MSF alerta de que el contexto en la provincia de Cabo Delgado es «muy volátil»
Aunque la violencia ha disminuido, la crisis está «lejos de terminar»
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha avisado este miércoles de que en contexto en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, es «muy volátil» y ha alertado de que, aunque la violencia ha disminuido, la crisis en la región está «lejos de terminar».
Cabo Delgado, la provincia más septentrional de Mozambique, sufre desde 2017 violentos ataques que han obligado a cientos de miles de personas a desplazarse internamente.
En 2020, el conflicto se intensificó, pero alcanzó su punto álgido en marzo de 2021, cuando una taque sobre la ciudad de Palma la transformó de localidad muy concurrida y sede de la explotación de licuación de gas de Total en una ciudad «fantasma».
En el norte de Mozambique se cruzan los nuevos desplazados que huyen de los ataques con quienes tratan de regresar a sus hogares mientras en los últimos meses los ejércitos de Mozambique y de países aliados han lanzado ofensivas para recuperar el control de zonas y ciudades que, ahora, se preparan para que regrese la población que las abandonó.
MSF ha resaltado que estas ofensivas han desperdigado a los grupos armados, pero, aunque la violencia está menos extendida, continúa habiendo ataques dispersos y frecuentes que siguen haciendo huir a la gente. «Lejos de terminar, la crisis humanitaria persiste y cientos de miles de personas desplazadas sobreviven en condiciones precarias», ha insistido la organización.
Además, el desplazamiento de las personas en diferentes direcciones obliga a una respuesta humanitaria «muy reactiva» para garantizar que las personas reciben un mínimo de servicios sanitarios y humanitarios durante su huida, desplazamiento y retorno. Se estima que 1,3 millones de personas necesitan urgentemente ayuda humanitaria y protección según Naciones Unidas.
MSF ha explicado que la ayuda humanitaria se concentra en puntos más estables del sur de la provincia, cerca de la capital, Pemba. Sin embargo, en amplias zonas del norte apenas hay organizaciones de ayuda. En muchas zonas de la franja costera y del noreste de la provincia, el sistema sanitario se ha visto gravemente afectado por el conflicto.
«En amplias áreas de los distritos de Mueda, Nangade, Muidumbe y Mocímboa, donde hay unas 50.000 personas desplazadas, algunas estructuras de salud han sido atacadas y el personal médico se ha marchado», ha lamentado el coordinador de MSF en Mueda, Paulo Milanesio.
MÁS DE UN AÑO ESCONDIDOS EN EL BOSQUE
MSF ha relatado que hay personas que llevan meses, «algunas incluso más de un año», viviendo en el monte en zonas selváticas densas e inhóspitas.
«Llegan en un estado deplorable», ha agregado Milanesio, que ha comentado que «solo han comido lo que han podido encontrar en el camino: plantas, verduras, algunos animales que han cazado».
«Suelen ser personas mayores y presentan desnutrición y anemia», ha agregado, antes de explicar que, si padecen enfermedades crónicas como la tuberculosis o el VIH/sida –muy prevalente en Mozambique– «se encuentran en mal estado porque han tenido que interrumpir el tratamiento». «También vemos muchos problemas respiratorios e hipertensión» ha indicado.
MSF ha recogido el testimonio de Selemane Salimo, de 58 años, y original de Mocímboa, que ha pasado escondido en el bosque junto a otras 70 personas un año y tres meses. «La vida en el bosque no era vida, era sufrimiento», ha contado a la organización. «Lo único que comíamos era yuca seca y hojas de yuca. Nuestra gran preocupación era ser descubiertos y asesinados», ha añadido.
TRAUMAS
Asimismo, casi todas las familias han experimentado un trauma durante este conflicto. Han presenciado o sufrido violencia o han perdido sus hogares. Algunas también han perdido el contacto con sus familiares, ha destacado MSF.
«Algunos de nuestros pacientes son tan frágiles que ni siquiera pueden mirarte a los ojos», ha explicado Milanesio. «También encontramos con frecuencia niños huérfanos, que han visto morir a sus padres o que fueron secuestrados por grupos armados y a padres y madres que desconocen el paradero de sus hijos», ha lamentado.
Es el caso de Samuel Alberto, de 32 años y originario de Quissanga, que no sabe dónde está su mujer. «La violencia alcanzó mi zona en enero de 2020», ha relatado. Algunas casas fueron incendiadas, por lo que ambos se escondieron en el bosque «un tiempo».
«Cuando las cosas se calmaron volvimos a casa, pero en septiembre regresaron los hombres armados. Mi esposa, que estaba embarazada de ocho meses, fue secuestrada y desde entonces no he sabido nada de ella», ha contado.
MSF también ha alertado sobre la temporada de lluvias, ya próxima. «Las fuertes precipitaciones y el riesgo de ciclones plantean retos adicionales tanto para la población desplazada como para las comunidades de acogida y pueden agravar su vulnerabilidad y las necesidades humanitarias actuales», ha advertido, antes de remarcar que la prevención es crucial para evitar brotes de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera y la malaria, que pueden alcanzar su punto álgido durante este periodo.