La violencia y la adversidad en los primeros años de vida pueden alterar el cerebro
La violencia y la adversidad en los primeros años de vida pueden alterar el cerebro en el futuro, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) y que ha sido presentado en la 58ª Reunión Anual del Colegio Americano de Neuropsicofarmacología.
En el trabajo se han analizado los resultados recopilados de 177 jóvenes de entre 15 y 17 años que habían participado en un estudio en el que se habían recopilado datos desde su nacimiento. Alrededor del 70 por ciento de los participantes eran afroamericanos y casi la mitad vivía por debajo del umbral de pobreza.
Los investigadores escanearon los cerebros enfocándose en la conectividad de la materia blanca entre varias áreas clave: la amígdala, que se sabe que juega un papel clave en el procesamiento del miedo y las emociones, y las regiones específicas de la corteza prefrontal (PFC).
De esta forma, los científicos observaron que se había producido un vínculo entre la exposición a la violencia y la privación social en la infancia. Y es que, cuando los niños experimentaron más violencia (abuso, exposición a la violencia de la pareja íntima o violencia del vecindario) y privación social (negligencia infantil, falta de cohesión del vecindario y falta de apoyo materno), se producía una conectividad reducida entre la amígdala y el PFC en la adolescencia.
Ahora bien, cuando un niño experimentaba violencia pero también tenía apoyo social, la conectividad reducida no era evidente. Lo mismo ocurrió cuando un niño experimentó privación social pero no violencia. «La implicación es que la privación social puede exacerbar los efectos de la exposición a la violencia infantil cuando se trata de estas conexiones con la materia blanca. El apoyo social, por otro lado, puede actuar como un amortiguador», han dicho los expertos.
Finalmente, los investigadores se sorprendieron al no encontrar un vínculo entre los cambios cerebrales y los problemas de salud mental como la depresión o la ansiedad. Pero debido a que los problemas de salud mental a menudo surgen durante la transición de la adolescencia a los 20 años, planean hacer un seguimiento con los participantes para rastrear la salud mental y determinar si persisten las asociaciones entre la exposición a la violencia, la privación social y los cambios cerebrales.