Las carencias empresariales y tecnológicas de Europa comprometen su crecimiento, competitividad y autonomía
Un estudio de McKinsey aboga por objetivos empresariales ambiciosos y contrataciones públicas conjuntas en el ámbito de la innovación
Las carencias empresariales y tecnológicas de Europa ponen en riesgo su crecimiento económico futuro, su competitividad y su autonomía estratégica, según un estudio elaborado por McKinsey Global Institute, de la consultora McKinsey & Company.
El informe, titulado El futuro de Europa más allá del sector de la energía: Abordemos su brecha corporativa y tecnológica , señala que Europa cuenta con multitud de empresas de alto rendimiento, pero que, en conjunto, las empresas europeas «crecen más lentamente, generan menos beneficios e invierten menos en I+D que sus homólogas estadounidenses».
McKinsey sostiene que, en gran parte, esto se debe a que «se quedan atrás en tecnología».
De hecho, de entre las diez tecnologías transversales extendidas por la mayoría de los sectores y que marcarán la futura ola de innovación tecnológica en el mundo, Europa sólo lidera dos.
«A medida que la tecnología se difunde por todos los sectores, determinando cada vez más la dinámica competitiva, los actores europeos parecen cada vez más vulnerables, incluso en sus sectores más tradicionales como la automoción», advierte la consultora.
En su opinión, si no se aborda esta crisis, afectará al crecimiento de Europa, la inclusión y la sostenibilidad y perjudicará su autonomía estratégica y su protagonismo en la política mundial.
EN JUEGO ENTRE 2 Y 4 BILLONES DE EUROS AL AÑO
El socio director de McKinsey en Europa, Magnus Tyreman, ha afirmado que Europa debe abordar sus carencias en materia de rendimiento empresarial e innovación: «Es una gran oportunidad y una necesidad imperiosa».
En las conversaciones mantenidas con consejeros delegados de distintas compañías, la consultora ha observado «mucho entusiasmo y compromiso con Europa», pero también una «creciente preocupación» por el hecho de que el viejo continente se esté «quedando atrás» en algunas de las áreas tecnológicas que definirán las industrias y sociedades en las próximas décadas, según ha explicado Tyreman.
Según McKinsey, podría estar en juego un valor añadido empresarial de entre 2 y 4 billones de euros al año hasta 2040, equivalente a entre el 30% y el 70% del crecimiento del PIB previsto en Europa entre 2019 y 2040 o a un punto porcentual de crecimiento al año.
La consultora considera que Europa cuenta con numerosas ventajas en las que apoyarse.
Sin embargo, el presidente de McKinsey en España y Portugal, Alejandro Beltrán, ha indicado que «si las empresas quieren jugar a la escala y velocidad necesarias para competir en un mundo en el que la disrupción tecnológica se extiende por todas partes, los responsables de la toma de decisiones tendrán que reevaluar el statu quo y hacer nuevas concesiones que les permitan llevarlo a cabo».
Esto –ha añadido– se podría conseguir si los responsables privados y públicos llevan a cabo iniciativas que «enfaticen una toma de decisiones de repercusión a escala europea y unas normas más favorables a la innovación», para garantizar que «la alta calidad de vida actual de muchos de los ciudadanos europeos se mantenga a largo plazo».
BUEN HISTORIAL DE EUROPA EN SOSTENIBILIDAD E INCLUSIÓN
Una de las conclusiones del estudio del McKinsey Global Institute, que incluye en su análisis a los 27 Estados miembros de la Unión Europea, más Noruega, Suiza y Reino Unido, y una muestra de más de 12.000 empresas de todo el mundo con ingresos superiores a 1.000 millones de dólares, es que Europa siempre ha gozado de «un sólido historial de sostenibilidad e inclusión».
Por ejemplo, Europa genera menos emisiones de carbono per cápita que Estados Unidos y China y estos gases contaminantes están disminuyendo entre un 30% y un 50% más rápido que los de las otras dos potencias.
Además, la desigualdad de ingresos medida por el índice de Gini es sólo de 30 en Europa, frente a los 41 de Estados Unidos, y los diez primeros países que encabezan el Índice de Movilidad Social del Foro Económico Mundial son europeos.
Sin embargo, el PIB per cápita europeo es aproximadamente un 30% inferior al de Estados Unidos.
McKinsey también ha detectado que la competitividad futura de Europa «está en entredicho ante el creciente desafío de su rendimiento empresarial».
Entre 2014 y 2019, las grandes empresas europeas crecieron a un ritmo un 40% más lento que las de Estados Unidos, invirtieron un 8% menos y gastaron un 40% menos en I+D.
El informe precisa que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y los productos farmacéuticos representan el 80% de la brecha de inversión, el 60% de la brecha de crecimiento y el 75% de la brecha de I+D.
EUROPA SE QUEDA ATRÁS EN 8 DE LAS 10 TECNOLOGÍAS TRANSVERSALES
Otra de las conclusiones es que Europa se queda atrás en ocho de las diez tecnologías transversales que impregnan prácticamente todos los sectores, siete de las cuales están vinculadas a las TIC.
Por ejemplo, las diez principales empresas que invierten en computación cuántica están todas en China o en Estados Unidos; y China acapara casi el 60% de la financiación externa en 5G, frente al 27% de Estados Unidos y el 11% de Europa.
Respecto a la tecnología limpia, Europa sigue a la cabeza en patentes, financiación de capital riesgo y capacidad instalada en tecnologías maduras, pero China lidera la producción en casi todas las áreas y Estados Unidos lidera la mayoría de las tecnologías de vanguardia.
En el ámbito de la movilidad, los fabricantes estadounidenses representan cerca del 70% de todos los kilómetros realizados por los vehículos totalmente autónomos L4.
El estudio de McKinsey subraya que lo que está en juego en Europa no es solo el crecimiento económico, sino también la autonomía estratégica del continente y su protagonismo en el mundo, en un entorno geopolítico cada vez más polarizado.
ACELERAR LA APROBACIÓN DE NUEVOS MARCOS REGULATORIOS
Por todo ello, la consultora afirma que tanto las empresas europeas como los poderes públicos «tienen que pasar a la ofensiva para dar un paso adelante en cuanto a capacidades tecnológicas y competitividad».
Una de las recomendaciones que hace el informe es potenciar la contratación pública conjunta en ámbitos relacionados con la innovación, desde la defensa hasta la sanidad, ya que actualmente Europa sólo agrupa el 0,2% de su contratación pública total, frente al 45% a nivel federal de Estados Unidos.
Asimismo, aboga por desarrollar un reglamento corporativo común europeo o una nueva entidad reguladora que «permita a las empresas de alto crecimiento operar sin problemas a escala continental» y por impulsar «procesos acelerados de aprobación regulatoria y de toma de decisiones», como ocurrió en el caso de la aprobación de la vacuna contra el Covid-19.
En cuanto a los líderes empresariales, McKinsey cree que «tienen que asumir más riesgos y aumentar la competitividad», algo que pueden hacer «estableciendo objetivos ambiciosos a largo plazo, ajustando los incentivos y aprovechando las fusiones y adquisiciones programadas y las alianzas para crear escala y capacidades».