Álvarez de Toledo critica que Génova vaya «ahora contra Ayuso», que dio a Casado «la oportunidad de ser una alternativa»
«La mía fue una destitución a cámara lenta», asegura en su libro Políticamente indeseable , con duras críticas a García Egea
La exportavoz del Grupo Popular en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo critica que la dirección nacional del PP vaya «ahora» contra la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, a la que describe como la persona que en las elecciones del 4 de mayo «vapuleó» a Pedro Sánchez, «echó de la política» a Pablo Iglesias, «reagrupó el voto del centroderecha, convirtió la desmoralización provocada por las elecciones catalanas en esperanza y dio al PP de Casado la oportunidad de ser una alternativa».
«¿Cómo no va a presidir Ayuso el Partido Popular de Madrid? ¿Por qué va a ser precisamente ella la excepción entre los barones territoriales? Pero eso es el sentido común», asegura Álvarez de Toledo en su libro Políticamente indeseable (Ediciones B), que saldrá a la venta este 18 de noviembre.
La diputada del PP por Barcelona dice que la presidenta madrileña se ha convertido en «blanco único del fuego amigo» y compara el «espectáculo» que se está produciendo con su propia experiencia al lanzarse comentarios del tipo: «va por libre»; «eclipsa a Casado»; o «no trabaja para el partido sino para sí misma». «Me sonaba todo tanto. Génova, ahora contra Ayuso por celos, miedo y afán de control», resalta.
Álvarez de Toledo admite que en su día el nombramiento de Ayuso le había parecido «una temeridad» porque era «una desconocida» y «apenas tenía experiencia de gestión». Eso sí, subraya que su actitud durante la crisis del Covid-19 le había «impresionado». «No tenía miedo. Durante la pandemia lo demostró. La crisis del coronavirus convirtió la política de Ayuso en la única alternativa a Pedro Sánchez. Y a ella en una líder nacional», asegura.
«LOS GROSEROS EMPUJONES DE TEODORO» Y «LOS EMPUJONCITOS DE PABLO»
En el libro, reconoce que lo pasó «mal» cuando Pablo Casado la dejó fuera de la Comisión de Reconstrucción del Congreso por la pandemia, en la que sí figuraban portavoces de otros partidos, un paso que, a su juicio, evidencia que estaba «siendo destituida».
«La mía fue una destitución a cámara lenta. Un proceso en el que se combinaron los groseros empujones de Teodoro con los suaves empujoncitos de Pablo. De estos últimos, el más sibilino fue mi exclusión de la Comisión de Reconstrucción. Y al de los empujones le supo a poco», afirma, para añadir que García Egea colgó en el chat del Grupo Popular una información periodística que ya apuntaba a Cuca Gamarra como «futura portavoz parlamentaria del partido».
Álvarez de Toledo señala que la conversación que mantuvo con Casado el 17 de agosto en su despacho en Génova «fue solo el capítulo final». A su entender, la entrevista que concedió a El País sirvió «de pretexto» para esa decisión, tras las «filtraciones» y su «marginación» durante la pandemia.
«Pablo quería llevar al PP al poder; yo al Gobierno. No es exactamente lo mismo. Lo primero es una cuestión técnica: formar una mayoría y entrar por las puertas de la Moncloa. Lo segundo tiene un componente moral. No basta con ocupar el mando. Hay que ahormar con antelación, enarbolar con coraje y ejecutar con determinación una alternativa al modelo político y cultural vigente», explica.
Además, relata que el «paso previo» a su caída fue la destitución de Gabriel Elorriaga como jefe de la Asesoría Parlamentaria y lo achaca a que García Egea veía en él «un obstáculo para su dominio despótico del grupo».
Antes de su destitución, revela que llegó a suplicarle a Casado que «frenase las embestidas de Teodoro» y que se lo quitase «de los tobillos y de la yugular» porque para ella ser «imposible» no ya ejercer sus obligaciones como portavoz, sino respirar: «Su respuesta me dejó atónita: Te lo reconozco: le he entregado a Teodoro todo el poder, todo el poder «.
A su juicio, es «imposible imaginar a Aznar diciendo algo parecido de Cascos» y «ni siquiera a Rajoy de Acebes o Cospedal». «Efectivamente, Pablo había delegado en su número dos unas cotas de poder sin precedentes. Teodoro estaba en todo, desde lo más nimio hasta lo más delicado. Desde la contratación de un asesor en el Senado hasta las negociaciones clandestinas para la renovación del CGPJ», señala.
DEFIENDE NO ENTRAR EN EL «REPARTO DE CROMOS» DEL CGPJ
Sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Álvarez de Toledo cuenta que ya dijo a Casado y a García Egea que Sánchez quería «someter» al Poder Judicial y les recordó que la Justicia es uno de los «tres diques de contención que queda frente al proceso».
«Creo que no podemos entrar, de ninguna manera, en el reparto de cromos en el CGPJ. Aguantemos la presión y, además, levantemos la bandera de la regeneración de la Justicia, de acuerdo con nuestro programa electoral y con lo que es ético y deseable», cuenta que les trasladó. Sin embargo, agrega que García Egea «discrepó tajantemente y defendió la conveniencia de negociar con el PSOE para controlar parte del Consejo». «Pablo, en cambio, no parecía tan convencido», asegura.
A raíz de esto, relata que percibe que García Egea y ella tenían «diferencias políticas y estratégicas de fondo» y que «Pablo estaba delegando en Teodoro no sólo un poder prácticamente omnímodo sobre la estructura del partido, sino responsabilidades cada vez más importantes y delicadas para el futuro del centroderecha y de España».
RIVERA LE OFRECIÓ SER CANDIDATA A LA COMUNIDAD DE MADRID
En las páginas de su libro, Álvarez de Toledo narra que conoció a Albert Rivera, expresidente de Cs, en invierno de 2013 cuando se lo presentó Arcadi Espada en una cena en Barcelona, donde le pidió «ayuda para conocer a personas influyentes en Madrid» en un momento en que el partido naranja buscaba extenderse más allá de Cataluña y dar el salto a nivel nacional. «Cs pudo ser una bisagra distinta. La bisagra de la razón. El gran factor correctivo de la política española», sostiene.
Poco después de presentar el manifiesto fundacional de Libres e iguales en 2014, que incluía entre sus firmantes a varios intelectuales de Cs, revela que Rivera le propuso «ser la candidata de Ciudadanos a la presidencia de la Comunidad de Madrid» y que su idea era que el histórico socialista Joaquín Leguina fuera su «pareja política como candidato a la alcaldía». «Qué oportunidad formidable… Y, sin embargo, la rechacé», afirma.
Asegura que quedaba un año para las elecciones autonómicas y no le parecía «ético ni estético saltar de un partido a otro en calidad de candidata, como con tanta alegría se hace ahora». «Y menos para presentarme contra el PP de Esperanza Aguirre, con la que no sólo tenía una estrecha relación personal, sino una notable coincidencia ideológica», agrega.
De hecho, revela que unos años antes Aguirre le había ofrecido «ser consejera de Inmigración en sustitución de Lasquetty, que había sido ascendido, por así decirlo, al potro de tortura de Sanidad». Dice que entonces no aceptó y que lo mismo hizo con su posterior propuesta de ir en las listas al Ayuntamiento de Madrid con «el compromiso de ser su portavoz». «Mi vocación era la política nacional. Y una de mis misiones, la reagrupación de los constitucionalistas», asegura.
Álvarez de Toledo considera que a Rivera –al que confiesa haber votado en las elecciones de diciembre de 2015 tras su salida del PP que dirigía Mariano Rajoy– la política le «endureció» como a ella, porque la batalla es tan «áspera y la hostilidad y la injusticia tan feroces», que fácilmente se acaba «en un búnker, rodeado de fieles, en posición defensiva». «En mi caso, los peores ataques provinieron del interior de mi propio partido», insiste.