Los pacientes con cáncer tienen un riesgo 5 o 6 veces superior de padecer tromboembolismo venoso
Los pacientes con cáncer tienen un riesgo 5 o 6 veces superior de padecer tromboembolismo venoso, según ha avisado la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) con motivo de la celebración, este sábado 4 de febrero, del Día Mundial contra el Cáncer.
Este riesgo se debe a múltiples factores, algunos relacionados con la propia enfermedad tumoral y también a otros asociados a los tratamientos que se emplean para tratarla. De hecho, en algunos tipos de tumores hasta el 15-20 por ciento de los pacientes pueden llegar a sufrir un episodio trombótico a lo largo de su evolución.
«El tromboembolismo venoso es una complicación relativamente frecuente y potencialmente grave en los pacientes con cáncer, en muchos casos es potencialmente prevenible. Hay que aprovechar este tipo de días para hacer una llamada de atención sobre la importancia de la adecuada valoración del riesgo tromboembólico en los pacientes que van a empezar un tratamiento quimioterápico», ha explicado el codirector del Servicio de Hematología de la Clínica Universidad de Navarra y miembro de la SETH, Ramón Lecumberri Villamediana.
En este sentido, ha destacado la necesidad de establecer cuáles pueden ser las pautas de tromboprofilaxis más oportunas para cada paciente. Y es que, el hecho de desarrollar un episodio de tromboembolismo venoso conlleva mayores complicaciones en los pacientes con cáncer.
Por un lado, tiene una morbilidad directa en términos de dolor, inflamación o molestias en extremidades inferiores; y si sufren un embolismo pulmonar pueden tener cuadros, en determinados casos graves, de dificultad respiratoria y dolor torácico que podrían comprometer, incluso, la vida del paciente.
A esto se suman las incomodidades que van emparejadas al tratamiento. «Cualquier tratamiento anticoagulante implica un riesgo, aunque sea pequeño, de sufrir complicaciones hemorrágicas y en caso de recibir heparina de bajo peso molecular el paciente va a requerir la administración diaria de una inyección subcutánea durante un mínimo de 6 meses», ha aseverado Lecumberri.
Además, en ocasiones, el hecho de sufrir un tromboembolismo venoso puede limitar, frenar o retrasar la administración del tratamiento oncológico que ese paciente debería recibir. En general, el tratamiento de un episodio trombótico en un paciente con cáncer consiste en tratamiento anticoagulante.
Principalmente hay dos opciones: las heparinas de bajo peso molecular, que se administran por vía subcutánea, o los anticoagulantes orales directos, una o dos veces al día, dependiendo de la molécula. «A la vista de los resultados de ensayos clínicos que se han llevado a cabo se puede utilizar uno u otro tratamiento en la mayoría de tumores, con la excepción de determinados tumores gastrointestinales o genitourinarios, en los cuales sería preferible, al menos inicialmente, el empleo de las heparinas de bajo peso molecular debido a un ligero menor riesgo hemorrágico en este tipo de pacientes», ha detallado Lecumberri,
A pesar de que en la mayoría de los países occidentales el acceso a los anticoagulantes orales directos para el tratamiento del tromboembolismo venoso es algo común y no hay limitación alguna, en España la realidad es diferente. «Aquí seguimos teniendo restricciones administrativas. Aunque estén aprobados en ficha técnica y se disponga de abundante evidencia, no existe un reembolso por parte de la Seguridad Social a los pacientes que reciben estos medicamentos como tratamiento del tromboembolismo venoso, ya sean oncológicos o no. Esto puede generar o implica una limitación a la hora de ofrecer a determinados pacientes tratamientos óptimos», ha zanjado.