Ana Pastor (PP): «Soy bastante socialdemócrata»

Teresa Mallada y Esther Llamazares defienden que lo importante no es ser hombre o mujer, sino buena persona y buen profesional

OVIEDO, 28

La presidenta del Congreso de los Diputados y candidata del PP al Congreso por Pontevedra, Ana Pastor, ha insistido este jueves en que la ideología de su partido es de «gente moderada», típicamente de una formación de centro derecha. «Soy bastante socialdemócrata, partidaria de una sanidad y una educación pública» ha dicho en el transcurso de una intervención con la que clausuró un encuentro sobre mujeres en Avilés (Asturias).

Pastor ha participado en Avilés en el encuentro Mujeres ante los desafíos de un nuevo tiempo que ha tenido lugar en el Centro Niemeyer. También han intervenido en el acto la cabeza de lista de PP-Foro, Paloma Gázquez, y las candidatas a la Presidencia del Principado y a la Alcaldía de Avilés, Teresa Mallada y Esther Llamazares,

«El esfuerzo titánico de las mujeres de mi generación ha sido impresionante», ha dicho la presidenta del Congreso, que ha señalado que los hombres «no tienen la culpa», porque lo que ha ocurrido es que se viene de una sociedad con predominio masculino en todos los ámbitos.

Ha dicho que ella se siente feminista y que se ha hecho más feminista con los años, ya que ha visto muchos avances, pero ha visto cosas que no se desarrollaban como debería. «Hay machismo, aunque se ejerce desde todos los ámbitos, también entre mujeres, porque hay veces que cuando una llega arriba quiere estar allí sola», ha explicado.

Para Pastor lo más importante para que las mujeres sean independientes es tener formación y empleo. En este sentido, ha defendido los «avances» registrados con Mariano Rajoy en el Gobierno y ha dicho que con el Ejecutivo de Pedro Sánchez se ha destruido empleos, más entre las mujeres.

MALLADA Y SU EMPLEADO

En la mesa redonda que tuvo lugar en el Centro Niemeyer, tanto Teresa Mallada como Esther Llamazares se mostraron contrarias al sistema de cuotas e insistieron en que lo importante no era ser hombre o mujer, sino ser buena persona y buen profesional.

Para ilustrar sus argumentos, tanto Mallada como Llamazares hablaron de episodios de su vida tanto personal como profesional. Mallada recordó que en su día, cuando accedió a la presidencia de la empresa pública Hunosa, los titulares de prensa no se referían a su valía, sino a su condición de mujer. «Me parecía muy injusto», ha dicho.

Pero además, recordó la situación que vivió una vez ya en el cargo, en el periodo de huelgas mineras. Fue a cenar a un restaurante en La Felguera, en el municipio de Langreo, junto a su marido. Cuando se levantaron, escuchó de otro comensal un insulto grave: «Mira dónde está Mallada, esa hija de puta».

«Se produjo un momento tenso, porque mi marido intentó defenderme, como no podía ser de otra manera», ha señalado. Finalmente trascendió que el hombre que la había insultado era un trabajador de Hunosa. Ante esa situación, Mallada ha dicho que se enfrentó a una difícil situación porque no quería dejar pasar el episodio pero tampoco proceder directamente al despido, exponiéndose a un proceso judicial.

Finalmente Mallada decidió ofrecerle al trabajador la oportunidad de disculparse públicamente, cosa que hizo. Eso sí, le impuso una sanción de tres meses de empleo y sueldo. Mallada concluyó que en aquella ocasión tomó la mejor opción y demostró su capacidad de gestión. Dijo que las mujeres pueden tener una mayor capacidad de «socialización», pero insistió en la necesidad de contar con los hombres. «En mi equipo directivo de Hunosa eran todo hombres, no por ser hombres, sino porque eran los mejores para el puesto», argumentó.

LLAMAZARES Y SU ABUELA

Por su parte, Esther Llamazares ha considerado que las cosas no se están haciendo bien en lo que se refiere a la imagen del actual feminismo. «No me siento representada en muchísimas ocasiones», ha señalado.

Habló a los asistentes de la historia de su abuela, que fue una mujer «maltratada». La mujer tuvo cuatro hijos, incluida la madre de Llamazares, y estaba casada con una de las personas más ricas de Cangas de Onís, según explicó. «Ella no sabía leer ni escribir, lo que le dejaba en una situación de sometimiento», explicó.

Sin embargo, Llamazares explicó que ante los maltratos que sufría, su abuela «se puso el mundo por montera» y se fue del domicilio con sus cuatro hijos. «Para mí eso representa el valor de una mujer, la valentía que demostró en aquel momento a la hora de sacar adelante a sus hijos a pesar de las circunstancias», relató.

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