Las terapias dirigidas se postulan como el futuro en el tratamiento de los síndromes mielodisplásicos, según la SEHH
El Grupo Español de Síndromes Mielodisplásicos (GESMD), de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), ha celebrado su XI reunión anual, en la que se han centrado en las últimas novedades diagnósticas y terapéuticas de los síndromes mielodisplásicos (SMD) y donde han destacado que las terapias dirigidas se postulan como el futuro en el tratamiento de estas patologías.
Los SMD son un grupo de enfermedades clonales de la célula madre hematopoyética que causan citopenias, dishemopoyesis y riesgo aumentado de padecer leucemia mieloide aguda (LMA) y afectan, fundamentalmente, a pacientes de edad avanzada. De hecho, el Registro Español de SMD (RESMD) sitúa la mediana de edad en 75 años, y el 80 por ciento de los casos se produce en personas mayores de 60.
Durante la reunión, se ha destacado que el GESMD cuenta con expertos que están liderando estudios clínicos y traslacionales, quienes han profundizado en el papel de la inmunidad y la inflamación en la patogenia de los SMD y en las mutaciones adquiridas y su impacto en la evolución del paciente tras recibir un alotrasplante, según expone uno de los coordinadores de la reunión, el hematólogo Andrés Jerez, del Hospital Universitario Morales Meseguer (Murcia).
EL FUTURO EN EL TRATAMIENTO DE LOS SMD
Tal y como explica Jerez, a pesar de haber estado más de una década sin nuevas aprobaciones de fármacos para el tratamiento de esta enfermedad hematológica, tras las de lenalidomida y azacitidina, en los últimos años sí que se han incorporado nuevas estrategias eficaces para las neoplasias mieloides, entre las que se encuentran los SMD.
«El trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos sigue siendo el único tratamiento curativo para los SMD de alto riesgo, pero no podemos ofrecerlo a la mayoría de nuestros pacientes, al tratarse de personas de edad avanzada y que, en muchas ocasiones, presentan comorbilidades», comenta el experto. Su principal alternativa, los fármacos hipometilantes, presentan menos complicaciones relacionadas con el tratamiento, «pero aportan un incremento en la supervivencia limitado», detalla Jerez.
«Sin embargo, a pesar de que los intentos iniciales de combinar los hipometilantes con otros agentes no tuvieron éxito, hay datos esperanzadores con nuevas terapias dirigidas, fundamentalmente, a restablecer la apoptosis fisiológica en las células enfermas, bien directamente o modulando la respuesta inmune frente al tumor», ha adelantado el especialista, añadiendo que algunas de estas moléculas se encuentran en estudios clínicos avanzados, abiertos en numerosos centros españoles. «Desde el GESMD animamos a ofrecer a los pacientes su inclusión en estos ensayos porque, sin duda, supone la estrategia más relevante para incorporar mejoras en los planes de tratamiento», expresa.
Por su parte, la otra coordinadora del encuentro, la hematóloga Ana Alfonso, de la Clínica Universidad de Navarra (Pamplona), ha destacado que el paciente de bajo riesgo (aquellos que tienen una esperanza de vida similar a la de la población general) es uno de los grandes retos de los SMD.
«En la actualidad, en la mayoría de los casos, estos pacientes reciben únicamente un tratamiento de soporte y una actitud expectante por parte de los especialistas que los tratamos; en cambio, sabemos que las clasificaciones actuales de riesgo no son perfectas y la enfermedad de estos pacientes se transforma rápidamente en una entidad de alto riesgo o en una LMA», advierte la especialista.
Por ello, prosigue, «afinar bien en el riesgo de transformación a un SMD de alto riesgo o a una LMA nos ayudaría a seleccionar mejor a aquellos pacientes que se pueden beneficiar de un tratamiento modificador de la enfermedad o, incluso, de un trasplante alogénico».
CÓMO ESTÁ AFECTANDO EL COVID-19 A ESTOS PACIENTES
Respecto a cómo está afectando la pandemia por coronavirus a los pacientes con SMD, Alfonso diferencia entre los casos de alto riesgo y de bajo riesgo. «En el primer caso, en la medida de las posibilidades de cada centro, se ha continuado con los tratamientos de manera regular», ha indicado. «Aunque los problemas logísticos propios de las restricciones, locales e internacionales, sumó dificultades a procesos complejos, como el alotrasplante, sobre todo durante la primera ola de la pandemia», ha especificado.
En el segundo caso, probablemente, han notado más el impacto de la COVID-19 aquellos pacientes no dependientes de transfusiones, cuya atención ha sido fundamentalmente telefónica, intentando evitar al máximo exponerlos a acudir a los hospitales. «En aquellos con dependencia transfusional, con el mismo objetivo de evitar que acudieran a los centros hospitalarios, las transfusiones se han hecho de manera domiciliaria, en aquellos centros que 3 disponen de estos servicios, o se ha intentado espaciar al máximo las visitas», concluye Alfonso.