Nicolás Redondo avisa: rebajar la pena por sedición es una «arbitrariedad» propia del franquismo y del despotismo
Pide que esta «ocurrencia» vuelva al «cubo del que no debió salir» por ser un camino peligroso al populismo y de líderes arbitrarios
El exdirigente del PSE y portavoz de la plataforma «La España que reúne», Nicolás Redondo, advierte de que una rebaja en la pena por el delito de sedición, como han planteado el Gobierno, supone una «arbitrariedad» propia del régimen franquista o del «despotismo», que desconsolida el Estado y quiebra el principio de que «todos somos iguales ante la Ley».
Por ello, pide que esta «ocurrencia» vuelva al «cubo del que no debió salir» porque supone un «peligroso camino» hacia el populismo y se asemeja a los comportamientos de líderes que no dan importancia a las reglas del juego.
El socialista expone, en declaraciones a Europa Press, que esta propuesta de reforma el Código Penal que ha realizado el Gobierno está adscrita «inevitablemente» a Oriol Junqueras, Raúl Romeva, Jordi Turull, Dolors Bassa, Josep Rull, Joaquim Forn, Carme Forcadell, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart. Todos ellos condenados por el Tribunal Supremo por el delito de sedición, tras probar su participación en el proceso independentista en Cataluña.
Según Redondo, el cambio del tipo de sedición en el Código Penal que «ha ofrecido» el Gobierno a los independentistas catalanes, sitúa a España a las puertas de los países «iliberales», además de romper con el principio de generalidad que debe presidir todas las leyes y «muy especialmente las de naturaleza penal».
En este sentido, recuerda que tras muchos años y muchos sacrificios se logró derrotar la arbitrariedad del régimen franquista, hasta conseguir la suficiente seguridad jurídica para no temer ni a la política, ni a los jueces, ni al gobierno de turno. Por ello, considera que ahora no se puede permitir que esta arbitrariedad vuelva por la «puerta trasera» cuando ya se pensaba que estaba derrotada desde hacía 40 años.
DESCONSOLIDACIÓN DEL ESTADO
En su opinión, si la «ocurrencia» se consolidara en «oprobiosa realidad» se confirmaría la «desconsolidación del Estado» y la quiebra de un principio adherido a la inseparable condición de ciudadanos como lo es que «todos somos iguales ante la ley».
Nicolás Redondo manifiesta su preocupación como ciudadano por entender que se puede estar recorriendo un «peligroso camino» hacia el populismo y la desinstitucionalización del Estado. Considera que sorprende y entristece ver cómo el partido de la modernidad, que introdujo a España en Europa y que hizo un país del que sentirse orgulloso, abre ahora la puerta a «tejemanejes políticos y a prácticas que no están muy lejos del despotismo».
Unos comportamientos arbitrarios, añade, que estaban reducidos a naciones que están en manos de líderes que no dan importancia a las reglas del juego, ni las normas, ni las costumbres democráticas. Por ello, reclama que esta iniciativa vuelva al «cubo de las ocurrencias del que nunca debió salir».
ACOMODAR LA LEGISLACIÓN SUPONDRÍA ILEGALIZAR A PARTIDOS INDEPENDENTISTAS
Nicolás Redondo rebate también la idea de que acomodar el Código Penal español a la Legislación de otros países europeos suponga suprimir o rebajar el delito de sedición. Más bien al contrario, cree que lo que no cuentan quienes proponen cambiar el tipo penal de la sedición, es que «en algunos de esos países, los partidos que fraguaron el proceso independentista catalán hoy estarían sencillamente ilegalizados».
En este punto, precisa que él defiende la filosofía política integradora en la que tienen cabida ideologías políticas contrarias a la Constitución, pero deja claro que rechaza que el Estado «por cálculos tácticos» se quede sin los instrumentos necesarios para defenderse y pierda su esencia de ser instrumento nuclear y garantizador de la igualdad de los españoles.
Advierte, además, que la reforma del delito de sedición podría romper el principio de seguridad jurídica, característica principal de los países democráticos en los que la división de poderes es un bien a preservar por todos los gobiernos «fueran del color que fueran».