La OEI cumple 75 años como instrumento de integración y desarrollo en Iberoamérica

«El éxito del crecimiento de la OEI es que la región se ha apropiado de ella», celebra el secretario general

La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) cumple en 2024 75 años de vida con la esperanza de seguir siendo el organismo de referencia para la cooperación educativa, cultural y científica y la vocación de abrirse a nuevos ámbitos. Su secretario general, Mariano Jabonero, reivindica su valor como mecanismo de unión más allá de contratiempos y derivas de índole política, ya que la integración debe llegar «en aquello que puede ser real», tangible para los ciudadanos.

La OEI surgió en 1949 como Oficina de Educación Iberoamericana, un ambicioso proyecto de colaboración regional que ha ido ampliando objetivos y miembros, hasta contar el la actualidad con 23 países y 19 oficinas nacionales. Tiene más de 650 proyectos en curso y más de 400 convenios activos de cooperación, lo que le ha permitido alcanzar a más de 12 millones de beneficiarios directos al año, según la media del último lustro.

En octubre conmemorará en octubre sus 75 años con celebraciones en toda la región, lo que consolida a la OEI como el organismo intergubernamental más antiguo de Iberoamérica. Lo hará con celebraciones institucionales y actos culturales por toda la región y estrenará una nueva imagen conmemorativa.

Jabonero reivindica en una entrevista con Europa Press la importancia de la organización y de la cooperación como forma de «resolver problemas de la gente». En este sentido, recuerda que la OEI ha facilitado la alfabetización de 2,5 millones de personas, un hito clave teniendo en cuenta que, según datos del Banco Mundial, saber leer y escribir hace que los ingresos se dupliquen.

Quedan retos pendientes para paliar las diferencias en una región que sigue siendo «la más desigual del mundo» y donde históricamente la integración ha venido lastrada por sesgos ideológicos. La integración, apunta Jabonero, debe llegar determinada por «lo que es real», por avances tangibles que permitan, por ejemplo, una mayor relación comercial o la posibilidad de desplazarse al país vecino sin trabas para estudiar; un tema, el de la movilidad académica, que considera «muy importante» y que toma al programa europeo Erasmus como referencia.

En este sentido, subraya que los idiomas español y portugués –oficiales dentro de la OEI– sirven de puente entre distintos países y recuerda que hay universidades de «altísimo nivel» en América Latina, a las que los estudiantes de la región pueden acceder de manera más sencilla y barata si se compara con los gastos y el trastorno que implica un desplazamiento transoceánico.

QUE VIVA «OTROS 75 AÑOS»

«El éxito del crecimiento de la OEI es que la región se ha apropiado de ella», sentencia Jabonero. De ser una organización limitada a que «España daba dinero» ha pasado a una estructura con un foco más amplio y que los países de América Latina entienden como «útil», hasta el punto de que son los propios gobiernos quienes acuden a ella para pedir ayuda en ámbitos concretos.

El secretario aspira a que la OEI «viva otros 75 años», teniendo en cuenta no obstante que quedan retos pendientes por resolver. Al «problema grave» de los Derechos Humanos se suma la necesidad de avanzar en digitalización, combatir la desigualdad de los discapacitados, los indígenas o las mujeres y «fortalecer» la democracia, un sistema que «es como el ejercicio físico: o se hace todos los días o se pierde».

«La democracia en la región está en crisis», afirma Jabonero, que advierte de cierta «fatiga» en parte derivada de la «desconfianza». Para parte de la población, «la democracia no ha cumplido las aspiraciones de la gente» en la medida en que ciertos gobiernos se han demostrado incapaces de atender a las necesidades sociales, algo que, a su juicio, puede derivar en el populismo, entendido como la «vía fácil» para resolver problemas cuando, en realidad, «no hay atajos».

Sobre la posible expansión de la organización, Jabonero, al que le restan dos años y medio de su segundo y último mandato, plantea la posibilidad de abrir oficinas locales fuera de las capitales. También ve «posible» que pueda haber presencia en Estados Unidos, en la medida en que la OEI es desde 2023 organismo observador de Naciones Unidas y 64 millones de personas hablan ya español en dicho país.

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