Los chicos jóvenes juegan más a las apuestas deportivas y las chicas al bingo, según un estudio
La Red de Atención a las Adicciones (UNAD) ha presentado este miércoles en Bilbao el estudio Detección temprana, con perspectiva de género, de participantes con un comportamiento de juego de riesgo o de mayor gravedad , en el que destaca que los chicos jóvenes están más presentes en los juegos de apuestas deportivas, mientras que las chicas en el bingo, rasca y loterías instantáneas.
Así, la autora del proyecto, Patricia Martínez Redondo, ha explicado que existen factores de riesgo individuales, sociorrelacionales y sociales a la hora de desarrollar un juego de riesgo, problemático o incluso patológico, y que existen diferencias entre chicos y chicas.
Asimismo, han apuntado que los sesgos cognitivos que se detectan en los discursos de chicas y chicos versan sobre cuestiones muy diferentes, apareciendo en ellos en mayor medida el aspecto económico de jugar y en ellas el mayor influjo de la habilidad y el aprendizaje para influir en el azar.
Otros de los factores de riesgo individuales son la impulsividad, característica de la juventud, muy acorde con la modalidad on-line del juego por su fácil acceso e inmediatez en el resultado, y las emociones de activación y excitación que provoca el juego tanto en chicos como en chicas.
Con respecto a los factores de riesgo sociorrelacionales, las investigadoras han apuntado que, en chicos y chicas, lo más cercano es el mundo de las apuestas y, de manera concreta, los locales de apuestas. De hecho, conciben que acudir a estos lugares en fin de semana y de manera grupal es una opción más dentro de la oferta de entretenimiento. De hecho, sienten que participar en el juego, de manera presencial y en grupo, sirve para socializar y lograr un estatus o una posición valorada por ganar. Concretamente, en el caso de los chicos, además se hace referencia a la presión social que ejerce el grupo a la hora de apostar.
CONTEXTO SOCIAL
En cuanto al contexto social, el estudio señala la normalización de la cultura del azar y del riesgo como contexto que rodea e impregna también la conducta de la población joven. Según las investigadoras, «aquí ha jugado y juegan un papel muy importante todas las estrategias publicitarias del juego, que tradicionalmente han asociado el acto de apostar con emociones, la idea de ganar dinero o el estatus del que presumen algunas figuras públicas, y altamente influyentes sobre la juventud, como son tipsters y youtubers en general».
Además, destacan que el hecho de que las redes sociales también sean un canal donde se promociona el juego hace que estén sean más accesibles para una generación nativa en lo digital, de tal forma que incluso los videojuegos con dinámicas como las cajas de botín también contribuyen a introducir el azar a edades más temprana.
Todo esto, según apuntan las investigadoras, desemboca en una baja percepción del riesgo de la juventud, si bien las chicas demuestran una mayor empatía y acercamiento con las personas que han desarrollado algún tipo de problema derivado del juego.
En todo caso, las conductas de riesgo son asociadas por los chicos al gasto y disponibilidad del dinero mientras que ellas dan mayor importancia a la frecuencia de juego o las alteraciones que apostar termina provocando en la persona. En lo que sí coinciden tanto ellos como ellas es en que la percepción social de una mujer con problemas de juego es peor que la de un hombre debido a la normalización de la conducta problemática en los chicos y no tanto en las chicas, así como a la concepción generalizada de las mujeres como más precavidas.
ADENTRARSE EN EL JUEGO
A la hora de adentrarse en el juego, la investigación manifiesta que las personas jóvenes prueban su suerte de manera legal al ser mayores de edad con el fin de sacar dinero rápido y emular o bien el discurso publicitario o bien a alguien de su entorno cercano que tenga alguna experiencia positiva al respecto. Así, las posibles ganancias iniciales refuerzan la fe en las probabilidades de seguir ganando de manera que, cuando aparecen las pérdidas, el sistema de azar empieza a exigir cada vez mayores inversiones para recuperar las pérdidas, lo que termina generando una habituación que lleva, sobre todo a los chicos, a pensar más en términos de inversión y a explorar nuevos espacios de juego además de consolidar otros.
Para llevarlo a cabo el estudio se ha utilizado una metodología cualitativa y se ha contado con testimonios de personas jóvenes y de los equipos profesionales que trabajan con esta población. El objetivo es poder realizar una detección temprana, diseñar acciones y políticas preventivas que respondan a la realidad de la juventud y favorecer el acceso a los recursos de atención ante posibles casos de juego problemático. Además, se subraya la necesidad de que estos factores se tengan en cuenta a la hora de desarrollar políticas públicas y de salud.