Madrid vota mañana con Ayuso como favorita para gobernar tras una campaña de tensión ideológica y pocas propuestas

Podemos y Vox han calentado los comicios, mientras el PSOE ha girado de la moderación al antifascismo, con Mas Madrid creciendo en los sondeos

La campaña para las elecciones madrileñas concluyó anoche y los madrileños votarán mañana con una clara favorita para gobernar según apuntan todas las encuestas, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, después de una campaña de gran tensión ideológica y pocas propuestas. El 4 de mayo se comprobará el resultado de la polarización entre Vox y Podemos, cuyos líderes han calentado los comicios desde la precampaña, mientras que el PSOE ha girado en mitad de la contienda desde la moderación al antifascismo, con Mas Madrid en auge en los sondeos y Ciudadanos luchando por la supervivencia.

Los populares admitieron desde el principio que la convocatoria electoral en Madrid era una operación de alto riesgo y de hecho, tras el anuncio, tenían cierto temor de poder morir de éxito porque la presidenta madrileña pudiera ganar pero no consiguiera juntar los 69 escaños de la mayoría absoluta.

Pero a lo largo de la campaña y en las sucesivas encuestas se ha ido dando por hecho que Ayuso ganaría las elecciones y que podría sumar con Vox para poder gobernar, incluso que solo podría necesitar la abstención de los de Abascal, aunque con la duda siempre de qué hará ese más o menos 20 por ciento de indecisos que reflejan los estudios sociológicos. Estos serán los que decidan si la balanza se inclina a la derecha o a la izquierda, ya que el Ejecutivo dependerá de la suma de los bloques y previsiblemente se decidirá por muy pocos escaños, como tradicionalmente ha ocurrido en Madrid, aunque Díaz Ayuso parte como favorita para gobernar.

También está por ver cómo influye el ritmo de vértigo que ha tenido esta contienda con la irrupción del vicepresidente del Gobierno al inicio, la llegada de las cartas amenazantes en mitad de la campaña y la publicacion en el tramo final de las detenciones de dos miembros del servicio de seguridad de Podemos, acusados de atacar a la Policía en el mitin de Vox en Vallecas.

Tras anunciar las elecciones, la presidenta madrileña se lanzó de inmediato con el lema socialismo o libertad , que con la entrada de Pablo Iglesias en liza se convirtió en comunismo o libertad , tratando de rentabilizar así el tirón que le ha proporcionado su gestión económica durante la pandemia, más permisiva que en otras CCAA tanto con el toque de queda como por dejar que la hostelería y los comercios no fundamentales permanecieran abiertos.

Ayuso tenía claro desde el principio que iba a confrontar con el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, con quien lleva rivalizando desde el inicio de la pandemia y a quien ha culpado de aprovechar cualquier situación para «atacar» a Madrid desde el Gobierno. De hecho, el incremento de la presencia de Sánchez en actos y ruedas de prensa al inicio de la campaña, le dio mayor pié a la candidata popular a plantear esta confrontación en clave nacional. «Sánchez o yo», ha llegado a decir.

Pero no era la única que movía ficha desde el primer momento, Vox decidió iniciar la precampaña con un mitin en Vallecas el 7 de abril, que la izquierda radical llamó a impedir provocando enfrentamientos con la policía y el inicio de una escalada de violencia verbal y acusaciones mutuas que ha durado toda la campaña. Solo dos días antes del cierre de se ha sabido que dos escoltas de Podemos formaban parte de los detenidos por estar entre los instigadores de unos hechos que ni Iglesias ni el PSOE han condenado.

Y mientras la presidenta madrileña orillaba al candidato socialista, centrando su rivalidad en Sánchez, Ángel Gabilondo presentaba su campaña, diseñada desde el Palacio de la Moncloa, presentándose como alguien «soso, serio y formal», en contraposición a la polarización que se estaba produciendo ya en el escenario político madrileño, tratando de llevarse así parte de los 630.000 votos que tuvo Ciudadanos en las anteriores autonómicas.

Un Gabilondo moderado al inicio de la campaña negaba un posible pacto con el candidato de Podemos –«con este Iglesias, no»– y prometía en materia de impuestos todo lo contrario de lo que llevó en su programa electoral de hace dos años. Sin embargo, se vio desmentido por la ministra de Hacienda y el propio presidente del Gobierno, que avaló la subida en 2022 de los impuestos de Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, que en Madrid están bonificados al 99 por ciento.

GIRO DEL PSOE A LA IZQUIERDA Y DESPEGUE DE MÁS MADRID

Pero la estrategia socialista cambió a partir del debate de los candidatos el 21 de abril en TeleMadrid, cuando el candidato del PSOE concluyó invitando a Iglesias a pactar: «Pablo, tenemos 12 días para ganar». Una frase que se interpretó como un giro a la izquierda del PSOE en busca del voto de su propia parroquia y ante la influencia que empezaba a tener ya la candidata de Más Madrid, Mónica García, captando voto socialista, según las encuestas.

De hecho, el riesgo que corren los socialistas en estos comicios es que los de Errejón se queden a pocos escaños del PSOE, como ya auguran algunos sondeos, y que la suma de Mas Madid y Unidas Podemos sea mayor que los apoyos de Gabilondo, lo que dibujaría una alternativa de izquierda distinta del PSOE y colocaría a este partido en una difícil situación.

Hasta ahí la campaña había transcurrido por la vía de la polarización iniciada con la irrupción de Iglesias como candidato y que se enconó con las agresiones a los candidatos de Vox en el mitin de Vallecas y el posterior revuelo causado por este partido con el cartel electoral contra los menas, que finalmente la justicia consideró «libertad de expresión».

SACUDIDA EN LA CAMPAÑA CON LAS CARTAS AMENAZANTES

Pero el jueves 22 la campaña sufrió una sacudida con la llegada de las primeras cartas amenazantes con balas al ministro del Interior, la directora de la Guardia Civil y al candidato de Unidas Podemos.

Este hecho elevó la escalada de acusaciones, dando una vuelta de tuerca más al clima de crispación entre los partidos, después de que la candidata de Vox, Rocío Monasterio, pusiera en duda que estas cartas de amenaza fueran ciertas y retara a Pablo Iglesias en un debate en la Cadena Ser a que se fuera de la radio e incluso de España.

A partir de ahí, la espiral de reproches fue en aumento y los partidos de izquierda se lanzaron en tromba contra Vox, acusando a este partido de ser el culpable de las amenazas por instigar el odio con sus mensajes y tratando de meter también al PP en el mismo saco de la ultraderecha adoptando el lema de fascismo o democracia . Incluso la propia Portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, pidió desde la Moncloa que el PP se uniera al «cordón santiario» contra el partido de Abascal. Y también el número tres del PSOE afirmaba que la libertad que propone Ayuso es la que ya se tenía con Franco.

Pero a estas cartas amenazantes con balas se unieron otras el pasado miércoles 28 de abril, una de ellas contra la candidata popular , Isabel Díaz Ayuso. En ese momento, los ataques contra la derecha por estos hechos fueron cesando.

Pero cuando parecía que volvían a cobrar protagonismo las propuestas de los candidatos –desde la promesa de bajar impuestos de Ayuso a la de pagar el primer mes de renta de Gabilondo– surgió de nuevo la polémica al saberse que el CIS seguía haciendo encuestas entre los ciudadanos, a pesar de que no se pueden publicar desde una semana antes de las votaciones. Y ya, en el tramo final, se ha sabido que dos detenidos por las agresiones en el mitin de Vox en Vallecas eran escoltas de Podemos.

La participación de los líderes nacionales de los partidos ha sido constante, pero Sánchez, que empezó con fuerza, después se ha dosificado mucho e Iglesias, a pesar de ser el candidato de su partido, ha admitido el desgaste que aporta a su formación e incluso ha reconocido que prepara un plan B para cuando deje la política.

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