Nefrólogos y cardiólogos colaborarán para potenciar la formación e investigación en el ámbito cardiorrenal
La Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC) han firmado un convenio de colaboración para potenciar la relación entre los profesionales de ambas sociedades científicas y fomentar la formación e investigación en el ámbito cardiorrenal, dada la estrecha relación entre ambas especialidades, y la necesidad cada vez más creciente de impulsar la multidisciplinariedad en el campo sanitario para mejorar la asistencia y tratamiento de los pacientes.
Entre otras acciones, el acuerdo contempla el intercambio de información, el desarrollo de actividades formativas e investigación, la celebración de seminarios, cursos y conferencias, la participación de especialistas de la S.E.N. y la SEC en los congresos científicos de cada sociedad, la colaboración entre los Grupos de Trabajo de Medicina Cardiorrenal de ambas entidades, y la elaboración de guías y documentos clínicos de referencia en este campo. Así las cosas, la duración de este convenio marco de colaboración es de dos años, si bien se prorrogará automáticamente por sucesivos periodos de la misma duración si ambas partes están de acuerdo.
Según recuerdan desde ambas sociedades científicas, la alta mortalidad de los pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) está relacionada, fundamentalmente, con el conjunto de afecciones tanto isquémicas como no isquémicas que sufre su corazón. Por ello es necesario que se realice un adecuado manejo clínico de las complicaciones cardiacas de los pacientes con ERC, que es una de las necesidades médico-sanitarias que no están siendo debidamente cubiertas en la actualidad y debe mejorarse desde el punto de vista formativo de los profesionales de Nefrología y Cardiología.
Así, aseguran que la Cardio-Nefrología es una subespecialidad que está viviendo un «auge importante» en los últimos años, y esta colaboración vendrá a beneficiar no sólo a los especialistas, sino, sobre todo, a los pacientes que sufren simultáneamente una enfermedad renal y una enfermedad cardiaca.
«Esta colaboración es una cuestión que era indispensable, dada la fuerte relación que existe entre las enfermedades renales, en especial la ERC, y las enfermedades cardiovasculares, y nos permitirá seguir avanzando para que nuestros profesionales mejoren en la formación y la investigación, para así, en consecuencia, mejorar la atención y tratamiento de nuestros pacientes», ha señalado la presidenta de la S.E.N., la doctora Patricia de Sequera. «El abordaje multidisciplinar es un pilar básico para la mejora de la calidad de la asistencia sanitaria de los pacientes y, en este sentido, la Nefrología y la Cardiología tenemos muchos puntos de interés común en los que podemos trabajar y continuar mejorando», ha añadido por su parte el presidente de la SEC, Ángel Cequier.
LA FUERTE RELACIÓN ENTRE LA ERC Y LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES
Los factores de riesgo cardiovascular clásicos y los emergentes se asocian no solo con el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, sino también con el de la ERC. Así, recientes estudios como ENRICA-RENAL han confirmado que la prevalencia de la ERC en pacientes que acumulan diferentes factores de riesgo cardiovascular se sitúa por encima del 50 por ciento, mientras que en personas sin factores de este tipo alcanza solo el 5 por ciento.
Por otra parte, la ERC propicia el desarrollo de alteraciones en el corazón y en los vasos sanguíneos que facilitan el desarrollo de enfermedades cardiovasculares que suponen la principal causa de muerte del paciente con ERC, especialmente los que reciben tratamiento sustitutivo de la función renal, ya sea en diálisis o trasplantados. En concreto, las enfermedades cardiovasculares son responsables de en torno el 50 por ciento de las muertes en las personas que están en diálisis y representan casi un 15 por ciento de los nuevos casos de personas con ERC que entran en Tratamiento Renal Sustitutivo (diálisis o trasplante) en España.
Asimismo, las enfermedades cardiovasculares propician el desarrollo de ERC que, a su vez, empeora el pronóstico cardiovascular de los pacientes. Se calcula que al menos un 25 por ciento de los pacientes con enfermedades cardiovasculares tienen ERC diagnosticada, pudiendo ser muchos más los pacientes con una ERC no diagnosticada.