La primera ola de Covid-19 ocasionó al 45% de los sanitarios probables síntomas de trastorno mental
El 45 por ciento de los sanitarios padecía posibles síntomas de trastorno mental durante la primera ola de la COVID-19 (marzo-junio 2020) y el ocho por ciento ha reconocido que, en los últimos 30 días a la encuesta, haber tenido ideas de suicidio y el 3,5 por ciento ha admitido tener ideas de muerte activas, según ha revelado el estudio MINDCOVID , publicado en la revistas Psiquiatría y Salud Mental y Depression & Anxiety.
Dicho estudio está hecho a partir de las encuestas anónimas en línea a 9.138 profesionales de 18 centros hospitalarios de seis comunidades autónomas. El proyecto ha estado liderado por investigadores del CIBER en Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM). También han participado profesionales del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y facultativos del Hospital del Mar de Barcelona.
El investigador del IMIM, Jordi Alonso, ha presentado este viernes en el Campus de Chamartín (Madrid) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) el estudio en la X Jornada del Centro Nacional de Epidemiología y la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), donde ha explicado que la situación que han experimentado los sanitarios, y que aún siguen inmersos en esta lucha, ha interferido en la vida personal, laboral y social del 14,5 por ciento de los profesionales, lo que ha señalado que se conoce como trastorno mental discapacitante.
«Los datos de la primera ola de la pandemia indican una prevalencia de problemas de salud mental discapacitantes en los sanitarios españoles mucho más alta que la esperada», ha asegurado el investigador. El 80 por ciento de los encuestados, según el estudio, han estado involucrados directamente en el cuidado de pacientes COVID-19 y, de ellos, el 43 por ciento estuvieron en contacto permanente con los afectados por la enfermedad.
A lo largo de análisis realizados en 2020 y 2021, el equipo de investigaciones ha observado un aumento en los problemas de salud mental en comparación con el periodo prepandemia, especialmente entre los profesionales sanitarios. Las personas con problemas mentales preexistentes, las personas hospitalizadas con COVID-19 y las mujeres sanitarias jóvenes son algunos de los grupos más afectados por este aumento
Los sanitarios han destacado que esta situación se ha creado por el desconocimiento, la falta de material de protección, el incansable goteo de infectados y «las situaciones de guerra». Por ello, uno de cada siete profesionales ha sido diagnosticado de posibles trastornos psicológico y el 28 por ciento padece una probable depresión, seguido del 22,5 por ciento con ansiedad.
Además, el 24 por ciento ha sufrido ataques de pánico y el 22,2 por ciento estrés postraumático, así como el abuso de sustancias al que el seis por ciento ha reconocido haber usado en este periodo. Este estudio también ha analizado los mismos parámetros en población general (3.000 encuestados) y pacientes y contactos de COVID (2.500), sin embargo, los resultados de estos últimos aún se están evaluando.
En la población general, el porcentaje de personas que han sufrido ataques de pánico y ansiedad disminuye diez puntos en cada uno, respecto a los profesionales mientras que el 23 por ciento de la población, más de 20 puntos menos que los profesionales, han mostrado posibles síntomas de trastorno mental. En cuanto al suicidio, el 4,5 por ciento de la población general ha afirmado haber tenido alguna idea para quitarse la vida.
Dos años después de iniciar el estudio (mayo 2020), el 37 por ciento de los profesionales todavía está en riesgo de padecer algún síntoma de trastorno mental.
CONCLUSIONES
En definitiva, para Jordi Alonso, el estudio ha demostrado el alto y fuerte impacto negativo en la salud mental de los trabajadores sanitarios durante la pandemia e incluso ha pronosticado que la necesidad de acceso a la atención aumentará, «lo que será un reto para la sostenibilidad y mejora del sistema».
En este sentido, ha recomendado monitorizar la salud mental de las poblaciones vulnerables para conocer en profundidad el impacto de la COVID-19 en todas las personas posibles e investigar los determinantes de cada grupo.