Los problemas de conducta de los niños están relacionados con niveles más elevados de cortisol en el cabello


Los problemas de conducta de los niños están relacionados con niveles más elevados de cortisol en el cabello, lo que indica que tienen un mayor estrés crónico, según una nueva investigación de la Universidad del País Vasco.

«El cortisol suele estar presente en la sangre, la saliva y la orina, entre otros lugares, y nos indica un nivel momentáneo de cortisol; sin embargo, el cortisol se acumula en el pelo y eso nos indica un grado de estrés a más largo plazo, es decir, estrés crónico», explica la investigadora de la Facultad de Psicología de la UPV/EHU, Ane Arregi-Otxotorena.

Para distinguir entre estrés momentáneo y estrés crónico, Arregi sañala que «no es lo mismo el estrés que se produce cuando un día vas a comprar el pan y te das cuenta de que no llevas dinero encima, que el que se produce cuando sabes que no te alcanza para comprar el pan del día».

La investigadora del Grupo Vasco de Investigación en Salud Ambiental (B-EHRG) ha utilizado muestras de pelo de niños de 11 años para evaluar el estrés crónico. Para ello ha extraído datos del proyecto INMA (Medio Ambiente e Infancia), que recoge todo tipo de datos sobre niños y familias, empezando por el embarazo de la madre, con fines de investigación a largo plazo.

Así, la investigación concluyó que, en primer lugar, los problemas de conducta importantes están relacionados con niveles más elevados de cortisol en el pelo. «Además, vimos que el estrés materno está relacionado con los problemas de conducta de los niños. Esto significa que el estrés materno también puede influir en los niveles de cortisol de los niños a través de sus problemas de conducta. De alguna manera, a lo largo de este camino de dos etapas», explica Arregi.

«Una mayor exposición al ruido ambiental se asocia con niveles más bajos de cortisol. Vimos que cuanto mayor es el nivel de ruido, menores son los niveles de cortisol. Al clasificar el análisis por sexo, esta relación solo fue significativa en el caso de los chicos», señala.

Según los investigadores, «el estrés agudo inicial causado por el ruido puede provocar un aumento temporal de los niveles de cortisol, pero el estrés crónico causado por la exposición prolongada a altos niveles de ruido puede reducir el nivel de cortisol». Para confirmar los resultados relacionados con el ruido, que eran inesperados, se llevará a cabo la misma investigación en el marco del proyecto más amplio European Athlete.

«A grandes rasgos, en nuestra investigación hemos detectado estos dos factores, pero eso no quiere decir que no haya otros factores relacionados, pero no hemos encontrado ningún otro tipo de relación», explica Arregi. «Es importante dar una perspectiva más amplia a estas investigaciones teniendo en cuenta más de un factor estresante», añade.

Así, se creó un modelo para investigar la relación entre factores ambientales, sociales e individuales y la concentración de cortisol en el pelo de los niños. Se tuvieron en cuenta todos los factores que pueden influir en el estrés y que aparecen en la literatura: por ejemplo, espacios verdes y azules, contaminación atmosférica, ruido ambiental; relaciones familiares y escolares, nivel de estrés de los padres; problemas de sueño, actividad física, edad, sexo, etc.

Según apunta la investigadora de la UPV/EHU, «queda mucho por investigar sobre los factores que influyen en los niveles de cortisol en el pelo de los niños y jóvenes, y los estudios realizados hasta ahora no han tenido en cuenta la influencia simultánea de muchos factores».

En el futuro, sería necesario utilizar este enfoque más complejo para comprender mejor los determinantes del cortisol en el cabello de los niños; de hecho, la exposición simultánea a diversos factores ambientales, sociales e individuales puede influir en la concentración de cortisol en el cabello.

El hecho de que los niños estén bajo la influencia del estrés crónico está relacionado con muchos problemas de salud ya que «la infancia y la adolescencia son etapas muy vulnerables, porque son etapas de rápido desarrollo». «Es muy importante conocer cómo influyen los diferentes factores en la salud de los niños y adolescentes en esta etapa para que puedan convertirse en adultos sanos», afirma el investigador», apunta la investigadora.

«Creemos que el cortisol capilar puede ser una herramienta útil para evaluar cómo las exposiciones ambientales impactan en el estrés crónico. En definitiva, esto puede ayudar en el despliegue de políticas públicas efectivas; de hecho, conocer qué puede causar el estrés crónico de la población en un lugar específico puede facilitar la implementación de políticas para prevenirlo», concluye.

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