Los piratas somalíes intensifican los ataques pero aún están lejos de los niveles de hace una década

Los expertos creen que mientras se mantenga la presencia naval y otras medidas de seguridad la piratería no se disparará

Los piratas somalíes han vuelto a escena en los últimos meses con el primer secuestro exitoso de un barco desde 2017 el pasado diciembre y varios intentos fallidos en el arranque de año, pero los expertos coinciden en que difícilmente se llegará a los niveles de amenaza de hace una década puesto que las medidas adoptadas entonces para combatir la piratería, entre otras la operación Atalanta en la que participa España, hacen que esta actividad no sea lo lucrativa que era.

Un buque de la Marina india desplegado en la región en el marco de los esfuerzos internacionales para combatir la piratería frente a las costas de Somalia rescatar con éxito dos embarcaciones que habían sido secuestradas, ambas de bandera iraní, en un lapso de 36 horas a finales de enero, y el 2 de febrero hizo lo propio con otro barco que había sido abordada por siete piratas. Previamente, la Marina de Seychelles también había rescatado a un pesquero de Sri Lanka.

En su último Informe sobre Piratería y Robo Armado, publicado a mediados de enero, la Oficina Marítima Internacional (IMB, por sus siglas en inglés) resalta que en general los piratas somalíes «suelen estar bien armados, con armas automáticas y lanzacohetes RPG». En ocasiones, precisa, emplean esquifes lanzados desde barcos nodriza que suelen ser pesqueros o dhow –una embarcación típica de la zona– que previamente han sido secuestrados.

El director de la IMB, Michael Howlett, reconoció que el hecho de que en 2023 se produjera el primer secuestro desde 2017 en la zona «es un motivo de preocupación» y pidió tanto a capitanes como a armadores que «sigan respetando las recomendaciones y los procedimientos para reportar recogidos en la última versión de las Mejores Prácticas de Gestión».

LA AMENAZA PERSISTIRÁ HASTA FINALES DE FEBRERO

Así las cosas, la consultora de seguridad Crisis24 ha advertido de que «es probable que la amenaza intensificada de piratería en el mar Arábigo y el golfo de Adén, frente a la costa somalí, se mantenga al menos hasta finales de febrero». Según destaca, los piratas somalíes han estado implicados en tres incidentes contra barcos comerciales, dos secuestros y un abordaje, desde finales de noviembre, y también se han producido ataques contra pesqueros.

Según la agencia de Operaciones de Comercio Marítimo de Reino Unido (UKTMO), hay dos grupos de acción piratas operando actualmente en estas aguas del océano Índico: uno activo al sur de la isla yemení de Socotra y otro activo en el sur del mar Arábigo y al noreste de Seychelles.

Estos datos están muy lejos de los registrados hace más de una década. En el momento álgido de la piratería en Somalia, en 2011, los piratas llevaron a cabo 212 ataques contra buques mercantes. De acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, el coste para la navegación de la piratería somalí ascendió a unos 18.000 millones al año entre 2005 y 2012.

OPERACIÓN ATALANTA

En aquellas circunstancias, la comunidad internacional se movilizó desplegando buques para disuadir los ataques, con sendas misiones de la OTAN y de la UE. Esta última, la Operación Atalanta , era la primera operación naval europea y sigue activa a día de hoy. De hecho, en la actualidad está liderada por España, que tiene desplegada en la zona la fragata Victoria .

En su reciente comparecencia en el Congreso, la ministra de Defensa, Margarita Robles, puso en valor esta misión e incidió en que «a pesar de que el fenómeno de la piratería se encontraba contenido desde 2019, la situación en la zona de operaciones se ha deteriorado considerablemente en los últimos meses, produciéndose diversos incidentes de asaltos de buques en alta mar».

Precisamente, el argumento de la persistencia de la amenaza en la zona ha sido el esgrimido por el Gobierno para rechazar que la Operación Atalanta pudiera modificarse para extenderse a proteger las aguas del mar Rojo, objetivo actual de ataques contra la navegación por parte de los rebeldes hutíes yemeníes en apoyo a los palestinos de Gaza.

Además, las navieras adoptaron medidas para proteger mejor sus barcos, con la presencia de guardias de seguridad armados a bordo, habitaciones del pánico para que la tripulación se refugiara en caso de asalto o la instalación de concertinas para impedir los abordajes, entre otras. En tierra, se trabajó con el Gobierno somalí para mejorar su sistema judicial y poder perseguir y encarcelar así a los piratas.

El resultado fue una drástica disminución de los ataques, hasta el punto que desde 2017 hasta diciembre pasado no se habían producido secuestros exitosos, lo que llevó a que la IMB retirara el 1 de enero de 2023 la etiqueta de Área de Alto Riesgo a las aguas frente a Somalia y el norte del océano Índico.

LAS MEDIDAS SE MANTIENEN, LA AMENAZA SE REDUCE

Estas medidas siguen en gran parte en vigor, destacan en un reciente artículo Peter Viggo Jakobsen y Troels Burchall Henningsen, ambos profesores asociados del Instituto Real de Defensa Danés y expertos en piratería.

Así, inciden en que se mantiene la presencia naval aunque se haya reducido el número de efectivos y que la mayoría de los barcos que surcan estas aguas siguen las directrices dadas para su mejor protección y las rutas marcadas, aunque se ha reducido el número de los que llevan guardias armados a bordo. También se mantienen las penas de prisión para los piratas, un buen elemento de disuasión.

A juicio de ambos expertos, mientras un amplio abanico de países, tanto de la región como de fuera de ella, así como actores privados relacionados con la navegación, «sigan invirtiendo en mantener estas medidas, la piratería somalí seguirá sin ser lucrativa». En su momento, el objetivo de estos secuestros era obtener cuantiosos rescates por los barcos apresados pero a día de hoy parece una «empresa de alto riesgo con una escasa probabilidad de éxito».

«Esto sugiere que es altamente improbable que se produzca un gran incremento de la piratería somalí», sostienen Jakobsen y Henningsen, para quienes aunque finalmente ocurriera, «sería fácil para las fuerzas navales internacionales y la industria naviera reducir las perspectivas de éxito incrementando las patrullas naves y volviendo a introducir los guardias armados».

«Una vuelta a los niveles de hace una década es altamente improbable», coincide George Hancock, experto en crimen organizado e internacional en el think-tank británico Royal United Services Institute (RUSI).

Las medidas de seguridad emprendidas tanto por las empresas como por los estados «siguen actuando como disuasión» y el número de piratas «ha disminuido en gran medida» entre otras cosas porque sus líderes ahora se dedican al tráfico de personas y armas, entre otros, como principal fuente de ingresos, destaca este experto en un artículo.

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