Psicólogas aconsejan reducir la exposición a noticias negativas para evitar angustia y miedo
VALÈNCIA, 2
Las doctoras en Psicología y profesoras de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) Arantxa Duque Moreno y Paula Martínez López han elaborado un decálogo de consejos para afrontar el confinamiento y recomiendan, entre otras medidas, reducir la exposición a la información sobre el coronavirus a un único momento del día para evitar que la sobreexposición a noticias negativas genere angustia, miedo e indefensión.
Según estas expertas, el aislamiento en el hogar puede provocar una respuesta frecuente y totalmente normal de malestar emocional. Durante el periodo inicial de aislamiento suelen aparecer estados de incertidumbre ante la novedad de la situación, confusión ante tanta información, incredulidad o negación de lo vivido, agitación, miedo al contagio, indefensión por la falta de control ante lo que está ocurriendo, llegando incluso en los casos más extremos a presentar pánico o ansiedad clínicamente significativa.
Asimismo, indican que «conforme pasen los días y el periodo de confinamiento se vaya prolongando, los sentimientos de indefensión pueden ir en aumento», y «dar paso a otras emociones como la soledad entre aquellos que viven solos, apatía, anhedonia o tristeza», ha indicado la VIU en un comunicado.
La buena noticia es que la mayoría de las personas van a remontar esta situación por sí solas. La clave está en la «aceptación» de lo que está pasando, entenderlo y saber cómo uno se siente en cada momento «es fundamental para protegerse del estrés y mantener el nivel de bienestar emocional: «Debemos escucharnos y normalizar todas nuestras emociones», afrman las expertas.
Las dos psicólogas destacan el riesgo al que se enfrentan las personas mayores que viven solas –según datos del INE en España de las cerca de 4.732.000 personas que viven solas, casi la mitad (un 43,1%) tienen más de 65 años– y los riesgos de estar expuesto a un exceso de información.
La exposición prolongada a noticias de carácter negativo, según las expertas, genera en las personas sentimientos de malestar emocional (angustia, miedo, indefensión) y favorecen también la presencia de pensamientos catastróficos y preocupaciones recurrentes.
Su recomendación es evitar la sobreexposición a esta información y establecer un único momento del día para informarse sobre el Covid-19, dedicando el resto del día a seguir las rutinas programadas.
La presencia de pensamientos de tipo catastrófico o preocupaciones recurrentes sobre diferentes temas (la salud o el trabajo) pueden ser habituales y es conveniente «identificar y controlar cada uno de estos pensamientos». Hay que aprender a detenerlos en el momento mismo en que surgen e intentar reconducirlos o llevarlos a la situación presente, «donde la realidad con toda probabilidad es menos trágica».
Otro de los puntos que defienden ambas psicólogas es la importancia de generar rutinas. Es importante mantener los hábitos de higiene, trabajo y de ocio, adaptándolos a la situación actual, según Arantxa Duque, que combina su labor profesional con su faceta docente en la Universidad Internacional de Valencia, donde es profesora del Grado en Psicología y del Máster Universitario en Neuropsicología Clínica.
LA VULNERABILIDAD DE LAS PERSONAS MAYORES
La gente mayor que vive sola es un sector de la población de riesgo, ya que además del propio riesgo a contraer la enfermedad, son más vulnerables al desarrollo de cuadros emocionales que la población general.
«La disminución drástica de las actividades diarias fuera de casa, la baja estimulación sensorial derivada del propio aislamiento en casa y un evidente descenso de las relaciones sociales agravan el riesgo de que aparezcan cuadros emocionales negativos», apunta Paula Martínez, profesora del Grado en Psicología y del Máster Universitario en Prevención de Drogodependencias y otras Conductas Adictivas de la Universidad Internacional de Valencia.
Asimismo, el hecho de verse como la población de mayor riesgo puede llevar a una percepción aún más negativa de la situación, lo que contribuye a que las sensaciones de miedo, frustración y soledad aumenten.
En el caso sentirse desbordado a nivel psicológico por esta situación, es recomendable contactar con profesionales de la psicología que ante esta situación se han movilizado para realizar consultas en formato online.
ESFUERZO EN EL AISLAMIENTO CON NIÑOS
Por otra parte, advierten también de que afrontar el aislamiento con niños supone también un esfuerzo emocional y apuntan que la clave para que la situación sea más llevadera es la creatividad y el planteamiento de actividades nuevas o con un funcionamiento diferente.
«Es muy conveniente hablar con los niños de lo que está sucediendo y preguntarles directamente de qué información parten, así como sus dudas o sus emociones respecto al coronavirus para poder aclararles todo lo que les pueda perturbar», indican. Lo más importante en este caso es corregir la información equivocada, informarles sobre los síntomas más frecuentes, comunicarles que la enfermedad es peligrosa y, sobre todo, transmitir calma y seguridad.
Tampoco hay que olvidar las rutinas, que son «esenciales en la población infantil y no deben perder sobre todo aquellas que ayudan a organizar momentos del día como la hora de levantarse y acostarse, la hora de las diferentes comidas, la hora de hacer deberes y tareas escolares, la hora de jugar o de ver la tele».
PERSONAS CON PATOLOGÍAS PREVIAS
Ambas expertas han indicado que «otra población en riesgo son aquellos pacientes que ya presentaban patologías psicológicas previas».
En este sentido, el tiempo que una persona permanezca sin desarrollar un trastorno emocional por el confinamiento depende no solo de la duración del propio aislamiento, sino también de otros factores como los recursos con los que la persona cuente para hacer frente a la situación, problemas previos de salud mental (depresión, hipocondría) o familiares (familias con problemas de convivencia previos o personas que viven solas).
Entre los factores de protección psicológicos más importantes se encuentran determinados rasgos de personalidad, estrategias de afrontamiento o la percepción de apoyo social.