose cargo de estos menores, a los que también se les recoge muestras a su vuelta a Etiopía para determinar posibles filiaciones biológicas.

La ministra de Infancia, Alemitu Umod, reconoce que «el impacto que tienen los servicios de rastreo y reunificación familiar que proporcionan la OIM y sus socios, especialmente para los niños migrantes, es incomparable». «A veces, los menores no acompañados vuelven con un grave estrés psicosocial, después de haber sufrido traumas en sus viajes», admite.

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