La teleoncología mejora la calidad de vida de las pacientes con cáncer de mama

La teleoncología mejora la calidad de vida de las pacientes con cáncer de mama, según ha puesto de manifiesto un trabajo final del máster universitario de Salud Digital ( E-health ) de la Universitat Iberta de Catalunya.

«La aplicación de estos innovadores sistemas de e-salud tiene como objetivo principal mejorar la calidad de vida de los enfermos oncológicos y sus familiares», ha detallado la autora de esta revisión de artículos científicos bajo la tutoría de Hilda Maria Rodrigues Moleda Constant, enfermera e investigadora, Laura Pérez Fernández.

Según los datos del sistema europeo de información del cáncer, en 2020 se diagnosticaron más de 34.000 nuevos casos de cáncer de mama en España, siendo este tipo de tumor el más frecuente entre las mujeres. «En España, aproximadamente el 30 por ciento de los cánceres diagnosticados en mujeres se originan en la mama», ha detallado la autora de esta revisión científica.

Los resultados de este trabajo demuestran que la telemonitorización es una herramienta adecuada para el tratamiento del cáncer de mama gracias al uso de dispositivos ponibles (wearables), como pulseras electrónicas, aplicaciones (apps), mensajes, llamadas o videoconferencias. «El uso de estos dispositivos electrónicos logra una evaluación continua y objetiva de la recuperación funcional mediante la medición de la actividad física», ha explicado Pérez.

De este modo, gracias a estos dispositivos ya validados y que han demostrado su funcionamiento, se mejora la calidad de vida de las pacientes con cáncer de mama debido a su conveniencia, eficiencia y bajo costo. Además, ante contextos más complejos, como la pandemia, también se incrementa la seguridad de los pacientes y de personal sanitario.

«La optimización de la telemedicina en oncología debería ser una prioridad, específicamente el acceso a capacidades audiovisuales que puedan mejorar la comunicación entre el oncólogo y el paciente», ha recalcado la autora de esta revisión.

Por otro lado, el trabajo también ha puesto de manifiesto que existen diferencias en función del grupo de edad de las pacientes y regionales respecto al uso de los dispositivos electrónicos. Por ejemplo, el uso de la teleoncología se manifiesta de forma diferente en los países en subdesarrollo, donde los pacientes suelen ser más jóvenes, mientras que, en los países desarrollados, los pacientes que usan telemonitoreo son más mayores y emplean pulseras electrónicas o aplicaciones.

«Además, se demuestra el valor de la telemedicina para otras poblaciones de pacientes, que van desde aquellos que no requieren terapia práctica directa hasta aquellos que no tienen la capacidad de acudir a una clínica tradicional por vivir en medios rurales o en zonas remotas», ha argumentado la estudiante del máster de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.

Se calcula que el coste del cáncer en España es de unos 19.300 millones de euros. De este gasto, más de la mitad son abonados por el sistema sanitario público y el 45 por ciento es sufragado por las familias. En el caso concreto del cáncer de mama, se estima que el coste del tratamiento por paciente es de más de 58.000 euros si está localizado y más de 210.000 euros si está metastatizado, según los datos del informe Impacto económico y social del cáncer en España, presentado por la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en el año 2020.

Según esta revisión de estudios, los sistemas de salud digital aplicados al ámbito de la oncología permiten un mejor control de los síntomas derivados tanto del tratamiento quimioterápico como de la propia enfermedad. Y, en consecuencia, se reducen las atenciones en los centros sanitarios. «Este tipo de sistemas permiten reducir las hospitalizaciones, la duración de las estancias hospitalarias y las visitas a los servicios de urgencia asociados a la morbilidad derivada del tratamiento», ha incidido la autora.

No obstante, aunque la telemedicina y el telemonitoreo tienen muchos beneficios, hay ciertas limitaciones como las diferencias a escala tecnológica que existen entre los diferentes países. Por ejemplo, la variación de las infraestructuras en las diversas regiones puede crear diferencias en las posibilidades de implantación y de costes para los mismos servicios. «En este contexto, las desigualdades regionales en materia digital afectan la igualdad, la inclusión, el ejercicio del derecho a la salud e incluso la estabilidad democrática», ha recalcado Pérez.

Además, los dispositivos ponibles aplicados en la teleoncología brindan mayores oportunidades para medir variables y ofrecen una facilidad de uso para que los pacientes puedan realizar un seguimiento de su propio estado de actividad, así como el uso de varios dispositivos portátiles diferentes en el entorno oncológico. Así, la retroalimentación de información que permiten estos dispositivos podría desempeñar un papel importante en la motivación de los pacientes y posiblemente en la detección temprana de síntomas graves o empeoramiento.

Por ejemplo, el empleo de telecuidados a domicilio está especialmente indicado para la monitorización remota de la toxicidad relacionada con la quimioterapia o para aquellos que no requieren una terapia directa, más aún cuando los impedimentos físicos o geográficos dificultan el traslado a los centros hospitalarios.

«Como norma general, el paciente oncológico suele volverse muy adicto a la atención hospitalaria, y a esta carga asistencial hay que sumarle el incremento de costes, procedimientos y duplicación de pruebas, unos costes que la teleasistencia puede aliviar», ha enfatizado Pérez, quien recuerda que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) permiten a los psicooncólogos ayudar a las pacientes que no pueden desplazarse, que tienen horarios poco adecuados, o que buscan el anonimato o no tener que pedir permisos en el trabajo.

Por ello, a juicio de la investigadora, es necesario desarrollar e implantar nuevas estrategias de telemonitorización y sistemas de seguimiento que ayuden a mejorar la adherencia al tratamiento de los pacientes oncológicos y a reducir parte de los costes. Igualmente, deben diseñarse modelos y establecerse estándares más homogéneos en los dispositivos utilizados en teleoncología.

«Dada la alta incidencia del cáncer de mama en España, debería ponerse en marcha la teleoncología como respuesta y apoyo al tratamiento de esta enfermedad de forma generalizada como ya ocurre en varios centros hospitalarios del país. Eso sí, la telemedicina exige más inversión, regulación y capacitación del personal médico y las pacientes», ha zanjado Pérez.

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