Lorena Jiménez recuerda, en Cogolludo, lo que queda por hacer en materia de igualdad de género
/COMUNICAE/
Como Alcaldesa de Honor de la celebración. La primera mujer directora de la UNED en Guadalajara agradecía el nombramiento y la labor de las Águedas, y recordaba, en su discurso, que en España, apenas un 22% de las alcaldías las rigen las mujeres, y que ese porcentaje disminuye incluso en pueblos con menos de 1.000 habitantes -la mayor parte de los municipios de Guadalajara- donde solo el 18% de las alcaldesas son mujeres
Ni el agua, ni el frío, ni el viento han podido parar el torrente, en este caso de ilusión, que derrochan las Águedas de Cogolludo cada año.
El viernes, 9 de febrero, tenía lugar la celebración de las vísperas, el tradicional volteo de las campanas de la Iglesia de Santa María, que tan virulento llegó a ser en su día, teniendo incluso que llegar a ser prohibido, la entrega del bastón de mando y la imposición de la banda de la Alcaldesa Mayor en el salón de plenos, por parte del alcalde de Cogolludo, Juan Alfonso Fraguas.
El honor recayó en Rosa Negueruela, integrante de la Junta Directiva de la Águedas durante dos años, así como también el de dar el pregón de la fiesta. «Para todas las mujeres de Cogolludo, ser alcaldesa es lo máximo. Es una fiesta preciosa», señala. Madrileña de nacimiento, es cogolludense de adopción. «Vengo, desde que tenía 17 años, a esta fiesta», afirmaba.
Ayer, en una mañana de nubes y claros, frío y algo de viento, en la que tan pronto lucía el sol como llovía, las Águedas de Cogolludo, acompañadas por la charanga Los Maniseros, de Almoguera, recogían a Lorena Jiménez, Alcaldesa de Honor, en el Hotel Residencia Palacio. Lorena Jiménez es la primera mujer que dirige la UNED en Guadalajara, y fue propuesta por Negueruela, aceptando sus compañeras la decisión como plenamente acertada.
A continuación, la Alcaldesa Mayor le imponía, a la de Honor, la banda acreditativa, sobre su traje típico, y le entregaba el bastón de mando que ella misma había recibido del regidor cogolludense el día anterior. En un emotivo discurso, Lorena Jiménez agradecía, en primer lugar, su labor a las mujeres de Cogolludo. «Gracias a vosotras es posible disfrutar de unos días en los que se aúnan la devoción, el carácter lúdico y la reivindicación social por el reconocimiento del papel de la mujer en la sociedad», señaló, asegurando que, «desde hoy permanezco unida a este pueblo, a vosotras, para siempre».
Jiménez hizo referencia al origen de la fiesta, y también a su significado de hoy. «La fiesta de las Águedas surgió en un pasado en el que ser nombrada alcaldesa de un pueblo no era más que un sueño imposible. Apenas un día en el año para intercambiar los papeles con los hombres. En la actualidad, las cosas han cambiado y la fiesta tiene otro significado. De hecho, es una jornada para celebrar los avances, para festejar la hermandad, pero también para recordar asignaturas pendientes», afirmó.
En este sentido, la directora de UNED Guadalajara recordó que, apenas un 22% de las alcaldías en España las rigen las mujeres, el resto, un 78% son hombres y que ese porcentaje disminuye incluso en pueblos con menos de 1000 habitantes -la mayoría de los municipios de Guadalajara- donde solo el 18% de las alcaldesas son mujeres. «Esta fiesta pone de manifiesto la diferencia, y a la vez realiza una crítica a las trabas para el acceso de las mujeres a los puestos de responsabilidad y de servicio a la ciudadanía», recordó Jiménez.
Uniendo su alcaldía de honor con su condición de directora de la UNED, se mostró segura de que «el día que se inviertan esas cifras, habrá mayor dedicación a la Educación como medio imprescindible para alcanzar la igualdad» e invitó a los presentes a «comprometerse con la promoción de una educación inclusiva».
Para terminar su intervención, Jiménez pidió que la fiesta de las Águedas de Cogolludo «sea un recordatorio de lo que aún nos queda por hacer» en materia de igualdad de género.
Después de las pertinentes fotos protocolarias, la comitiva subía por la calle Juan de Mingo hasta la Iglesia de Santa María, donde se iba a celebrar la misa. La acompañó musicalmente el animoso coro parroquial. Y la ofició el párroco local, Mauricio Muela. Durante la celebración, decenas de Águedas hicieron su ofrenda floral a la Santa, e incluso una de ellas, Carmen Vicente, quiso dedicarle, en el altar, una poesía escrita por ella misma. «Tú fuiste como una flor, que nace sola en el campo, como el lirio más hermoso, que erguido mira a lo alto», recitó, poniéndola como ejemplo.
La lluvia impedía que Santa Águeda saliera en procesión este año por las calles de la villa serrana, aunque sí lo hizo por el interior de la amplia iglesia cogolludense. Conchi Iruela, Alcaldesa Mayor el año pasado, se encargó de subastar las ofrendas que este año se le han hecho a Santa Águeda.
E igualmente en el interior de la Iglesia, tenían lugar los bailes regionales, recuperados por fin después de la pandemia y de un año de ensayos. Diferentes grupos de niños y jóvenes bailaron al son de guitarras, laúdes y voces del coro de Cogolludo, jotas y danzas típicas de la tierra.
Cabe recordar que fue en el año 1945 cuando se formó la primera junta de mujeres que se hizo cargo de recuperar la fiesta después de unos años de abandono. Como no había imagen de Santa Águeda, entonces la celebración consistía únicamente en merendar juntas las mujeres y organizar el clásico baile que mantenía el privilegio femenino de sacar a bailar a los hombres.
La tradición de la celebración es mucho más profunda. Proviene del siglo XVI, pero fue a partir de aquel momento, tras la Guerra Civil, cuando creció hasta lo que es en la actualidad. La fiesta religiosa se inició en el año 1950, año en el que con la nueva imagen de la Santa se pudo hacer recuperar la procesión.
En el 1980 un hecho vino a dar un nuevo empuje a la celebración: la junta de este año estrenó los trajes típicos regionales que se habían confeccionado en el Taller de Artesanía. Aquello fue el punto de arranque del auge del citado traje.
El salón rico del Palacio Ducal de Cogolludo acogía la tradicional comida de las Águedas, a la que acudían cerca de 200 personas, muchas de ellas ataviadas con estos trajes típicos. La fiesta terminaba en la tarde de ayer, con un chocolate con churros y con el baile público, igualmente en el Palacio, siempre vivo y prestando servicio a los cogolludenses.
En la misma línea que Lorena Jiménez, el alcalde de Cogolludo, Juan Alfonso Fraguas, recordaba «el camino que nos queda por recorrer para conseguir la igualdad de género», agradecía a los cogolludenses su trabajo para recuperar los bailes regionales, «todo un orgullo para nuestro pueblo», y sobre todo, la labor de las Águedas, «no sólo hoy, sino desde hace décadas para poner en valor el papel de la mujer en la sociedad».
Fuente Comunicae