No hay pruebas de un aumento del riesgo de suicidio en los primeros meses de la pandemia, según estudio
Un nuevo estudio observacional publicado en la revista The Lancet Psychiatry ha examinado los suicidios ocurridos durante la fase inicial de la pandemia de COVID-19 en múltiples países y ha concluido que el número de suicidios permaneció en gran medida sin cambios o disminuyó en los primeros meses de la pandemia.
Pocos estudios han examinado los efectos de los brotes de enfermedades infecciosas generalizadas sobre el suicidio. En este nuevo estudio participaron unos 70 autores de 30 países que son miembros de la Colaboración Internacional de Investigación para la Prevención del Suicidio COVID-19 (ICSPRC, por sus siglas en inglés), creada para compartir conocimientos sobre el impacto de la pandemia en el suicidio y el comportamiento suicida, y asesorar sobre formas de mitigar cualquier riesgo.
El trabajo utilizó datos de suicidios en tiempo real obtenidos de fuentes oficiales para determinar si las tendencias en los recuentos mensuales de suicidios cambiaron tras el inicio de la pandemia. Compararon las cifras de suicidios mensuales antes de la COVID-19 (estimadas mediante la modelización de los datos disponibles desde al menos el 1 de enero de 2019 hasta el 31 de marzo de 2020, y en algunos casos desde el 1 de enero de 2016) con las cifras observadas en los primeros meses de la pandemia (desde el 1 de abril de 2020 hasta el 31 de julio de 2020) para determinar cómo cambiaron las tendencias de suicidio durante la pandemia. El estudio incluyó 21 países y regiones (16 de renta alta y 5 de renta media-alta), incluyendo datos de todo el país en 10 países y datos de 25 áreas específicas en 11 países.
Los autores no encontraron pruebas de un aumento del número de suicidios en los primeros meses de la pandemia en ninguno de los países incluidos. En 12 zonas había pruebas de una disminución de los suicidios, en comparación con las cifras previstas.
Los autores señalan que sus resultados podrían explicarse por algunas de las medidas que los gobiernos tomaron en los distintos países. Por ejemplo, en muchos países se aumentaron o adaptaron los servicios de salud mental para mitigar el posible impacto de las medidas de encierro en la salud mental y el suicidio.
Del mismo modo, se pusieron en marcha medidas fiscales para amortiguar las dificultades económicas que experimentaron las personas que perdieron sus empleos o tuvieron que cerrar sus negocios como consecuencia de las órdenes de confinamiento en en el hogar.
También señalan que la pandemia podría haber potenciado algunos factores que se sabe que protegen contra el suicidio (como el apoyo de la comunidad a las personas vulnerables, las nuevas formas de conectarse con otros a través de Internet y el fortalecimiento de las relaciones gracias a que los hogares pasan más tiempo juntos), así como una reducción del estrés cotidiano para algunas personas.