Microsoft y Activision defienden su fusión frente al bloqueo solicitado por el regulador de EE.UU.
El gigante tecnológico Microsoft y el desarrollador de videojuegos Activision Blizzard han defendido que la compra del responsable de franquicias como Call of Duty o World of Warcarft por el fabricante de Xbox no supondría un menoscabo de la competencia, después de que la Comisión Federal de Comercio (FTC) de Estados Unidos presentara una demanda formal para bloquear la transacción, valorada en 69.000 millones de dólares (65.756 millones de euros).
En la refutación registrada por Microsoft, la multinacional afirma que la adquisición de un solo juego por parte del fabricante de consolas que ocupa la tercera posición del sector «no puede poner patas arriba una industria altamente competitiva», además de recordar que «ha dejado claro que no retendrá el juego».
«El hecho de que el competidor dominante de Xbox hasta ahora se haya negado a aceptar la propuesta de Xbox no justifica el bloqueo de una transacción que beneficiará a los consumidores», ha defendido Microsoft, añadiendo que su videoconsola Xbox «está muy por detrás de las de Sony y Nintendo».
Asimismo, la multinacional ha señalado que, si bien Xbox publica juegos para consolas y PC, tiene muchos menos juegos exclusivos populares que Sony y Nintendo, además de casi no tener presencia en el segmento de juegos móviles, el mayor y de más rápido crecimiento.
De su lado, Activision Blizzard ha presentado su propia refutación de las alegaciones de la FTC para bloquear la compra de la compañía por Microsoft, asegurando que dicha fusión beneficiará a los jugadores, los empleados y la competencia a nivel mundial.
«La FTC persiste en su esfuerzo impulsado por la ideología de ignorar la ley y lo que décadas de experiencia nos dicen que es bueno para la competencia», afirma la empresa de videojuegos, añadiendo que la hipótesis del regulador se cimenta en la «suposición totalmente infundada» de que, después de cerrar la compra, Xbox retendrá o degradará el acceso de otras plataformas al juego Call of Duty , perjudicando a los competidores.
En este sentido, el escrito presentado por Microsoft sostiene que no puede sorprender que después de casi un año investigando la transacción, «no hay evidencia de que Xbox tenga la intención de quitar Call of Duty de PlayStation, o cualquier otra plataforma» y asegura que la razón es que «Xbox no tiene la intención de dar ese paso» ya que no puede permitirse el lujo hacer exclusivos los juegos de Activision sin socavar las razones económicas básicas que respaldan la propia transacción.
A principios de diciembre, la FTC presentó una demanda formal con el fin de bloquear la adquisición de Activision Blizzard por parte de Microsoft, una operación valorada en 69.000 millones de dólares (65.756 millones de euros), al considerar que podría dañar la competencia, ya que el fabricante de Xbox obtendría el control de franquicias de videojuegos como Call of Duty o World of Warcraft .
En su demanda para impedir la mayor compra en la historia de Microsoft, el regulador estadounidense recordaba el historial de Microsoft de adquirir y usar contenido de juegos valioso para suprimir la competencia de videoconsolas rivales, como tras la adquisición de ZeniMax, empresa matriz de Bethesda Softworks, cuando el gigante de Redmond decidió hacer varios de los títulos de este desarrolaldor de videojuegos exclusivos de Microsoft, a pesar de las garantías dadas a las autoridades antimonopolio europeas.
«Microsoft ya ha demostrado que puede retener contenido de sus rivales de juegos y lo hará», dijo Holly Vedova, directora de la Oficina de Competencia de la FTC.
A principios de año, Microsoft llegó a un acuerdo para comprar la editora y desarrolladora de videojuegos Activision Blizzard por 68.700 millones de dólares (65.470 millones de euros), lo que transformaría a la empresa dirigida por Satya Nadella en la tercera mayor del sector de los videojuegos a nivel mundial, solo por detrás de Tencent y Sony.
En 2020, Microsoft también anunció la compra de ZeniMax Media, la empresa matriz de Bethesda Softworks, una de las desarrolladoras y editoras de videojuegos privadas más grandes del mundo, por 7.500 millones de dólares (7.147 millones de euros).