Psiquiatra reivindica la importancia de la actividad física para tratar la depresión grave
La psiquiatra de la red de salud mental de Álava, Nagore Iriarte, ha afirmado que la actividad física, diseñada y supervisada por educadores físico-deportivos, es «una parte fundamental» en el abordaje de la depresión grave por «su impacto positivo en los síntomas de la enfermedad», ya que «ayuda de manera muy notable a mejorar el estado de ánimo y reduce la ansiedad».
Así se ha pronunciado la experta durante el taller Actividad Física y Depresión, impartido en el XXIX Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría. La doctora Iriarte ha participado en la exposición junto con Sara Maldonado-Martín, doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte del Departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad del País Vasco y con el especialista también en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la misma universidad, Mikel Tous-Espelosin.
Las especialistas han abogado por «implementar y extender en los servicios de salud mental la prescripción de ejercicio físico reglado como parte fundamental del tratamiento» y han puesto de manifiesto, en este sentido, «la importancia» del ejercicio físico en el manejo del trastorno depresivo mayor, que es una enfermedad muy prevalente (3.9% de la población lo padece en España) y es muy discapacitante.
«Se caracteriza por una tristeza profunda y una pérdida del interés; además de una amplia gama de síntomas emocionales, cognitivos, físicos y del comportamiento como irritabilidad, el llanto, el aislamiento social, la pérdida del interés y del placer de las actividades en la vida cotidiana. También se caracteriza por manifestar sentimientos de culpa e inutilidad», ha descrito la doctora Iriarte.
«La principal característica, a diferencia de otros trastornos depresivos, es que los síntomas del trastorno depresivo mayor traen consigo disfunción a nivel familiar, social y laboral, que impiden e incapacitan al paciente para realizar las tareas del día a día a día y por eso es considerada una enfermedad mental grave», ha ilustrado Iriarte.
Así, la experta ha detallado que los tratamientos que se emplean para su abordaje «son terapias psicológicas y terapias farmacológicas con antidepresivos». Actualmente, además, «se están realizando otras intervenciones como la actividad física supervisada, que ya puede considerarse una parte importante del tratamiento del trastorno depresivo mayor», ha garantizado.
En este contexto, Maldonado-Martín y Tous-Espelosin, han afirmado que numerosos estudios ya «han demostrado que el ejercicio físico es una herramienta fundamental, principalmente, tanto para prevenir cómo ayudar la obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y cáncer, entre otras; pero también para reducir los síntomas de la depresión, la ansiedad y reducir el deterioro cognitivo, mejorar la memoria, y potenciar la salud cerebral». Así, añaden que el ejercicio físico tiene innumerables beneficios que podrían «venir muy bien» especialmente a personas con trastorno depresivo mayor, y también en el abordaje de otras patologías de salud mental».
CÓMO ACTÚA EL EJERCICIO FÍSICO EN EL ORGANISMO Y CEREBRO
Por su parte, Maldonado-Martín ha especificado que «el desconocimiento del poder del ejercicio físico es porque se cree que solo es una acción músculo-esquelética». Sin embargo, ha continuado, cada vez que se realiza la contracción muscular se segrega una cantidad de hormonas que hacen un efecto sincrónico en diferentes órganos a la vez».
Al mismo tiempo, explica, «hacen su efecto en el hueso, en el hígado y en las células grasas; estimulando, por tanto, los metabolismos de la glucosa y los lípidos, por ejemplo». Este efecto, prosigue, también incluye al cerebro. «Esto no se puede conseguir con ninguna pastilla», ha indicado. Si no se hace ese ejercicio físico, no se van a segregar esas hormonas, llamadas mioquinas, ha evidenciado la experta en actividad física, quien ha advertido de que las personas con trastornos mentales graves no suelen llevar hábitos saludables de vida, lo que complica el pronóstico de la enfermedad.
«Hay que tener en cuenta que las personas con enfermedad mental suelen tener hábitos tóxicos y esto, unido a la farmacoterapia necesaria crea un ambiente más tóxico aún», especifica Maldonado-Martín. «Los efectos secundarios que pueden generar esos fármacos, la falta de actividad física y el consumo de sustancias (alcohol, tabaco y/o drogas), generan un ambiente denominado obesogénico, que puede complicar el transcurso de la enfermedad, y el ejercicio físico prescrito por un especialista es una gran arma terapéutica», ha apostillado.
En esta línea, la psiquiatra Iriarte ha abogado por el denominado Life Style Psiquiatry , «que, junto a un tratamiento psicofarmacológico y psicoterapéutico, es un modelo de tratamiento psicosocial en el que es muy importante tener en cuenta varios factores, como la regulación del sueño, la dieta, el ejercicio físico, el manejo del estrés, entre otras cuestiones». «No podemos pensar que un trastorno depresivo no se trata con actividad física o no se trata con el manejo del sueño o la dieta porque es necesario un modelo biopsicosocial», ha aclarado.
A nivel cerebral, el ejercicio físico genera la secreción de beta-endorfinas, que están relacionadas con el placer y con la sensación de bienestar, y produce disminución de los síntomas depresivos. También, según ensayos clínicos realizados, aumenta factores neurotróficos como el BDNF, relacionado con la neurogénesis en áreas concretas del cerebro, según la psiquiatra.
«Además, la actividad física es una de las maneras que podemos utilizar para que el paciente comience una planificación cognitiva de horarios porque no solo es ir hacer ejercicio, sino establecer rutinas de control del tiempo para comer o dormir, promoviendo hábitos de vida saludables», ha expuesto Iriarte.
DIRECTRICES DE LA OMS
Por último, Tous-Espelosin ha hecho hincapié en que el ejercicio físico empleado como terapia en salud mental, y en cualquier disciplina sanitaria, tiene que «ser estructurado, reglado, supervisado y dirigido y diseñado por educadores físicos».
Así, ha remarcado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto recientemente el foco de interés en la actividad física y en la salud mental, a tenor de las recomendaciones pubicadas recientemente sobre la actividad física para la salud, en las que se ha incluido a población general y personas con discapacidad, como las personas que padecen enfermedades mentales.
«La pandemia provocada por la COVID-19 ha sacado a la luz la importancia que la actividad física tiene sobre el organismo, pero también en la salud mental, tanto de pacientes con enfermedades psiquiátricas y psicológicas como de población sana», ha detallado el experto.
De esta forma, el experto en actividad física ha informado de que, tanto en población general como en personas con enfermedad mental, «se debería acumular a lo largo de la semana un mínimo de 150-300 minutos de actividad física aérobica moderada, o bien un minino de 75-150 minutos de intensidad aeróbica vigorosa. Se ha observado que con una combinación de ambas intensidades se obtienen mayores beneficios», ha concluido.