Expertos advierten: «Si las vacunas no llegan a los países pobres, no acabaremos con la pandemia»

Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y Esteban Rodríguez, de la empresa española Biofabri, han recalcado que «si no llegan las vacunas a los países pobres, no se acabará con la pandemia y no servirán de mucho todos los esfuerzos que se están haciendo para vacunarse en Occidente».

CSIC y Biofabri están produciendo avances en una vacuna de ADN contra el SARS-CoV-2. La Fundación Ramón Areces ha reunido a responsables de ambas instituciones para analizar el estado de desarrollo de estos trabajos en un debate on line bajo el lema Vacunas sintéticas de ADN frente al SARS-CoV-2 .

«El virus nos ha quitado muchas vidas y muchos puestos de trabajo. Si no preparamos vacunas de alcance mundial y para los países que tengan menor poder adquisitivo, no terminaremos con la pandemia. Uno de los criterios que se deberían de aplicar en el desarrollo de las vacunas es que no requirieran de una logística compleja. En Europa y Norteamérica nos podemos permitir el lujo de transportarlas a menos 80 grados, pero sabemos que eso no es factible en muchísimos países. Las farmacéuticas han recibido varios cientos de millones de dólares de grandes Estados para desarrollar estas vacunas que no van a beneficiar a todos», ha asegurado Esteban Rodríguez.

La solución, a su juicio, pasaría por las vacunas a partir de ADN: «Son estables y seguras y se pueden clonar y fabricar de forma fácil y sencilla. Si los costes son relativamente moderados y la logística es adecuada, las vacunas ADN tienen más ventajas, por lo que deberíamos prestarle mayor atención», ha añadido.

Ambos representantes reconocen haber recibido menos de medio millón de euros de ayudas y admiten que, entre las limitaciones que tienen ahora en sus investigaciones, está la de encontrar población en la que iniciar sus fases clínicas previas a su producción y comercialización.

El moderador del debate, el epidemiólogo Emilio Bouza, ha explicado las diferencias entre los dos tipos de plataformas de desarrollo de vacunas: «Las tradicionales (atenuadas vivas, proteínas recombinantes y genes de antígenos del virus en vehículos virales) y las innovadoras que utilizan fundamentalmente moléculas de ARN y ADN que introducen la información para la producción de antígenos del SARS-CoV-2 y activan el sistema inmune del huésped a proteger. Constituyen una importante innovación en la fabricación farmacéutica. Carecen de los efectos secundarios que pueden aparecer al usarse virus como vehículo de inoculación».

«Las de ARN presentan los problemas de la fragilidad de la molécula, lo que complica la conservación. Las de ADN, en cambio, como en la que trabaja el CSIC y Biofabri, son una novedad en las vacunas humanas. Estas vacunas significan un avance farmacéutico importante y pueden abrir una nueva vía de tratamientos, no solo en las vacunas, al mejorar las tecnologías para producir e introducir genes que pueden curar otras enfermedades, con base genética, en un futuro próximo», ha adelantado Bouza.

Vicente Larraga, del CSIC, ha destacado la «colaboración científica extraordinaria que se ha llevado a cabo para conseguir vacunas en un año». «En enero de 2020 estaba ya todo el genoma del virus y también hemos vivido un cambio de paradigma porque casi se solaparon las fases de ensayos clínicos, aunque manteniendo la seguridad en todo momento. No ha pasado más que un año y nos queda ahora la fase 4. Ahí, va a ser muy importante, para conocer la efectividad real, estudiar los datos que puedan ofrecer los israelíes, que llevan ventaja en la campaña de vacunación con respecto a Europa», ha detallado.

A juicio de este investigador, es necesario confiar en la distribución de las vacunas para los países subdesarrollados. Y ha lanzado una advertencia sobre la estrategia de nuestro país si consigue tener disponible una vacuna que sea tan efectiva como las demás, más estable a temperatura ambiente y también más económica: «Nuestro país podría llevar a cabo una política de colaboración con muchos países que la necesiten».

Para Larraga, «esta pandemia, que no será la última», ha enseñado que la colaboración entre laboratorios públicos y privados es «muy buena». «Disponer de industrias que sean capaces de llevar a cabo un desarrollo de esta magnitud es esencial. Vamos a aprender mucho de ciencia y os va a ayudar a otras muchas cosas», ha añadido.

El representante de Biofabri ha mencionado, entre otras ventajas de las vacunas a partir de ADN, que se pueden administrar sin agua, por ejemplo, mediante un parche en la piel. «Tan pronto tengamos ese punto de la administración resuelto, la fabricación sería rápida y podríamos iniciar las pruebas clínicas, algo que igual es necesario realizar en un país en el que no se haya iniciado la campaña de vacunación», ha concluido.

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