Las técnicas menos invasivas de retoque facial están más demandadas que los liftings por la rápida recuperación
La especialista en Cirugía Estética Plástica Isabel Caravantes ha destacado que las técnicas «menos invasivas» de rejuvenecimiento facial están actualmente más demandadas que los liftings, ya que el «postoperatorio es mucho más leve» y el tiempo de recuperación es «poco o ninguno».
La primera de ellas es el ácido hialurónico. Tal y como explica Margarita Rodríguez de Azero, secretaria general de la AECEP, es una sustancia natural que está presente en el cuerpo de forma habitual. «Pero, con el paso del tiempo, ese ácido hialurónico que poseemos en la dermis se va perdiendo, reflejándose externamente con la aparición de arrugas y la pérdida del contorno del rostro. Para disminuir su pérdida progresiva es posible aportar de forma externa ácido hialurónico con microinyecciones. Este aporte permite hidratar la piel, reponer el volumen perdido y eliminar las arrugas de una forma sencilla y discreta», explica.
Los rellenos faciales forman parte de un tratamiento médico rápido y poco doloroso. Beatriz Berenguer, vicesecretaria de la AECEP, confirma que el ácido hialurónico es capaz de retener agua y estimular la producción de colágeno, por lo que su efecto se prolonga en un plazo entre 6 meses y 1 año. Además, es reabsorbible, por lo que no hay límite exacto de dosis ni de sesiones. Varían entre cada paciente.
Al igual que el baby bótox , este tratamiento ayuda a prevenir los signos de la edad, y es por ello que se puede comenzar a aplicar a partir de los 25 años. Algunas diferencias entre el baby bótox y el ácido hialurónico son la zona de aplicación, ya que en el bótox se aplica en los músculos faciales y con el ácido hialurónico se aplica directamente en la arruga. En el plazo de renovación del tratamiento también hay una diferencia: mientras que el bótox se renueva cada 6 meses, con el ácido hialurónico se puede esperar hasta un año para volver a aplicarlo.
HILOS TENSORES
Otra técnica son los hilos tensores. Según la presidenta de AECEP, Isabel Moreno, «los hilos tensores son unos hilos finos utilizados para rejuvenecer el rostro. Se pueden aplicar tanto para eliminar las arrugas y la flacidez facial, como para levantar las cejas o, incluso, para redefinir el óvalo de la cara y el contorno de la mandíbula», comenta. Explica que el efecto en teoría es de lifting, aunque, basándose en su experiencia, aclara que no es así, y por ello se cambió el título de lifting sin cirugía, por el de material de relleno.
En cuanto a los tipos de hilos tensores, Moreno explica que existen dos: los permanentes, que están hechos de propileno, y los temporales, hechos con diaxanona, material que en unos años se reabsorbe por el organismo sin necesidad de operación. Es un tratamiento que permite combinarse con otros procedimientos, como por ejemplo el bótox. Además, es una técnica flexible, ya que pueden insertarse más hilos en el momento que el paciente lo desee.
Julio Terrén, cirujano plástico y miembro de la AECEP, afirma que, en la actualidad, los pacientes de estética buscan tratamientos que sean poco invasivos o no quirúrgicos. En este sentido, los hilos tensores cuentan con la ventaja de que su recuperación es inmediata, son aplicados con anestesia local y no dejan cicatrices ni marcas a la vista.
Otra técnica que ya es tendencia desde hace unos años es el baby bótox . «Permite lucir una piel sin arrugas por mucho más tiempo, previniendo desde una edad más temprana estos signos de la edad. La técnica de este procedimiento estético se basa en aplicar la toxina botulínica en dosis muy bajas, inyectándola en los músculos donde en un futuro se pueden generar marcas de expresión o arrugas. Así, este tratamiento ayuda a prevenir el envejecimiento futuro de las zonas faciales que tienen más tendencia a envejecer», comenta Terrén. Este tratamiento es más frecuente en pacientes entre 25 y 30 años que no constan de fuertes líneas de expresión o que aún no han aparecido.
Estos expertos también mencionan el bótox. Al igual que el baby bótox , aunque mínimamente más invasivo que el anterior, es uno de los más demandados y es frecuente en pacientes a partir de los 30/35 años. La técnica consiste en aplicar el bótox en dosis más altas que en el tratamiento de baby bótox , inyectándola en aquellas zonas donde el paciente quiere rejuvenecer o mejorar la apariencia facial. Por lo general, el bótox suele aplicarse en el techo superior de la cara.
Para entender un poco mejor en qué consiste esta técnica, Moreno lo define como una sustancia que actúa de forma selectiva en los pequeños músculos responsables del gesto, «cuya repetitividad determina la aparición de arrugas y surcos». La eliminación de estas arrugas se produce por la inmovilización y relajación de determinados músculos faciales. Este tratamiento permite revitalizar y rejuvenecer, eliminando las arrugas y dejando la piel más tersa. Otra utilidad del bótox es el tratamiento de problemas de excesiva sudoración en diferentes partes del cuerpo, como axilas, manos o pies.
«Lo más importante es ponerse en manos de un buen especialista, que será el que aconseje a la paciente la técnica que necesita para mejorar su aspecto. El uso de las mismas depende de la edad, estado y calidad de la piel. Hoy en día disponemos de muchos tratamientos y cada uno estaré indicado según el tipo de paciente», concluye Moreno.